4 de junio de 2012

Extravagante


Extravagante by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Un año después

-Me pregunto cuándo llegarán-comentó Frances, tomada de la mano con Tom. Ambos comían de sus respectivos platos de ensaladas rebosantes de verdor e igual no se soltaban. Del otro lado de la mesa, la escena se repetía con Alice y con Bill.

-Conoces a Sascha-comentó Alice, dejando de comer durante un momento para contestar-Tiene esa desgraciada mala costumbre de llegar siempre tarde.

-Siendo un humanoide, no debería-añadió Frances, apuntando con su tenedor a Alice como si le recriminara las faltas de Sascha.

-No temo comentarte de quién sacó lo impuntual, Frannie-intervino Tom en nombre de uno de sus mejores amigos. Llevaban meses conviviendo con Sascha y el resto del clan de la doctora Blair y ya los adoraban. Sorprendentemente, les había costado menos adaptarse al ambiente humano que a Frances, Alice y sus respectivos compañeros.

-¡Buenas tardes!-exclamó una voz tan fuerte que se escuchó desde el vestíbulo hasta el comedor en el que las dos humanoides y los gemelos estaban sentados disfrutando sus alimentos.

-¡Buenas tardes!-hizo eco otra voz distinta, proveniente del mismo lugar. Inmediatamente, unas risas corearon el último saludo e inmediatamente los cuatro que se encontraban en casa supieron que ya habían llegado sus invitados.

-¡Andreas, Sascha!-se quejó Violet-¿Qué les he dicho sobre llegar gritando a las casas de las personas?

-No quiero comentar públicamente con quién gritas tú, así que cállate-importunó Sascha a Violet, apretándola contra su costado cariñosamente. Si no fuera porque ellos dos se llevaban así, a nadie le hubiese gustado escuchar aquél comentario.

-Sólo porque me tuviste entre tus piernas un par de veces no significa que tengas derecho a proclamarle al mundo que tú y yo tuvimos una deliciosa relación juntos-se burló Violet, tomando a Sascha de la mano que rodeaba su hombro izquierdo. A lado de ellos, Andreas también parecía muy animado.

-¿Y ahora ustedes qué?-se inmiscuyó Tom-¿Están protagonizando una especie de triángulo amoroso de nuevo o qué?

-¡Bueno...!-contestó Andreas, sentándose en la silla más cercana a él y a Frances-Es muy nuestro problema si queremos hacerlo. ¡Eh, chicos! ¡Vamos a hacer un trío saliendo de aquí!

-¡Sí!-exclamaron Violet y Sascha contentos, sonriendo a más no poder, al mismo tiempo que le seguían el juego a Andreas. Muerto de la risa, Bill tragaba lechuga como desesperado para no demostrar la gracia que le causaban aquellos tres desvergonzados.

-Ah, carajo-se jactó Andreas, dedicándole una mirada cariñosa al par de humanoides, quienes se picaban los hombros entre ellos de manera juguetona, acomodados en el resto de las sillas del comedor de la casa de los gemelos y sus respectivas novias-¿Qué haría yo si ellos no hubiesen llegado a nuestras vidas? Antes me sentía tan solo, y ahora…

-Tienes dos personas con las que salir a coger y a reventar cuando te da la gana, maldito vicioso-complementó Violet la oración antes de plantarle un jugoso beso a Andreas en los labios. A pesar de que no eran precisamente novios, todos sus amigos bien sabían que lo de Violet y Andreas era más que una amistad, sin llegar precisamente a ser una relación.

-¡Y éramos cuatro!-intervino Andreas, despegándose un poco de Violet pero sin dejarla ir por completo-¿Recuerdan cuando Annya estaba con nosotros?

-Oh sí-contestó Sascha, poniéndose repentinamente nostálgico al pensar en la divertida Annya. Era ella, junto con Andreas, quien los había iniciado en la vida nocturna que ahora tanto les gustaba-Pero entonces…

-Entonces llegó él a mi vida y todo se acomodó donde debía de estar-los interrumpió la voz de ella, entrando por la puerta principal del departamento como si fuese su casa-¿Qué hay, gente?

-Nada-respondió Andreas, fingiendo inocencia al mismo tiempo que entrelazaba sus dedos con los de Violet, cubiertos de pecas color marrón-Solamente estábamos haciendo memoria de los tiempos que pasábamos juntos.

