30 de enero de 2012

Unidos


Unidos by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Sentada a la orilla de una superficie cristalina, cuyo contenido se antojaba acuoso, tibio y agradable al tacto, la mujer suspiraba en voz alta, sabiéndose completamente sola y harta de los juicios vacíos de la madre de su novio. Desde hacía rato, de manera voluntaria había desconectado su canal auditivo, deseosa de no saber más de las palabras que se decían acerca de ella y de su nada usual origen. Como consecuencia, no pudo escuchar los pasos que se digirían lentamente hacia su posición, cuidadosos y alegres, resonando contra el suelo atiborrado de mosaicos. Repentinamente, de lo único de lo que fue consciente fueron sus brazos cálidos, envolviéndola en un abrazo amoroso.

Patio de Simone y Gordon
-Hola-susurró él a su oído, justo a tiempo pues en aquél instante ella volvió a encender sus oídos, ansiosa de conocer el veredicto de aquella acalorada discusión.

-Hola-respondió ella de manera apresurada, girándose para buscar su mirada-¿Qué pasó?-

-¿De qué?-inquirió él, fingiendo demencia, mientras se acomodaba tras la mujer, envolviendo el resto de su cuerpo entre sus largas piernas.

-No te hagas-contestó su novia, molestándose ante aquél gesto suyo. De verdad le carcomía las entrañas el saber qué había sucedido allí-Sabes bien de qué hablo-

-No se te escapa nada, ¿cierto?-respondió el músico con una sonrisa, apaciguando a la chica con una caricia en su rostro de porcelana-Todo acabó bien. Mamá dice que lo nuestro está bien-

Apenas hubo acabado de hablar, Bill Kaulitz sintió los labios de su novia estrellarse con los suyos, en un apasionado y placentero beso que los dejó a ambos sin aliento. Contentos, se reían de felicidad, sabedores de que contaba con el apoyo de los padres de Bill para seguir con su relación. Tras una ventana, Simone los observaba callada, tomada de la mano con Gordon.

-Espero que esta sea la buena...-susurró la angustiada madre, mirando a la feliz pareja.

29 de enero de 2012

Sorprendente


Sorprendente by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Tómalo por la raíz, hija...-

-Pero, padre...-

-No va a pasar nada malo, querida... recuerda que podemos reimplantarlo-

-¿Estás completamente seguro?-

-¿Es que alguna vez te he mentido, mi amor?-

-¡Alice!-gritó una voz que la aturdida criatura apenas pudo escuchar, sus oídos cubiertos por los recuerdos de momentos pasados que, súbitamente, no la dejaban en paz-¡Arranca el árbol! ¡Ahora!-

Jardín de Simone y Gordon
En silencio, la delgada criatura se aproximó al tronco de cubierta rugosa, superficie marrón y olor a tierra, sintiéndose mal por lo que estaba a punto de hacer. De un tirón, despegó por completo cada uno de los filamentos que conectaban al ser vivo que la humanoide tenía entre manos, levantándolo por encima de su cabeza. Frente a ella, Simone Kaulitz la miraba en silencio, los ojos abiertos como platos.

-Tenemos que hablar de esto- alcanzó a musitar la impactada mujer, sin darle crédito a lo que veía -Ahora-

Y fue de esa manera como Bill y Tom Kaulitz, cantante y guitarrista respectivamente de la banda alemana Tokio Hotel,  se encontraron sin haberlo planeado así en una de las múltiples salas de la lujosa y bien amueblada residencia de su madre, defendiendo a capa y espada a la novia del más jóven de los gemelos. Del otro lado de la casa, en una de las recámaras de invitados, la criatura intentaba hacer caso omiso de los comentarios hirientes que llegaban a sus oídos, luchando por bajar la intensidad con la que los escuchaba utilizando como herramienta los canales de la televisión que había en la recámara, cambiándolos tan rápidamente que difícilmente pudiera concentrarse en las palabras malintencionadas de la madre de los hermanos Kaulitz.
Comedor de Simone y Gordon

-Mi amor, ¡es una abominación!-exclamó Simone, ambas manos sobre la mesa, la expresión consternada y los ojos saltados a causa de la impresión.

-¡Es una persona, mamá!-le contestó su hijo menor, inclinándose hacia ella en su asiento en posición defensiva, sintiéndose ofendido por el término que su progenitora había usado para describir al ser que más amaba en el mundo.

-¡Tú mismo me acabas de decir que no es una persona!-alegó la madre, antes de referirse a su pareja-¿Qué dijo que era con exactitud, Gordon? ¿Un androide?-

-Una humanoide, cielo-respondió el padrastro de los chicos, el más calmado en la mesa junto con Tom.

-Lo que sea-expresó la exhaltada alemana-No es normal-

Simone Kaulitz*
-¿Normal?-se burló Bill, pensando en lo mucho que había llegado a aborrecer este término en aquella última semana-Mamá, ¿acaso yo te parezco un hombre normal?-

-Corazón, no hay que hablar de eso...-

-Contesta mi pregunta-le exigió el menor de sus hijos, observándola con su mirada más retadora, en espera de una respuesta.

-No, mi amor... sinceramente no...-suspiró la mujer, sabiendo bien que había metido la pata-Y es por eso que eres tan famoso... por ser original-

-Ahí está-contestó el cantante, sacando su faceta más feroz, frunciendo el ceño de igual manera que lo hacía su progenitora.

-¡Pero...! ¡Mi cielo...!-

-No hay "pero" que valga para mí-interrumpió Bill a la mujer que le había dado la vida-Yo sé que soy diferente y, por lo tanto, no podía pedir otra cosa que una mujer así, diferente. Yo la amo, mamá; como nunca había amado a nadie más en la vida y necesito que sepas que... ahora tal vez no podemos vernos juntos a largo plazo pero... ella va a estar conmigo, la quiero a mi lado-
Tras dos horas de larga discusión, en la cual la familia Kauliz Trüemper se había sumergido por completo en temas tales como ética y "lo que era correcto", finalmente Simone Kaulitz profirió un suspiro entre sus sonrosados labios, dando por terminada la conversación.

-Entonces supongo que está bien-emitió su veredicto final, alegrando el corazón de su hijo, el más pequeño.



*La fotografía utilizada pertenece a la actriz Juliette Binoche, a falta de fotografías de la madre de los gemelos, se buscó a una artista que guardara cierta similitud con ellos.

27 de enero de 2012

Madre



Madre by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-No puedo creer que estemos haciendo esto...-musitó el enfadado vocalista, molesto ante el hecho de tener que estar ahí por compromiso y más por uno tan grande.

Detrás de él, su novia, una hermosa criatura de cabello negro que le caía por los hombros, y su hermano, un alto y bronceado hombre de alrededor de 1.90 de estatura, lo miraban de maneras bastante diferentes.

-¿Por qué está así?-le preguntó la delgada y estilizada mujer al hombre que venía a su lado.

-Esta situación no le gusta-explicó su interlocutor, sonriendo abiertamente mientras los tres avanzaban por la pista de aterrizaje-Siempre que se encuentre incómodo en un lugar se va a portar así-

-Pero... ¿Es mi culpa?-quiso saber Alice, caminando a un lado de Tom.