-¿Cuándo éramos unos adictos a la fiesta y la trasnochada?-replicó Annya, con una sonrisa dulce en los labios. Su lugar ya no era el mismo desde que Briant y ella eran novios y, para más, vivían en el departamento de ella.

-Nosotros seguimos siéndolo-intervino Violet, contenta de tener a Annya ahí. Fuera de su hermana Tim, Annya era una de sus personas favoritas en el mundo.

-A ti, especialmente-apuntó Annya, refiriéndose a Violet específicamente-No te haría nada de daño estarte un poco más quieta e intentar sentar cabeza, como yo y como tu hermana.

-Lo mismo le digo yo día y noche, cariño- intercedió Tim, entrando también por la puerta con Georg tomado de la mano; seguidos ambos por Briant, Lexie y Dorian- Pero déjala, no quiere entender. Terminará sola al cabo de los años.

-¿Alguna vez te he comentado que somos eternamente jóvenes, hermana?-presumió Violet; despertando ciertamente algo de envidia en Annya. Quién pudiera ser ellas para permanecer bella por siempre.

-Sí, ya lo sé-respondió Tim, mientras Georg le plantaba un beso en la sien-Pero… vaya, a mí de verdad me gustaría verte casada, Violet. Te verías preciosa con un vestido de novia.

-¡Yo nunca…!

-No te preocupes, Vi-se entrometió Andreas, jaloneando a Violet hasta que esta estuvo pegada a su mejilla izquierda-Si tu hermana así lo quiere y lo permite, tú y yo nos casamos y no hay problema. Serás mi mujer perfecta, ¿Y sabes qué?

-¿Qué?-

-Te permitiré que te largues a pasarte toda la noche jugueteando en una cama con quien te dé la gana, seré buen marido-le prometió Andreas, besándola de nuevo. Incrédula, Frances los miraba y no entendía cómo funcionaba la relación que ambos tenían. A estas alturas de la vida, ella vivía contenta con el compromiso formal que tenía con Tom y se sentía orgullosa de que él le perteneciese únicamente a ella así como ella a él.

-¿Incluso si se la pasa rebotando conmigo en tu cama?-quiso saber Sascha, abrazando a Violet por la cintura. Encantada, a la mujer le fascinaba ser el centro de atención de ambos hombres.

-Con quien quiera-repitió Andreas-Es más, múdate con nosotros; Sascha. Serás su amante.

-Excelente-se jactó éste-¿Me vas a mantener a mí también?

-¿No es lo que hago acaso desde que te tengo viviendo conmigo?-preguntó Andreas, receloso. Desde que se conocieron, ambos, humano y humanoide, habían sido inseparables y eran como uña y mugre a todas partes.

-Creo que no debo de recordarte que yo también aporto para los gastos-difirió Sascha, con una sonrisa en el rostro. Ese apartamento que ambos compartían era un lugar de perdición. Infestado de mujeres durmiendo en cualquier lugar que encontraran disponible en el inmenso inmueble, era como un paraíso para cualquier hombre.

-Además-intervino Violet, alternando la mirada entre el par de caballeros-Yo también vivo ahí de vez en cuando.

-Tú sigues viviendo conmigo y te callas-se inmiscuyó Tim, poniéndole un alto a Violet. A pesar de que a veces efectivamente su hermana terminara dormida en el sofá de ambos chicos, Tim procuraba siempre estar al pendiente de Violet por su propio bien.

-¿Y cuando ustedes dos tengan bebés, qué?-se opuso Violet, soltando abruptamente tanto a Andreas como a Sascha para cruzarse de brazos- ¿Voy a seguir ahí de arrimada?.

-Claro-habló Georg por vez primera, dirigiéndose a su adorable cuñada-Serás la nana de nuestros bebés.

-¡Paso!-se negó la humanoide, poniéndose repentinamente de pie, lo cual provocó que su hermoso y espeso cabello castaño obscuro revoloteara en torno a su rostro, hasta acomodarse de nuevo en su lugar-No digo que no voy a amar a esos chiquitines, pero tampoco implica que me voy a convertir en la gata de ustedes dos.

-Georg dijo “nana”, no “gata”; tonta-le replicó Tim a su hermana- Aprende a escuchar.

-Escucho lo suficiente para saber que no me dejarás llegar a la mañana siguiente cuando nazcan las pequeñas bestias humano-humanoides que planeen tener- puntualizó Violet, sabiendo que tenía razón.

-Sólo si pasas por ellos para llevarlos a la escuela-sonrió Tim brillantemente-De ahí en adelante, puedes hacer lo que te dé la gana con tu vida de papalote-

-¡SÍ!-consintió Violet, eufórica-¡Ahora sí, Dre! ¡Ya podemos revolcarnos en la fuente del patio!-

-¡Sí!-repitió Andreas eufórico poniéndose de pié junto con Violet y abrazándola por la cintura. Divertidos por el comportamiento de esos dos, todos los presentes se echaron a reír.

-Y al caso-habló Bill-¿Dónde está el par de tórtolos que no he visto?-

Atrás de todos los demás, ajenos a todo el bullicio a su alrededor, Dorian y Lexie se miraban justo a los ojos con todo el amor del mundo impreso en sus rostros. En pequeños suspiros, Lexie no podía quitarle la mirada de encima al hombre que amaba.

-Hey, sordos- intervino Alexei, pasando por detrás de ellos, con Natalie tomada de la mano- Les hablan.

-¿Ah? ¿Qué?-musitó Dorian antes de enfocarse de nuevo en todos los presentes en la habitación. Sentada aún en la mesa, su hermana lo miraba muerta de la felicidad. Le daba gusto que ambos hubiesen encontrado sus respectivas parejas estables y vivieran tan bien.

-Al parecer, andan en Júpiter- intervino alguien más, una de las pocas voces que faltaban por escuchar en aquél apartamento abarrotado de gente. Súbitamente, Alice se dio cuenta de que Bill había tenido razón en lo que dijo la noche anterior: tenían que mudarse a un lugar más grande. Cruzando la sala, aparecieron Selick, Redgie y el bebé de ambos, Caleb.

-Bueno, no me extrañaría- respondió Tom, aún sentado a la mesa con Frances, en cuya mano destelleaba un anillo con un enorme brillante en la punta- Escuché hace poco que pronto comenzarán a colonizarlo.

-Cariño, esas chozas no son más grandes que un grano en el culo de alguien- replicó la mujer con cariño, avanzando hasta colocarse en uno de los sofás disponibles de la sala. Inmediatamente, Alice corrió en cuestión de micras de segundo hacia el pequeño corral de su hija Arianna, a cubrirle los oídos con ambas manos. Sin entender lo que sucedía, la bebé la observó completamente tranquila, absorta en la visión de los ojos de su madre, que eran un reflejo de los suyos.

-¡Selick!- le reprochó la esposa de Bill, tomando a Arianna en sus brazos- ¿Qué te he dicho de hablar así frente a los niños?

-¿Qué? Amor, no van a entender esas palabras a la primera- la consoló Selick, jugando con Caleb, quien parecía alegre en sus brazos. Con el mismo cabello rubio platinado de sus padres y el lacio pesado que caracterizaba a sus cabellos, el niño tenía los ojos del color azul acero de su madre- Difícilmente pueden comprender su existencia en este momento.

-Eso espero, por tu propio bien...- bromeó Alice, encantada- Entonces, ¿Qué? ¿La parrillada el domingo en casa de Gustav y Phoebe?

Inmediatamente, todos los presentes se animaron, comenzando a charlar unos entre otros de manera alborotada, llenando la casa entera con el bullicio que ahora se había vuelto omnipresente desde la llegada de los humanoides de Blair. Por algún extraño motivo, parecían ser la cohesión entre los grupos humanos y humanoides, con su naturaleza desenvuelta y extravagante propia de alguien que es demasiado joven como para entender lo que sucede a su alrededor.

-Claro, es el mismo día que Fabiho y Rhoda llegan de Europa- les recordó Annya, abrazada con Briant, quien parecía poco dispuesto a soltarla.

-Por cierto, ¿Cómo van los negocios allá?- inquirió Alexei, interviniendo en la conversación, con Natalie sentada en sus piernas, en uno de los sofás de la sala.

-Excelente, por fortuna- comentó Phoebe, a quien todos se dirigían en aquél asunto- El próximo mes podremos repartir más de mil respiradores en comunidades rurales de Brasil que los necesitan con urgencia. Además, iremos a la reforestación juntos, ¿No es cierto?