-No-le contestó éste de inmediato-Lo que pasa es que... bueno, ya lo verás...-

-¿Crees que no le agradaré a tu madre?-inquirió la humanoide, cada vez más nerviosa a cada segundo que pasaba.

-No es eso-le aseguró el mayor de los hermanos Kaulitz-Lo que pasa es que... mi mamá es una persona un tanto difícil cuando se lo propone y... cuando llegues allá te darás cuenta de por qué ninguno de nosotros está casado todavía-

-¿Exigente?-preguntó Alice, sonriendo de manera imperceptible por debajo de sus enormes gafas Chanel.

-Demasiado-contestó Tom a su sonrisa con una idéntica-Lo que pasa es que somos sus...-

Recibidor de Simone y Gordon
-¡Bebés!-exclamó una voz femenina, dulce y tierna, en cuanto los dos hermanos pasaron a través de la puerta de entrada de la residencia en la que vivía su madre con su padrastro. De inmediato, una mujer idéntica a Bill salió a recibirlos, su cabello castaño avellana ondeando detrás de ella.

-Mamá...-replicaron ambos con tono resignado. No les gustaba que los llamara "bebés" cuando ya tenían más de veinte años y medían casi dos metros de estatura.

-¡Que gusto me da verlos!-insistía la progenitora de los gemelos, sin darse abasto para tomarlos entre sus brazos. A su lado, aquella tierna mujer parecía muy pequeña. Detrás de ella, un hombre de rasgos gentiles y mirada perspicaz observaba a los chicos, quienes, una vez que hubieron terminado de ser apapachados por su madre, avanzaron hacia él.

-Hola, Gordon-dijeron los gemelos a coro, de manera respetuosa.

-Buenos días, muchachos-les sonrió el hombre, antes de tomar a cada uno de ellos entre sus brazos cariñosamente pero sin serlo demasiado, a diferencia de su madre. Acabado todo aquél espectáculo amoroso, Bill se centró de inmediato en el punto principal de aquella visita: presentarle a Alice a sus padres.

-Ah... ven, amor-llamó el vocalista a su novia, quien permanecía en silencio aún en la entrada. De inmediato y sin disimularlo si quiera, Simone Kaulitz fijó sus inteligentes ojillos castaños en la figura de aquella extraña mujer que su hijo había traído a casa; Gordon, por su parte, fue un poco más discreto. En silencio, la humanoide avanzó hasta la posición del cantante, quien de inmediato le tendió su mano en un gesto protector. Calladamente, se tomaron de las manos, permaneciendo en el centro de aquél extraño círculo que se había formado en torno a los dos-Mamá... Gordon... ella es Alice, Alice Project. Es mi novia-

El momento que siguió a aquél instante, durante los segundos que duró, resultó tremendamente incómodo. Sin intentar ser cordial, Simone le echó una mirada de pies a cabeza a Alice, inspeccionándola: su hijo sabía bien lo exigente que podía llegar a portarse con las mujeres de ambos. A primera vista, le pareció una criaturita simpática, seguramente modelo de revista, con sus rasgos avispados y esos tremendos ojos azules que le conferían una apariencia inocente pero inteligente al mismo tiempo. La piel blanca como de porcelana, los labios rosados y carnosos y la nariz de una curvatura perfecta. El cuerpo intachable, la vestimenta elegante y juvenil al mismo tiempo. Sinceramente, estaba impresionada.

-Mucho gusto-intervino en voz alta la criatura, pensando que era lo correcto para decir en aquél momento.

-Mucho gusto-respondió Simone en un tono monocorde, intentando no dejar ver sus emociones a través de su voz, característica que compartía con su hijo menor-Entonces, ¿Alice, cierto?-

-Así es-contestó la muchacha, sin quitarle la vista de encima a su suegra. Si Bill había sido capaz de soportar a Selick y el resto de su familia, la humanoide bien podía ingeniárselas para tolerar el nada sutil escrutinio de la madre de los gemelos.

-Está bien-expresó Simone, como si quisiera restarle importancia al asunto. Sin embargo, todos los allí presentes excepto Alice sabían que las cosas todavía no "estaban bien"-Ahora, vamos a preparar el desayuno, ¿Quieren? Me muero de hambre-

-¡Yo te ayudo!-se ofreció Bill de inmediato, sabiendo que probablemente así podría saber un poco más acerca de la opinión de su madre con respecto a su novia.

-Será todo un gusto, cariño-le sonrió la mujer a su hijo menor, comenzando a avanzar hacia la cocina-Gordon, tú y Tom coloquen los cubiertos y la mantelería. Alice... puedes ir al jardín si te place-

Cocina de Simone y Gordon
-Mamá, verás... Es que Alice... Bueno, Alice es diferente a las demás chicas-comenzó a explicar Bill  recargado en un mostrador en la cocina de su mamá, mientras observaba a su novia a través del ventanal que daba al jardín trasero de la enorme y hermosa casa de sus padres.

-Claro que es diferente, mi amor- le respondió Simone al cantante con una gran sonrisa, al mismo tiempo que escurría unas piezas de brocoli que acababa de lavar para el desayuno- Es tu novia. Por supuesto que tiene que ser diferente. Aunque diferente no es precisamente la palabra que yo usaría. Yo la llamaría especial-

-No, mamá. Es que... No es eso- tartamudeo el vocalista, nervioso por cómo pudiera reaccionar su madre a la noticia que tenía que darle. Lo habían hablado con Alice antes de partir de casa y entre los dos decidieron que era lo correcto- Sí es especial como persona, pero también es especial como algo más...-

-Billy, cariño. No entiendo que me quieres decir- confesó la mujer, observando cariñosamente a su hijo sin desatender sus tareas, dándole así tiempo para que acomodara sus ideas.

-Mamá- respiró profundamente el músico, sintiendo que se derrumbaba por dentro a causa de los nervios- Alice es una humanoide-

Durante unos segundos después de que Bill hubo hablado, un incómodo silencio se creó entre las dos personas que se encontraban en aquella cocina. Más, apenas segundos más tarde, Simone estalló en carcajadas, tan fuertemente que dejó caer el escurridor que tenía entre sus manos.

-Billy, corazón- alcanzó a decir su mamá, interrumpiendo momentáneamente sus risas- Crei que ya habíamos superado esa cosa de los humanoides-

-¡Pero mamá!- chilló el frontman, desesperado por la incomprensión de su madre. Era la primera vez en su vida que sentia que ella de verdad no lo entendía- Esta vez hablo en serio, ella...-

-Mi amor... seguramente el vuelo te afectó la cabeza. Debes de tener algo de jetlag. Creo que deberías ir a acostarte un rato hasta que te sientas mejor-replicó Simone, observando con preocupación a su hijo el más pequeño-¿Qué te parece si por este momento me dejas consentirte y hablamos de este tema después? ¿Qué dices?-

-¡Mamá! ¡Por favor, no me trates como un bebé!- insistió Bill, sintiéndose tremendamente frustrado. Ni siquiera cuando era un adolescente se había visto obligado a pronunciar palabras como éstas- ¡Es más! ¡Ven! ¡Te lo demostraré!-

Sin darle más explicaciones, el líder de Tokio Hotel corrió hacia el patio, jalando tras de sí a su madre de la mano; quien cada minuto se sentía más preocupada debido a las palabras de su hijo. Llegaron al jardín trasero de la casa de Simone y Gordon, dónde Alice jugueteaba con el viejo Scotexx.

-¡Alice!- le gritó Bill a la distancia a su novia, quien lo escuchó un momento antes de levantar la mirada y verlo acercarse con su madre de la mano.

-¿Qué hay corazón?- contestó ella, interesada en el por qué Simone se veía bastante agitada y su hijo aún más.

-¡Arranca ese árbol, rápido!- le pidió rápido, cambiando de posiciones con su madre para que ella quedara al frente de aquella alocada carrera y no se perdiera ni un segundo de lo que Alice estaba a punto de hacer.

-¿Qué?-inquirió la humanoide, completamente perpleja ante semejante petición.

-¡Arranca el árbol!-repitió el cantante.

-Bueno...-replicó ella, aproximándose al árbol más grande que encontró en todo el jardín.


25 de enero de 2012

Angustia


Angustia by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Dando vueltas por la habitación, se le veía a Bill Kaulitz realmente angustiado, caminando apresuradamente en círculos cada vez más reducidos, hasta que terminó únicamente dando un paso hacia un lado, antes de darse una media vuelta y dar un paso hacia el otro lado y así sucesivamente. Sentada frente a él en el sofá de la sala, ya completamente vestida, Alice tenía que hacer grandes esfuerzos para no romper en carcajadas frente a él; sabía que a su novio no le causaría mucha gracia que ella hiciera eso en aquél preciso momento.

-¿Amor?-

-Sh...!-expresaba el vocalista, poniéndose un dedo frente a la boca cada vez que hacía esto, antes de volver a pensar de nuevo. No fue sino al cabo de una hora de aquél extraño espectáculo cuando el cantante finalmente se dejó caer en el sofá al lado de su novia, completamente derrotado, hablando con una voz cascada que hacía del entendimiento de sus palabras una tarea sumamente complicada-No tengo una puta idea de qué vamos a hacer-

-Cielo... cálmate-le pidió la humanoide, sin saber exactamente qué significaba "puta"-Es más, no sé por qué te pones así... simplemente es una visita a tu madre-

-¡Sólo una visita a mi madre!-exclamó el frontman, con el Jesús en la boca, escandalizado-¡Ya quisiera yo que sólo fuera eso!-

-¿Y qué es entonces?-inquirió la criatura que se hallaba junto a él-Porque bajo mi lógica, no tiene ningún otro significado-

-Tú lo has dicho-expresó el exhausto músico-Bajo tu lógica. Espérate a que le cuente a Tom y vas a ver que hablamos de la misma cosa-

Y justo cuando lo estaba diciendo, el interpelado pasó por la puerta principal del hogar de los tres adultos jóvenes, sonrisa en mano, expresión enamorada en el rostro.

-¿Qué hay, chicos?-saludó el mayor de los hermanos Kaulitz, de pié en la puerta.

-Mi mamá quiere conocer a Alice-exclamó de inmediato Bill, con un tono serio e impersonal, sin darle ningún tipo de énfasis especial.

Lentamente, el guitarrista de Tokio Hotel fue girando su rostro para mirar mejor a Alice y a Bill, quienes permanecían en silencio en el sofá contra la ventana que ocupaba toda una pared, para enfocar sus pupilas sólo en su hermano. De súbito, comenzó a carcajearse con ganas, como si en vez de una buena noticia le hubiesen contado un chiste.

-¡Ya te jodiste!-alcanzó a vociferar Tom entre sus risas-Estás verdadera y tremendamente jodido, ¿pero qué puedes pedir? Eres un pendejo. Si se te hubiera ocurrido por lo menos contarle antes en un email o algo de esa naturaleza acerca de tu chica, probablemente no estarías metido en este lío-

-¡Ya lo sé, maldita sea! ¡Ya lo sé!-replicó el líder de la banda, dejando salir su enfado de nuevo-Probablemente pueda inventarle alguna excusa...-

Pero antes de que el preocupado novio de Alice terminara de hablar, un timbre sonó en el holocomunicador de la casa, con el cual los gemelos contaban porque venía incluído con el departamento, anunciando la llegada de un mensaje para todos los Kaulitz. Extrañados, Bill y Tom se miraron el uno al otro, pues pocas eran las personas que sabían de la existencia de este conducto suyo. Así, Tom se aproximó poco a poco a la plataforma circular en la que se transmitían los mensajes en 3D; para cuando hubo llegado allí, otra vez prorrumpió en risas. 

-¡Adivina para quién es!-exclamó en tono burlón, presionando en el panel de control la opción de altavoz.

-Usted acaba de recibir tres boletos para un vuelo redondo internacional para el Hamburg-Fuhlsbüttel Airport-comunicaba una voz computarizada-Fechados dentro de tres días hábiles-

-Que detalle...-se burló Tom, mientras los tres presentes en aquella habitación escuchaban el resto de la información que les iba proporcionando la computadora-Te compró los boletos...-

-Se hace chistosa...-replicó Bill con cara de pocos amigos-Sabiendo bien que tengo un jet...-

-Tenemos, dijo el otro-contestó su hermano mayor-¿Entonces qué? ¿Comenzamos a empacar de una vez? Yo no tengo compromisos para hoy ni los cuatro días siguientes-
-¡Ay, maldita sea!-exclamó el menor de los hermanos-¡Entonces hay que empezar a hacer las putas maletas para que las documenten!-



23 de enero de 2012

Revés


Revés by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Sentada a aproximadamente cuatro metros de distancia de él, la criatura no dejaba de mirarlo con sus llamativos y hermosos ojos verdes, pretendiendo que tomaba de una botella de agua a través de un popote, fingiéndose muy cansada. Él, por su parte, se encontraba sentado con una expresión enigmática y al mismo tiempo entretenida en su rostro, con la mitad de su cara apoyada en la mano que mantenía extendida a un costado de la misma. Silenciosamente, se miraban uno al otro, más no querían admitirlo: sabían lo que significaría. Además, para peor, la guardiana, el obstáculo de aquella relación, se encontraba en la misma recámara, al mismo estilo de una chaperona victoriana, guardándolos celosamente, no fuera que se lanzaran uno en brazos del otro y como aquello ya había sucedido antes, no faltaban estadísticas para creer que podría volver a pasar.

A partir de aquél glorioso encuentro en el que ambos unieron no sólo sus cuerpos, sino también sus almas, un instinto de querer estar con el otro, que había pervalecido durante un tiempo razonable dentro de sus corazones, se disparó sin que ninguno pudiera detener su marcha; sin embargo, el obstáculo era aquello que les impedía estar juntos. A pesar de que a uno de ellos no le importaba en lo más mínimo lo que aquella cancerbera de corazón de hielo y mente calculadora pudier decir, al otro le preocupaba en demasía, viviendo en la zozobra de no saber cuándo la celadora llegaría a enterarse.