-Por supuesto- sonrió Bill brillantemente, alegre ante la perspectiva de que todo hubiese salido bien. Posteriormente, se dirigió a Alice, quien lo observaba con orgullo- ¿Ves? Te dije que todo saldría bien. Ahora podremos dejarle un buen patrimonio a Arianna.

-Me encanta que pienses en todo- contestó Alice, plantándole un beso en su mejilla recién rasurada aquella misma mañana- ¿Sabes? Jamás pensé que resolverías las cosas así.

-Bueno, Phoebe ya trabajaba allí y todos los trabajadores de Astrella perderían sus empleos si no hacíamos algo; así que... no fue difícil encontrarle solución- replicó el músico- Además, me alegra ver que las acciones han estado subiendo últimamente...

-Como usted diga, señor miembro del consejo directivo- musitó la mujer, abrazándose con dulzura a su marido, mientras su hija jugueteaba con el cabello negro del vocalista de la banda más reconocida de Alemania ahora no únicamente por su música, sino también por su interés en la ecología global.

-¿Dónde está Ary?- preguntó el hombre con voz dulce, dirigiéndose a su hermosa hija pelinegra, la cual comenzó a reírse con él de inmediato.

Aquél, era el final con el que Alice Project siempre había soñado.


3 de junio de 2012

Despertar




Despertar by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Buenos días...- le susurró él al oído, fuertemente abrazado a su cuerpo, a su característico olor a cerezas. Tiernamente, la envolvió también con sus piernas, causándole una risa que la estremeció de pies a cabeza, hasta el más pequeño de sus cabellos mal recortados.

-¡Buenos días!- replicó ella entre carcajadas, acariciando sus brazos con las palmas de sus manos. No recordaba haber sido más feliz antes, desde su primer despertar.

-Hey...- musitó alguien más, en un hogar diferente, en una cama de colchas inmaculadamente blancas y paredes cubiertas de rosetones alegres. Con la cabeza pelirroja de la mujer sobre su pecho, se fue haciendo gradualmente consciente de cada parte de su cuerpo, la mayoría de ellas adoloridas a causa del embaro de tanto andar corriendo de un lado para otro; sin embargo, jamás se había sentido tan feliz.

-Hey...- contestó una vocecilla todavía dormilona, cuya portadora acariciaba con sus manos la piel tostada  del músico que tenía recostado debajo de sí. Con los brazos abiertos como alas, ella se encontraba protegida en una de ellas, sintiendo cómo se curvaba en torno a su cintura- ¿Qué tal dormiste?

-Dormí, para variar, en mucho tiempo- confesó él, sintiéndose profundamente descansado- Aunque tampoco te confíes... no es que vayamos a dormir siempre.

-No puedo esperar a estar lo suficientemente repuesta como para que eso pase- rió la muchacha, acercándose aún más a la fuerte figura masculina que tenía frente a sí.

-Scarlett, ¿Podrías prestarle a Natalie...?-

-¿Te molestaría tocar antes de meterte como burro en mi recámara?- cuestionó la mujer, levantando a medias su pelirroja cabeza del pecho del guitarrista que se encontraba tumbado en su cama.

-Está bien...- retrocedió el hombre, hasta volver al umbral de la puerta, donde, en aquella ocasión, se molestó en tocar con los nudillos la puerta blanca de madera- Scarlett, ¿Puedo pasar?

-No- contestó oriundamente y entre risas la joven, abrazándose el fuerte cuerpo masculino que tenía a un lado. Éste, por su parte, también reía: jamás imaginó que su estilista terminaría pasando la noche en la casa de su novia, de cuyo ex novio se acababa de enamorar la noche anterior, después del rescate en Astrella.

-Bueno, entonces sácame un suéter o algo así para Natalie, por favor- le rogó, todavía contra la puerta- Le dio el suyo a Violet anoche y tiene que volver a casa. Vamos a salir a desayunar.

-¿Y por qué no le dices a Lexie?- cuestionó la menor de los hermanos Umbrose, demasiado cómoda como para abandonar su cama y el lugar junto al hombre que amaba.