De manera bastante cuidadosa, ambos intentaban esconder lo mejor que podían aquello que sentían por el otro, no siendo demasiado evidentes al encontrarse en cualquier pasillo, o desaparecer en el mismo momento de un lugar público; después de todo, había siempre cientos de miradas sobre ellos, vigilándolos desde cualquier rincón. Secretamente, él le enviaba holomensajes de hermosas palabras, conmovedores versos que buscaba en libros, cosa extraña en él, así como tarjetas virtuales prominentes en holoflores de cuatro dimensiones que la deleitaban con sus exóticos aromas a la mujer. Sin embargo, ambos bien sabían que lo suyo no podía ser. 

Mientras tanto, otra pareja de amantes, entre la cual todo iba de maravilla, vivía ya sin preocupación alguna, encerrados ambos en su propio mundo, su nido de amor ideal que compartían con su familia y amigos. A partir del primer encuentro sexual que habían tenido, un sentimiento de pertenencia estalló entre ambos, disparando así instintos de cuidado, cariño y protección por el otro que antes jamás habían sentido con tanta intensidad. Ambos se preocupaban en demasía por el objeto de sus atenciones, prodigándole toda clase de atenciones y cuidados inimaginables. Además, la placentera experiencia había estrechado aún más el vínculo que ambos mantenían, sintiéndose como si hubiesen estado juntos de toda la vida.

Justamente aquella mañana en la que ambos individuos se miraban el uno al otro, en un edificio ubicado en el centro de la ciudad, la otra pareja se mantenía acostada boca abajo en la cama de él, en la que ambos llevaban ya meses durmiendo juntos, completamente desnudos, pero felices a más no poder. Con los comienzos de la brisa otoñal pasando por sus cabellos, se reían mutuamente sin necesidad de palabras, escuchando únicamente la respiración del otro.

-¿Qué?-se atrevió a hablar finalmente uno de ellos.

-Nada-sonrió la otra persona, colocando sus manos debajo de su rostro en un triángulo, intentando acomodarse mejor.

-Bueno...-respondió el interlocutor, comenzando a reírse sin saber por qué. No fue sino hasta dentro de su cabeza, un timbrecillo comenzó a sonar, propio de una llamada a su holocomunicador. En un movimiento, se giró para quedar con la espalda contra el mullido colchón de sábanas color arena, antes de contestar-¿Sí, diga?-

-¡Mi amor!-gritó una voz femenina a través del auricular, casi reventándole los tímpanos al individuo que acababa de coger la llamada. De inmediato, el hombre reconoció aquél tono de voz suave y dulce.

-Hola mamá-contestó él, sonriendo de manera involuntaria. ¿Qué pensaría ella si lo viera así?-¿Cómo estás?-

-Bastante indignada-reveló la fémina del otro lado de la línea.

-¿Y eso como por qué?-inquirió Bill Kaulitz, al mismo tiempo que comenzaba a reírse, al pensar en la imagen de su madre enfadada: resultaba bastante cómico.

-¡Tienes una relación y no me lo dijiste!-exclamó una enfadada Simone desde Alemania, estampando uno de sus pequeños pies contra el suelo amaderado de la habitación en la que se encontraba.

-Ah, eso...-sonrió él en respuesta, girando su mirada para observar a Alice, quien, a su vez, lo miraba a él con una expresión entretenida en su rostro-Sí, bueno... iba a decírtelo-

-"Iba a decírtelo"- repitió la indignada madre-No hay excusa que valga. Te quiero en casa, en menos de una semana, con tu hermano y la mujer con la que sales. Gordon y yo la queremos conocer-

Súbitamente, la sonrisa que el mayor de los hermanos Kaulitz había mantenido tan bien durante las últimas horas desapareció por completo, dándole paso a una expresión de angustia y alarma que Alice no le había visto jamás antes a Bill. Asustada, se levantó a medias de la cama, apoyándose sobre una de sus manos.

-¿Una... semana?-farfulló el vocalista, en espera de que su madre estuviese bromeando con él.

-Menos, si te es posible-replicó la alemana, a manera de ultimatum-Te veo pronto, bebé. Te amo mucho-

-Y yo a ti, mamá...-contestó el cantante, ya sin tanto entusiasmo como al principio. Para cuando quiso darse cuenta, la llamada ya se había cortado.

-¿Amor?-llamó Alice a Bill, preocupándose cuando vio que este se quedó estático durante algunos minutos-¿Estás bien?-

-Estamos metidos en serios problemas-replicó después de un rato el frontman, con la mente totalmente en blanco acerca de su próximo y obligado viaje a Alemania.


22 de enero de 2012

Obsequio


Entrega by Diana Harlu Rivera on Grooveshark



Huntington Library
De pié a la entrada de la Huntington Library, se encontraba una silueta delgada, de piernas largas, brazos de piel blanquecina cubiertos de pequeñas y casi imperceptibles pecas solares, así como nariz perfilada y de curvatura perfecta. El sol del atardecer caía sobre la piel desnuda de las piernas, haciéndolas fulgurar a la distancia; al mismo tiempo, se encargaba de hacer fulgurar el color rojizo de su cabello ensortijado. En cuanto la percibió su mirada, el corazón del hombre que iba acercándose un paso a la vez a la fascinante criatura se alocó repentinamente, latiendo desbocado. Al notar su presencia por el camino de piedra blanca, ella le sonrió en respuesta.

-Hola-se comunicó la delgadísima fémina.

-Por favor…- susurró una voz muy diferente, cargada de temor, cuya interlocutora se encontraba aprisionada contra una pared de concreto sólido -No me lastimes-

-Yo jamás te haría daño- contestó el agresor, una de sus manos estampada contra la misma superficie pintada de blanco contra la cual la espalda de la mujer se encontraba apoyada. Sin quererlo así, había asustado a su pobre víctima.

Con suma delicadeza, más de la que había empleado en toda su vida, fue acercando esa misma mano que tenía contra la pared hacia el rostro de piel clara de la criatura, hasta que finalmente alcanzó su pómulo derecho. Instintivamente, la mujer contuvo la respiración, esperando alguna clase de maltrato o agresión e, internamente, preparándose al mismo tiempo para defenderse.

-Te amo, Alice- le susurró Bill al oído a su novia, rozando ligeramente con sus labios la mejilla de ella al aproximarse a su cuerpo. En respuesta, la humanoide dejó escapar de entre sus labios sonrosados un tenue suspiro musical al sentirlo tan cercano. Era como si ya no fueran dos cuerpos, sino que se hubieran fusionado en uno solo.

Tomados de la mano, en Huntington, Frances Umbrose y Tom Kaulitz recorrían silenciosamente los jardines de la hermosa biblioteca, como si fueran amantes de toda la vida y no personas que apenas se estuvieran conociendo. Emocionado de sobremanera, el guitarrista no podía dar crédito a su suerte.

-¿Te puedo hacer una pregunta?- inquirió él de manera suave, rompiendo el cálido silencio que los rodeaba.

-Creo que sí- contestó la mujer con una sonrisa, balanceando las manos de ambos al caminar de manera intencional.

-¿Y me la responderías?- insistió el hombre, algo nervioso.

-No puedo prometerte nada- admitió ella- Pero lo intentaré-

-¿Por qué me enviaste aquél mensaje?-

-Cometimos un error- explicó el hombre de cabello canoso y barba rala, con su mano derecha colocada en la ancha espalda del sujeto que tenía a su lado, el cual no dejaba de lamentarse acerca de su situación.

-¿A qué se refiere?- preguntó el interpelado, con voz pastosa, secándose las lágrimas que escurrían por sus mejillas y causaban enrojecimiento en sus encantadores ojos.

-Nosotros, bueno… nosotros no debimos meternos en algo tan grande como esto- intentó darse a entender el doctor Richard Vo. El sabía que fallaría, estaba completamente seguro. Después de todo, ¿Cómo podía algo tan grande y sublime como eso ser controlado por un montón de análisis genéticos?

-¿Qué haces?- preguntó Alice, sintiendo la frialdad de la pared al mismo tiempo que su cuerpo se hacía cada vez más consciente de la presencia del de Bill. El abdomen de piel blanca del vocalista topaba contra el de su novia, de una manera que a ambos les producía cosquillas en todo su ser.

-Algo que debí hacer hace mucho tiempo- respondió el frontman, colocando primero su mano izquierda y después la derecha sobre la cadera de ella; quien titubeante pero segura de lo que hacía levantó las manos para colocarlas en los hombros delgados del hombre al que tanto deseaba.

-¿Cuánto exactamente?- insistió la humanoide. Sabía que si continuaba hablando se mantendría más consciente de lo que estaba pasando.

-Desde el día en que te conocí- suspiró Bill acercando sus labios a los de ella, que se habían quedado entreabiertos aunque había dejado de hablar hace rato.

-¿Qué quiere decir con que es algo que no se puede controlar?- exigió Briant, poniéndose de pié en la sala confinada de los Astrella Laboratories.

-Nosotros fallamos en eso, hijo- remarcó el doctor Vo intentando calmar a su creación- Es algo que creímos que podíamos controlar, pero no. Quizás nuestro error fue hacerlos demasiado humanos-

-Pero ella…- musitó el humanoide, incrédulo. Creía que su padre sería la respuesta a sus plegarias. El remedio para que su esposa y él volvieran a estar juntos, tal y como era su destino desde el principio- Ella debe amarme. Está diseñada para eso…-

-Lo lamento, Briant- expresó el científico, verdaderamente apenado por la situación de su hijo- Pero no puedes obligarla. Es algo que está en su naturaleza-

-¿Sinceramente?-contestó Frances, bajando la mirada con una sonrisa en sus labios carmesíes.

-Sinceramente-sonrió Tom en respuesta, a sabiendas de que estaba a punto de escuchar lo que durante tanto tiempo había ansiado.


-¡Ella debe de!-espetó Briant, molesto poniéndose de pié precipitadamente- ¡Necesito!-

-Hijo, cálmate. Debes ser razonable- le sugirió el doctor Vo, comenzando a inquietarse ligeramente. El comportamiento de Briant se había disparado de la nostalgia a la molestia en menos de dos segundos, y eso en tiempo humanoide podía significar un gran riesgo para la integridad de ambos.

-Tócame- le pidió Alice a Bill a pesar de que ya tenía sus manos encima.

-Ya te estoy tocando- le respondió él sin poder evitar sonreír a pesar de la tensión del momento. Sabía perfectamente que ambos eran completamente inexpertos en esto y sin embargo no le importaba, quería aprender con ella.

-Tócame más fuerte- insistió ella, sin encontrar la palabra que buscaba a causa de su nerviosismo creciente.

-Querrás decir más intensamente- la corrigió su novio, a quien la sonrisa se le borró del rostro en cuanto comprendió de manera automática las intenciones que la mujer frente a él tenía.

-Lo que sea- lo interrumpió Alice cambiando las manos de lugar del cuello de Bill a su abdomen.

-Lo que pasa es que... me gustas, ¿Está bien?-confesó Frances, sonrojándose al decirlo. Dentro de su pecho, el corazón de Tom latía enloquecidamente, luchando por salírsele del pecho-Y... bueno, no le digas a nadie, pero Anny no me deja verte. Dice que eres de lo peor... aunque, bueno... yo no creo eso y decidí arriesgarme para... pedirte una cita-


-¿Estás completamente segura?- le preguntó Bill, sintiéndose poco preparado para el momento. A pesar de esto, decidió seguir adelante. Nada podía salir mal.

-Es lo que quiero- expresó Alice, comenzando a respirar entrecortadamente a pesar de que su novio no había hecho nada más que colocar sus manos sobre su notorio cérvix.

-¿Y te escapaste de tu ogro guardián para venir a verme?-inquirió Tom, casi sin poder hablar.

-Así es-le contestó Frances, levantando el rostro. Para cuando quiso darse cuenta, ya tenía los labios de Tom encima de los suyos.



-No hables- le pidió él, sorprendido porque lo había hecho de manera inconsciente. Sin siquiera preguntárselo a sí mismo- Sólo sigue tus instintos-

Obedeciendo las órdenes de él, la alta criatura pelirroja lo miró a los ojos durante apenas un segundo, suficiente para terminar de enamorarse del guitarrista.

Con cuidado, las manos de Bill avanzaron hacia arriba en el cuerpo de Alice, hasta llegar a su cuello donde desabrocharon uno a uno y con extremada lentitud todos y cada uno de los botones de su blusa color rosa pastel. En respuesta, ella echó hacia atrás su cuello en una señal inminente de placer y sus manos se tensaron encogiéndose un poco sobre el torso de su novio, quien al notarlo desocupó una de sus manos y la dirigió hacia su propio abdomen, donde con la mano de la humanoide batallaba con la entallada playera del cantante para quitársela de encima.

Sin pensar de manera totalmente consciente en lo que estaba haciendo, Frances imitó uno a uno los movimientos que Tom hacía con su boca,  hasta que lentamente el músico comenzó a besarla de manera breve y suave, como no recordaba haberlo hecho con ninguna mujer antes. Umbrose era otra cosa, algo tremendamente diferente. No le despertaba ninguna clase de interés sexual. Al contrario, le inspiraba un gran amor y un sentido enorme de protección que no le hacían desearla, sino amarla con mayor intensidad.

-Tómame-murmuró la pelirroja, la tercera vez que sus labios y los del humano entraron en contacto.

-¿Cómo?-preguntó él confundido, sin entender las palabras de la humanoide.

-Llevemos esto al siguiente nivel- pidió  la criatura, besándolo esta vez en la barbilla. Quería experimentarlo. Quería encerrarse en algún lugar y pasar tras alguna puerta toda la noche en vela como veía que lo hacían las demás.

-Está bien- aceptó él comenzando a prenderse con sus palabras. Ella tenía una manera de decir las cosas que lo excitaba cuando se lo proponía de manera que ninguna había logrado antes, aún usando las palabras más sucias y provocadoras que conociera en cualquier idioma.