-Ella... no está. Se fue con Dorian, dejó un recado y dice que... "Frances y Alexei: Fuimos a buscar el vestido de novia. Volveremos para la comida."- recitó el hombre de cabello castaño obscuro. Mientras tanto en la habitación, la pelirroja Frances se sentó abruptamente en el colchón, con los ojos tremendamente abiertos a causa de la sorpresa.

-¿QUÉ?- exclamó ésta, pegando el grito en el cielo, al mismo tiempo que se ponía de pie- ¡Se fueron a buscar el vestido y no me lo dijeron! ¡Carajo, de nada sirve ser la dama de honor! ¿O qué?

-Yo diría que "o qué"- musitó Tom, entretenido ante toda aquella pantomima.

-¿Me acompañarías? ¿A alcanzarlos y buscar el vestido?- inquirió la humanoide, dirigiéndose a su fascinado acompañante, quien no podía dar crédito a lo que estaba viviendo.

-¿Dorian y yo podemos irnos a jugar tennis?- respondió con otra interrogante el músico, sentándose a medias en la cama.

-Si quieres- le sonrió abiertamente su compañera, dirigiéndose hacia su vestidor- ¿Pasamos a tu casa a que te cambies de ropa?

-No me suena tan mal- consintió el guitarrista- Mientras llévale su suéter a Natalie.

-Entonces, ¿Ustedes son...?

-Hermanas- contestaron a la par el dúo de bellas mujeres, vestidas con la enorme ropa masculina del músico, la cual les nadaba sobre sus esbeltos cuerpos. A causa de las conmociones de la noche anterior, no habían tenido tiempo de fijarse en que ninguno de los humanoides tenía una sola prenda que ponerse.

-Yo soy la mayor- se jactó Tim, señalándose a sí misma por el dedo pulgar- Por una micra de segundo.

-Sólo por parpadear primero...

-Como sea...- interrumpió la mayor de las hermanas, que se habían identificado a sí mismas bajo el apellido "Lacrosse"- El punto es que yo estoy encargada de Violet y Sascha está...

-¿Encargado de ustedes?- cuestionó el músico, sentado cómodamente en su propio sofá, frente a la pareja de mujeres.

-Creemos que es así- respondió dubitativamente Violet en aquella ocasión- Él no es pariente consanguíneo nuestro. No guardamos relación alguna con él.

-Y, discupen la indiscreción, pero ¿Por qué su grupo no está formado por cuatro integrantes como el de Alice y Frances?- inquirió el intrigado alemán, quien llevaba toda la mañana cubriendo a las hermanas con distintas preguntas acerca de su origen, especialmente a Tim.

-No lo sabemos a ciencia cierta- contestó Tim. Después de un largo rato de reflexión, Georg se había dado cuenta que usualmente, cualquiera de las dos que respondiese a sus preguntas, siempre hablaba en plural, como si las opiniones que manifestaba alguna hablaran por ambas- Cuanto despertamos y recibimos las ordenes de nuestra madre, únicamente vimos junto a nosotros la cápsula de Sascha.

-Bien, niñas...- expresó ligeramente abrumado el músico, echándose hacia atrás en el sofá, hasta que su espalda se acomodó contra el respaldo del asiento- Sería encantador seguir hablando con ustedes el resto del día pero sinceramente tengo hambre y supongo que ustedes también. No han comido desde que salimos de Astrella; además, necesitan ropa nueva.

-¿Podemos escoger?- preguntaron al mismo tiempo las hermanas, entusiasmadas ante la idea de comer y conseguir ropas nuevas. A diferencia de Alice, Frances y los suyos, ellas tenían un nivel de conocimientos que se basaba en el aprendizaje visual. No tenían la necesidad de que les explicaran algo: su cerebro lo hacía automáticamente por ellas. Como un avance médico y biológico, usaban 30% más de su cerebro que los humanoides de Vo y Watts.

-Así que tú jamás...

-Tengo una ligera noción acerca de cómo funciona el proceso, lo entiendo- se explicó el joven de cabello castaño, con la mirada perdida en el inmenso plato de huevos revueltos que engullía a una velocidad increíble, en presencia de Gustav, Phoebe y el hermano mayor de esta última.