Con suavidad, presionó sus mejillas sobrecargado por la emoción sumergiéndose de nuevo en el beso. Ella respondió con un ligero gemido y él no pudo aguantarse más. Con fiereza, la jaló más hacia él haciendo que la punta de su nariz se apretara contra su piel. Ella tampoco pudo resistir el impulso y con hambre lo atrajo más hacia sí, jalando de su cuello.

-Sí…- murmuró Alice en la casa de Bill con la espalda contra la pared de la sala de él. Donde lo único que le quedaba en el cuerpo era el fino collar de perlas blancas que había decidido ponerse ese día. Sus manos se aferraban a la espalda de él sin hacerle daño mientras el músico se apoyaba con una mano en la pared, procurando no caerse a causa del temblor que sacudía sus rodillas.

-Sí…- murmuró Frances dentro del aerodeslizador de Tom, en el estacionamiento del jardín público. No había nadie en el área y detrás de su espalda pegada al cristal se podía observar la imagen del crepúsculo que se mostraba detrás de los árboles y setos colosales del jardín de flores exóticas. La cadera del músico hacía vaivenes suaves pero insistentes que le producían a la humanoide el más exquisito de los placeres.

-No…- murmuró Briant desplomándose de rodillas al suelo de la habitación impecablemente blanca, con la mano del doctor Vo en su hombro intentando consolarlo y la mirada reprobadora de Selick desde la galería de observación.

-¿Hay solución?- le preguntó Selick al doctor Watts, quien también observaba la escena.

-Claro que la hay, querida- le sonrió Watts a ella y a Redgie, quien lucía preocupado por su mejor amigo- Todo depende de que tan estrictos queramos ser-

-Lo que sea necesario- espetó Selick observando con determinación a Briant, quien no dejaba de llorar por culpa de Alice.


20 de enero de 2012

Alienus

Alienus by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 
-Bill, cariño… escucha- le rogó, siguiéndolo de cerca por el departamento desierto, deseosa de borrar del rostro de aquél hombre al que tanto amaba su expresión amarga-No sabía que esto pasaría. Tenía esperanza en que si Selick se daba cuenta lo feliz que yo era contigo ella finalmente aceptaría lo nuestro y todo podría ser…-


-¿Normal?- la interrumpió con una risa irónica, sintiéndose extraño al pronunciar el temido término- ¿Esa es la palabra que buscabas?-

-Amor, yo no…-intentó enmendarse Alice, sabiendo bien que se había equivocado.

-Sí, vamos. Dilo- la urgió Bill, sintiendo una lágrima resbalar por su pómulo derecho a causa de la rabia que le causaba aquella ridícula discusión. En el fondo, lo veía venir- Di que quieres que todo sea normal. Pero claro, las cosas no te funcionan porque yo no soy normal. Quizás si hubieras hecho “tu tarea”, como dice Selick, las cosas podrían salirte normales para variar. La palabra “normal” y yo no podemos ir juntos en una oración a menos que haya un “no es” en medio-

-Bill, por favor no te pongas así- le suplicó la humanoide, comenzando a sentirse desesperada. ¿Por qué pondría él palabras en su boca que ella no había dicho?

-No, es que no soy yo-exclamó el músico, al borde de la paciencia, sacando un viejo trauma- Es Briant. Es el perfecto Briant con quien deberías seguir casada. Yo a su lado soy mera basura-

-¿Te estás escuchando?-inquirió Alice, comenzando a dejar salir su coraje-Espero que sí, para que te puedas dar cuenta de que te estás sacando todo eso de la manga. Jamás dije eso-

-Pero lo pensaste- refutó Bill, mirándola con una sonrisa irónica en su rostro que a ella le estaba molestando bastante-Con eso me basta. No hay que ser adivino para entender lo que está sucediendo aquí... está claro que no soy lo que tu necesitas-

-Corazón...-

-¡No, no te atrevas a contradecirme!-le espetó él bruscamente-¡Sabes que tengo razón! Sabes que no podemos ser una pareja normal, que no podemos salir a la calle sin que los medios nos persigan. Eres perfectamente conocedora del hecho de que no soy cualquier persona y, por lo mismo, no puedo darte la vida común que tú desearías tener, ¡y lo siento! Pero yo soy así...-

-¿Podrías escucharme?-le gritó la humanoide en respuesta-¿Acaso te he pedido que me des cualquiera de esas cosas? ¿Te he dicho que quiero, como tú dices, una vida normal? ¡Recuérdame una vez que lo haya hecho! ¡Una!-

-¿Entonces qué quieres, Alice?-le reprochó Bill, acercándose a ella peligrosamente, de una forma bastante amenazadora que despertó en la criatura sus más antiguos instintos de protección-¡Dime qué maldita sea quieres! ¡Haber si así, por una sola vez, puedo darte lo que en verdad deseas! ¡Pídemelo! ¡Cuésteme lo que me cueste!-


18 de enero de 2012

Incómodo encuentro


Incómodo encuentro by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Hola, Alice-se dirigió Briant a la espigada individuo que tenía frente a sí, la cual seguía dándole la espalda. Todos los presentes en la habitación se quedaron observándolo fijamente, a la vez que el humanoide se preguntaba internamente cuál de todos aquellos humanos presentes era el tal Bill por el cual su esposa lo había reemplazado.

-Hola, Briant-contestó la interpelada al saludo de su todavía marido, volviéndose por fin. Cara a cara, hizo cuentas mentales y se dio cuenta de que el tiempo que no se habían visto desde aquél encuentro en Astrella era relativamente corto, aún así, él no había cambiado ni un ápice. Rápidamente, comprendió que probablemente ese había sido uno de los muchos factores que los separó: era demasiado predecible, constante y hasta cierto punto, monótono.

-Cuánto tiempo sin vernos-añadió el pelinegro en tono burlón, las manos metidas en sus bolsillos. Ella, por otro lado, se encontraba con los brazos cruzados en una posición tensa, tanto que las venas de sus blanquecinos brazos se marcaban notablemente por debajo de su piel de luna. Con la mandíbula trabada a causa del coraje y la vergüenza que le causaba tenerlo allí, ni siquiera sabía cómo contestar a aquella afirmación.

-Un mes-mintió a medias la señora Project, intentando hacerle creer a su cónyuge que había sido menos tiempo del que él imaginaba.

-Creí que había sido más-contraargumentó el primogénito del doctor Vo, levantando una ceja en expresión sorprendida.

-Cuestión de enfoques-insistió la novia de Bill, sin quitar el dedo del renglón; al hacerlo, no imaginaba el daño que le estaba produciendo a su anterior pareja: a Briant le dolía más de lo que podía expresar el que ella no llevara, como él, la cuenta exacta de los días que llevaban separados. ¿Tan fácilmente lo había olvidado? Evidentemente sí.

-¿Me vas a presentar a tus invitados?-sugirió Briant, un tanto repuesto, señalando con su ceja derecha al montón de muchachos extraños que había traído Alice a casa de Selick. Inmediatamente, tanto Bill como los demás comprendieron inmediatamente que el marido de Alice estaba en la misma actitud que Selick con respecto a ellos.