Sascha
Decidido a no dejarlo morir de hambre, Andreas se levantó temprano por la mañana, dirigiéndose hacia la habitación en la que había instalado a su invitado, misma que pertenecía a su hermana en sus gloriosos días de soltera y que él había mandado a remodelar desde hacía mucho. Allí, entre suaves almohadones color turquesa, lo encontró dormitando profundamente, con una sonrisa enorme decorando sus labios rosados de complexión delgada. Débilmente, suspiraba de manera paulatina, como quien tiene un sueño agradable. Tendido cuan largo era en la cama, abrazaba con fuerza uno de los almohadones como si se tratase de una persona.

-A mí también me alegra tener alguien con quien vivir- musitó el ejecutivo con genuina alegría. Desde que Phoebe se había mudado con su entonces novio, se había sentido muy solo. Ahora, tenía con quien compartir sus noches y su morada. Finalmente, después de otro rato de contemplarlo en silencio, se dirigió a él con mucho cuidado de no sobresaltarlo con su voz- Oye… bella durmiente…
-¿Eh?- replicó éste de inmediato, completamente despierto, más, sin abrir los párpados.
-¿Quieres comer algo?- le preguntó cordialmente- Literalmente, llevas la vida entera sin probar bocado.
-No estaría mal- consintió de inmediato el sujeto que se identificaba a sí mismo bajo el nombre de Sascha Bennet.
Una vez que se hubo levantado del amplio colchón king size en el que se había alojado la noche entera, Andreas le enseñó pacientemente la forma de utilizar el baño con tina y jacuzzi con el que contaba la recámara y, de igual manera, lo guió a través del apartamento, enseñándole con detalle cada una de las habitaciones.
Finalmente, cuando lo hubo acicalado lo suficiente como para sacarlo a la calle, se topó con que tenía una llamada perdida en su holocomunicador, que provenía del número de su hermana, quien seguramente debía encontrarse en el departamento que desde hacía largo tiempo compartían con su marido, aún antes del matrimonio.
-¿Qué pasa, Phoebs?- le preguntó una vez que ésta le hubo contestado, ante la mirada atónita de Sascha. Con un gesto, le indicó que le explicaría luego.
-¿Cómo está tu invitado?- le contestó con otra pregunta la mujer, encontrándose en el vestidor de su hogar, preparándose para salir: estaba dispuesta a ir a auxiliar a su hermano en el cuidado de aquella inusual criatura.
-Bastante bien, gracias por desconfiar- replicó entre risas el individuo, recargándose contra uno de los mostradores de su cocina; a su lado, Sascha imitó el gesto, desde la postura hasta la manera en la que había acomodado los brazos, uno encima del otro- Antes de que hagas alguna anotación a lo que acabo de decir, analiza que fui la persona que te peinó durante todos tus años de colegio.

-Creí que habías perdido el toque- confesó ella, cruzándose de brazos de la misma manera, al otro lado de la línea- ¿Qué? ¿Lo vas a llevar a comer algo o intentarás cocinarle?

-Pienso mantenerlo con vida, ¿Sabes?- respondió el hombre, rascándose la barbilla. A su lado, su invitado hizo lo mismo, manteniendo cuidadosa observación en su tutor- Vamos a ir a desayunar. ¿Quieres acompañarnos?

-Suena fantástico. Envíame las coordenadas del lugar para que codifique mi aero con la dirección- pidió la menor de los hermanos, calzándose los zapatos de piso que había escogido para el conjunto que usaba.

-¡Maneja, Phoebe! ¡Maneja!- le aconsejó él, siendo irónico como acostumbraba- ¿Qué será de ti cuando las máquinas se revelen en nuestra contra? Serás la primera en sucumbir.

-¿Las máquinas se revelarán en nuestra contra?- preguntó Sascha, tremendamente alarmado. Como los primeros humanoides, aún tenía dificultades para distinguir el sarcasmo, el más difícil de los tonos humanos de comprender.

-Es un chiste, viejo; también te lo explicaré más tarde- le esclareció Andreas, antes de dirigirse a Phoebe de nuevo- Está bien, nosotros ya nos vamos porque esta criatura luce famélico. Hasta luego.

-¡Los veremos pronto!- se despidió la esposa de Gustav, cortando la comunicación entre ambos.
 -¿Y bien? ¿Te quedarás?

-Eso depende de ti... ¿Quieres que me quede?- cuestionó el hombre, sentado sobre el borde del colchón, con el torso descubierto.

-¿Lo harás? ¿Si digo que sí, lo harás?- inquirió la mujer, cepillando su corto cabello rubio. Jamás antes había sentido tanto miedo de que un hombre se alejara de ella.

-Sí- contestó el individuo, mirándola ir de un lado para el otro dentro de la recámara- Pero tendría que ir por mis cosas.

-Podemos llamar a un camión de mudanzas esta tarde- sugirió ansiosa la criatura, deteniéndose una vez más frente al tocador, al mismo tiempo que se pintaba los labios de color coral.

-Me parece excelente- aceptó él, dejándose caer de espaldas sobre la cama. A pocos metros de él, la mujer se volvió para mirarlo, con una sonrisa enorme dibujada en su rostro, propia de la felicidad genuina que experimentaba en aquél instante.

-Azul...

-Amarillo...

-Va a ser un niño, un niño merece un cuarto azul- argumentó la mujer, avanzando con el carrito de compras entre las manos, por los pasillos de la enorme tienda departamental, observando las distintas gamas de colores que había allí, frente a ella.

-Todavía no lo sabemos y, dada nuestra no humana naturaleza, no podemos asumir que sí va a serlo- refutó el individuo que iba con ella, tratando siempre de ser razonable y no imponerse por la fuerza puesto que, sabía de antemano, que su esposa ganaría en cualquier discusión, ya fuese con él o con el mismísimo presidente de los Estados Unidos.

-¡Claro que sí será un niño! Puedo sentirlo en mis entrañas- insistió Selick, tocándose el vientre abombado con ambas manos- ¿Ves? Si no fuera un niño, no podría hacer eso; se movería.

-Selick... tiene dos meses...

-¡Podría hacerlo si quisiera! Si fuera una niña determinada, como su madre- rió traviesamente la humanoide.


1 de junio de 2012

Salvos


Salvos by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

De pié en el mismo punto helado de la montaña donde los había dejado su avioneta, humanos y humanoides se acomodaron de manera que todos pudieron entrar. A lo lejos, se escuchaban atronadoras explosiones, acompañadas de levantamientos de tierra que hacían que el suelo bajo sus pies timbrara fuertemente. En un momento de reflexión, Alice se volvió hacia Bill aterrorizada.

-¿Y los estudiantes de Vo y Watts?- inquirió la angustiada humanoide.

-Tranquila- la consoló Bill, con una sonrisa orgullosa que expresaba más de lo que podían decir las palabras- Los verás muy pronto.

Sintiéndose aún incómoda, la criatura no añadió nada más y, silenciosamente, comenzó a aproximarse a la avioneta, la cual ya había encendido motores y comenzaba a calentarse; sin embargo, antes de subir, se acercó a Bill y sin importarle la urgencia que tenían por salir de allí, lo besó directamente en los labios, justo como había extrañado hacerlo en todo aquél tiempo que habían pasado separados.

-Gracias por venir a rescatarme- susurró ella contra sus labios, mirándolo a los ojos de una manera casi hipnotizante.

-Gracias por darme una razón para venir: nuestro amor- expresó él románticamente, aliviado de tenerla de vuelta a su lado. Cuidadosamente, la ayudó a subir a la avioneta entre la apretujada multitud, quienes reían entre sí, contentos de haberse zafado de aquella mortal situación. Por otro lado, los recién llegados Tim, Violet y Sascha hacían migas con humanos y humanoides por igual, mostrándose cordiales con todos.

-Por cierto- mencionó Alice, cuando estaba a punto de subirse a la cabina de pasajeros- Tengo una excelente noticia que darte, pero lo mejor será hacerlo cuando estemos de vuelta en casa.

-Si tú insistes...- contestó encantado el músico. ¿Acaso algo podría ser mejor que la adrenalina de haber rescatado a su novia de las garras de una multimillonaria corporación y ahora, tenerla entre sus brazos de nuevo? Bill dudaba.

-Vaya...- musitó la mujer que los había llevado allí, viendo por la ventanilla el desbarajuste que el descomunal grupo había armado- Ustedes sí que saben boicotear una compañía.

-No estuvimos solos- respondió Andreas, estrechando la mano de Violet entre las suyas quien, encantada, no pudo evitar sonreír ampliamente.