-Briant, ellos son Andreas, Georg y Gustav-indicó Alice haciendo ademanes hacia cada uno de los chicos, quienes intentaron lucir cordiales ante el humanoide, aunque éste los intimidara tanto-Éste de aquí es Tom, hermano gemelo de Bill. Y él es Bill, mi novio-

Dicho esto, la espigada criatura de cabello negro e iris color mar extendió su pálida mano izquierda hacia el humano de cabello negro y rasgos increíblemente atractivos que se encontraba detrás de ella; quien la tomó inmediatamente y se acercó a ella remarcando su presencia. Por dentro, el más pequeño de los hermanos Kaulitz no quería admitirlo, pero se sentía tremendamente cohibido ante Briant. No sólo había resultado ser más guapo que él, sino también más imponente. Por momentos, le parecía que el sujeto que tenía frente a sí era mucho más compatible que él mismo con su novia, dado que ambos parecían tener el mismo estilo yuppie californiano.

-Mucho gusto. Bill Kaulitz-expresó el cantante, extendiendo su mano derecha hacia el humanoide, quien lo observaba de manera despectiva, mientras se presentaba a sí mismo.

-Encantado. Briant Project-respondió el interpelado, tomando entre los gruesos y fuertes dedos de su mano derecha los dedos larguiruchos y esqueléticos de Bill, quien de inmediato sintió un calor abrasador y una ligera presión en medio de aquél "amistoso" apretón de manos.

-¿Entonces quieres decir que tú eres…?-comenzó a preguntar Andreas imprudentemente, al mismo tiempo que estrechaba la mano de Briant una vez que éste terminó de saludar al hermano menor de Tom.

-Sí, Briant es esposo de Alice-completó Selick la frase, al mismo tiempo que observaba fijamente a Bill, feliz de echarle en cara la condición de Alice de mujer casada.

-¿Cuándo te casaste con él?-interrogó el músico a su novia, sin preocuparse por esconder su molestia.

-Yo… nacimos así-le contestó ella torpemente, sintiéndose molesta consigo misma por haber aceptado aquella invitación: sabía que era una especie de trampa para hacerla regresar al grupo-Quiero decir que nacimos estando juntos-

-Predisposición por código genético-le aclaró Briant a Bill, sintiéndose dolido de hablar con el actual novio de su mujer-Estamos hechos el uno para el otro, si sabes a lo que me refiero-

-Claro, comprendo-murmuró el frontman de Tokio Hotel, sintiéndose cada vez peor.

-Por cierto, Selick-habló Alice, después de un rato de silencio incómodo entre los presentes, en el cual Briant se dedicó a saludar al resto de la familia de su mujer. Como si se encontrase dormida, la humanoide se movió de manera ausente por la habitación para tenderle a su compañera el platón de comida que había preparado para la reunión.

-Gracias-sonrió Selick de manera auténtica, ahora verdaderamente feliz. Por fin, Briant podría demostrarle a ese Bill de Alice de qué estaba hecho y probablemente el pobre humano por fin podría darse cuenta que lo de él y su colega humanoide no podía ser. En silencio, la cuñada de Tom recogió la ensalada de la mesita de café donde la había dejado al llegar y se la entregó a la criatura rubia que tenía frente a sí, quien la recibió casi ceremoniosamente y sonriéndole a su "hermana" de manera plena.

-¿Vamos a comer?-sugirió Redgie sintiendo la incomodidad del ambiente. Ahora entendía por qué su esposa se había puesto tan contenta al ver salir a Briant por el elevador.

Sin necesidad de más órdenes, los individuos siguieron a la pareja hacia su gran comedor, decorado de manera exquisita. El cuarto estaba pintado de un reluciente azul eléctrico con muebles de color blanco y una mesa completamente de cristal, en cuyo centro se encontraba un enorme jarrón de vidrio opaco del mismo color de las paredes, lleno de un montón de orquídeas blancas y floreciente; a los lados del jarrón había montones de tazones y fuentes para servir llenos de comida que lucía deliciosa.

-¡Vaya! ¡Ahora entiendo lo que querías decir ésta mañana, Alice!-exclamó el mayor de los Kaulitz juntando las manos en un gesto de placer al ver tanta comida tan apetecible ante sí.

-¿Qué cosa?-preguntó Redgie con una sonrisa, intentando aliviar la tensión del ambiente al mismo tiempo que se sentaba al centro de la mesa.

-Le comentaba a Tom durante nuestro desayuno que Selick es una magnífica cocinera-explicó Alice seria, tomando un lugar en la mesa al lado de Bill. A la izquierda del vocalista se sentó Tom y a su derecha su hermosa novia humanoide, como acostumbraban hacer en casa. Todos los demás fueron tomando sus lugares y de alguna extraña manera, Bill y su nada adorable contrincante humanoide quedaron sentados frente a frente, de extremo a extremo de la mesa.

-¡Pero definitivamente no hay nadie cocinando como Briant!-alabó Selick al interpelado, quien miraba con seriedad las manos entrelazadas que tenían su esposa y el novio de ésta sobre la mesa-Puede que yo sea buena pero nunca he comido nada parecido a lo que cocina Briant-

-Gracias, Anna-contestó el hombre de rasgos afables, restándole importancia al asunto. Si había algo en lo que él y su cónyuge se parecían, era en que ambos tenían un carácter bastante modesto a pesar de sus excelentes cualidades.

-Alice también comentó que eras muy bueno para muchas cosas, Briant-intervino Tom, intentando crear conversación y a la vez buscando ganar puntos para su hermano al demostrarle las cosas que Bill también podía hacer.

-¿Eso dijo?-inquirió el humanoide, intentando fingir indiferencia ante aquellas palabras al mismo tiempo que pretendía mostrarse muy interesado en una magnífica macedonia de frutas que Selick había preparado.

-Sí, me dijo que se te dan variedad de materias-insistió el modelo y guitarrista, sirviéndose en el plato que había frente a él mientras los demás se mantenían en un respetuoso silencio y se colocaban comida en sus platos también.

-Sólo unas pocas, pero me gusta ponerles todo mi empeño-respondió Briant masticando con lentitud su primer bocado, que engulló una vez que le hubo respondido a Tom.

-¿Cuáles?-quiso saber esta vez Bill, casi retando a Briant por el tono de voz que usó y la mirada desafiante que le dirigió.

-Principalmente cocina, mecánica, carpintería, deportes en general, lógica, matemática, actuación teatral, guitarra, conducción de aerodeslizadores, conducción de aviones, psicología y literatura-recitó el guapo hombre la lista de materias en las cuales había obtenido observaciones sobresalientes por parte de los expertos de Astrella.

-¿Música?-preguntaron Andreas, Tom, Bill, Gustav y Georg al mismo tiempo, sorprendiéndose entre ellos mismos.

-Sólo guitarra-aclaró el marido de Alice, prestándole más atención a su comida que a los muchachos-En general no me gusta mucho la música-

-Qué lástima-expresó el líder de Tokio Hotel, falsamente comparecido de su rival-La música es mi especialidad-

-¿Ah sí?-intervino Selick, al rescate del acorralado Briant.