Tras varias horas de vuelo, para su enorme satisfacción, Phoebe y el resto de los humanos que habían permanecido en Los Angeles, observaron aliviados la pequeña avioneta descender sobre la pista de aterrizaje, cuando aún era de madrugada; sin embargo, grande fue la sorpresa que se llevaron cuando, además de los sujetos a los que iban a rescatar, habían vuelto con más gente de la esperada. Aún desnudos, Sascha, Tim y Violet se bajaron del avión, pisando con cuidado en aquellas tierras desconocidas, observando todo aquello que los rodeaba. Atónitos ante semejante aparición, la esposa de Gustav y el resto de las amistades de la banda se aproximaron a la carrera para darle a los recién llegados sus abrigos, frente a sus sonrisas amistosas y cargadas de curiosidad.

A partir de ahí, todo se convirtió en abrazos, vitores, presentaciones poco esperadas, reencuentros y lágrimas, que cargaron de emoción el momento que se vivía en aquella diminuta pista de aterrizaje, la cual abandonó la avioneta en cuanto le hubieron pagado a la mujer que la piloteaba, quien no se atrevió a hacer una sola pregunta al respecto de todo lo sucedido. Había estado en situaciones aún más extrañas.

-Parece que, después de todo, los humanos no son tan malos como pensé- confesó Selick, ante los atónitos oídos de Alice, quien se volvió a verla con el rostro desencajado a causa de la emoción- Quizá no sería tan mala idea frecuentarlos de vez en cuando.

-O muy seguido- propuso la pelinegra, dirigiéndole una mirada complacida a Briant, quien, a la distancia, observaba al revuelto grupo de humanos y humanoides relacionarse en calma, mientras él, comodamente, abrazaba a Annya por los hombros y ésta, a su vez, se asía a su cuerpo, estrechando sus brazos en torno a la delgada cintura del individuo.

-Al parecer, más de lo que nos hubiese gustado en un comienzo- rió Redgie, tomando por la cintura a su mujer-Y mientras eso sucede, nosotros...

-Y ellos también, querido; no lo olvides- sonrió Selick con complicidad, observando a Alice con verdadero orgullo- Me muero por conocerlo.

-Creo que aún faltan unos buenos siete meses para eso- contestó Alice, palmeándose su vientre el cual, hasta apenas había venido a notar, parecía un poco más abultado de lo normal. A lo lejos, Bill la observó con extrañeza ante la elaboración de ese gesto, más pensó de inmediato que seguramente su novia tendría hambre, después de todas aquellas emociones.

Una vez que el emotivo momento hubo pasado, fue tiempo de decidir cómo se organizarían para volver a casa. Para empezar, ya no tenían que temer que Astrella los estuviese buscando, eso ya había quedado en el pasado. Después, venía el tema de decidir a qué sitio iban a mandar a los humanoides que, según sus propias bocas, habían sido una creación confidencial de Alexis Blair, la cual, al ver lo desesperado de la situación de Bill y sus compañeros, los había soltado con la finalidad de que los ayudasen. Por unanimidad, se decidió que Georg se llevaría a Tim consigo, más ésta no quiso soltar a Violet ni un momento, confesando de inmediato que eran hermanas mellizas y no existía poder humano que pudiese separarlas. De esa manera, súbitamente Georg Listing ya no se encontró solo; por el contrario, ahora tenía dos encantadoras compañeras de piso y para mejor, se encontraba perdidamente enamorado de una de ellas.

Por otro lado, en un gesto de amabilidad espontánea, Andreas se ofreció a llevarse a Sascha, con quien había hecho buenas migas en el camino. Éste, le sonrió a su acompañante rubio de inmediato y como por impulso, lo abrazó a pesar de apenas encontrarse cubierto por un abrigo de Fabiho.

-Mi pequeño pupilo- lloriqueó Andreas entusiasmado: ahora él tampoco estaría solo.

De último, Annya y Briant resolvieron, a pesar del poco tiempo que llevaban conociéndose, mudarse al departamento de ella y el resto de los humanos y humanoides se repartieron de manera normal, cada uno en sus hogares. Finalmente, al cabo de varios días de angustia, Alice Project regresó a su hogar con absoluta tranquilidad, sabiendo que las asperezas con su familia se habían limado y que ahora, podía llevar una vida como siempre la había soñado: libre.