-Bill es músico-intervino finalmente el objeto de toda aquella discordia, la disputada señora Project-Él, Tom, Gustav y Georg están en una banda llamada Tokio Hotel. Son muy famosos y han ganado muchos premios. Bill es compositor además de vocalista; ¿Verdad, amor?-

-Además sé tocar violín-añadió Bill observando la cara de Redgie, quien sí estaba francamente impresionado por los éxitos del alemán-Aparte soy modelo para distintas marcas y la imagen oficial de DisQuared-

-¡Vaya! ¿Quién lo diría, eh?-expresó el humanoide rubio con una sonrisa sorprendida en su rostro-Sí que eres un buen partido para nuestra Alice-

-Gracias-sonrió el humano al marido de Selick, a quien ella observaba con genuino enojo a la vez que Briant intentaba parecer distraído en otra cosa.

-¿Y tú a qué te dedicas, Tom?-le preguntó la humanoide de espeso cabello amarillo al gemelo de Bill, intentando desviar la conversación temporalmente para poder atacar después con más fuerza.

-Ah, soy guitarrista de la banda-farfulló el interpelado, atiborrándose de papas cambray que Selick había hecho al vapor con chile y pimienta-Además de segundo vocalista y…-

-Y trabaja en aparearse con todas las hembras que encuentra-completó Alice sin saber que no era de buen gusto decir aquello de una manera pública. Todos en la mesa se quedaron pasmados menos ella, quien siguió comiendo de su plato la pasta de coditos con crema y apio que había en él sin mayor remordimiento.

El silencio que se hizo a causa del comentario de la mujer de Briant, fue incómodo durante algunos segundos hasta que finalmente Andreas rompió en carcajadas a causa de la respuesta de la chica de Bill. Todos comenzaron a reírse también como por compromiso, hasta que Georg y Gustav se sintieron lo suficientemente cómodos como para reírse a carcajadas con Andreas del pobre de Tom, quien se mantenía todo abochornado y sonrojado sin saber qué decir en su defensa.

-¡Alice!-chilló Tom en voz baja, intentando sonreír un poco. Inmediatamente, ella se volvió a mirarlo y se preguntó internamente cuál era el motivo por el cual Andreas y su demás familia se reían incansablemente cuando a los gemelos parecía que se les iba a caer la cara de vergüenza.

-¿Qué?-replicó la criatura, inconsciente de su error.

-¡Eso no se dice en la mesa!-insistió el guitarrista, poniéndose cada vez más colorado.

-No te preocupes, Tom-lo consoló Selick, cosa que hizo que todos voltearan a verla al momento-Redgie y yo también nos dedicamos a eso de vez en cuando. Y si Alice y Briant hubieran hecho su tarea probablemente Bill y ella no estarían juntos-

Las palabras de Selick le produjeron a al menor de los hermanos Kaulitz un horrible retortijón en el estómago que casi lo tumba de la silla, al mismo tiempo que Briant arañaba con el tenedor el plato de porcelana china que tenía frente a sí. Esta continuó comiendo como si no hubiera dicho nada ofensivo y a su vez, Redgie se dedicó a mirar a Bill con una expresión de disculpa en su rostro, rodeado por el incómodo silencio que se creó de nuevo.

-Se supone que no sacaríamos eso a colación de nuevo, Anna-le recordó Briant a Selick, rechinando los dientes audiblemente.

-No fuiste muy específico al respecto-se defendió su compañera humanoide con tono inocente y desentendido, picoteando con el tenedor el puré de papas con gravy que se había servido junto a un pequeño trozo de carne frita y sazonada en salsa inglesa.

-¿A qué te refieres con eso?-le preguntó Bill a Selick de manera hostil, comenzando a perder la poca cordura que le quedaba. Notó inmediatamente la forma en la que Redgie frunció el ceño al ver cómo se había dirigido a su esposa.

-¿Alice no te lo dijo, cariño?-respondió la delgadísima criatura de ojos enormes, fingiendo demencia al mismo tiempo que miraba al humano que tenía en dirección perpendicular a sí-Escapó de casa el día que estaba programado en nuestro calendario de actividades mensuales para intentar reproducirnos por vez primera. Briant se pasó todo el día cocinando y preparando una cena romántica para ambos. A Alice no se le dio la gana cumplir con las órdenes que teníamos asignadas y fue corriendo contigo. Es una lástima que no haya querido. Ella y Briant hacían tan buena pareja-

-¿Cocinaste todo el día?- e preguntó Alice a Briant, sorprendida por las palabras de Selick. Ignorando la expresión de dolor de Bill.

-No pensé que fuera necesario decírtelo-replicó Briant con voz tímida, bajando el rostro para no observar a Alice; quien sí lo observaba a él.

-Es suficiente. Nos vamos-espetó Bill levantándose de su lugar en la mesa al mismo tiempo que colocaba la servilleta que tenía sobre el regazo en la mesa, al lado de su plato. Les dirigió una última mirada a Briant, Selick y Redgie. Selick sonreía perfectamente complacida por la escena mientras Redgie y Briant lo observaban con un poco de vergüenza. Antes de irse, decidió dirigirse a ellos- Redgie, gracias por tu hospitalidad. Fue un verdadero gusto conocerte. Briant, yo sé que no querías ser grosero y lamento todo lo que pasó. Y Selick… muchas gracias por la comida-

Dicho esto, todos comenzaron a salir por la enorme puerta doble de la habitación del mismo color blanco que las sillas sin mirar atrás; excepto Andreas quien se quedó hasta el final.

-Gracias por la comida, señora Ecker-le agradeció a Selick, sintiéndose apenado por lo que acababa de pasar.

-¡Vuelvan cuando quieran, muchachos!-exclamó Selick dándose a oír por toda la casa e irritando más los nervios de Tom y Bill-¡Saben que siempre son bienvenidos aquí!-

Una vez que estuvieron dentro del ascensor, nadie dijo nada al descender por los doce pisos del edificio. Sin embargo, el coraje tanto de Bill como de Tom se podía sentir.

-Esa vieja bruja…-musitó Tom en voz baja.

-Esa “vieja bruja”, como tú la llamas, nos dio de comer hoy y nos recibió en su casa; Thomas- le replicó Bill a su hermano mayor, tratando de no ofender a Alice. Sobre Selick tenía muchas cosas que quería decir.

-De acuerdo, está bien-aceptó Tom observando la espalda de su hermano, quien estaba parado un poco delante de él en el cubo del elevador-¡Pero no voy a decir que lo siento!-

-Tom-intervino Gustav, sintiendo lo tenso de la atmósfera-Creo que será mejor que te calles. No es el mejor momento para hablar de esto-

Arriba en el pent-house, los humanoides permanecían sentados en sus lugares en la mesa.

-¡Vaya con los humanos!-suspiró Selick de forma alegre, metiéndose a la boca una generosa porción de la ensalada que había traído Alice Siempre creando discordia. Pero es claro que las cosas cambiarán gracias a nuestra especie-

-¡Selick, basta!-le gritó Briant levantándose enojado de la mesa, colocando ambas manos en ella de manera tan impetuosa que el cristal se estrelló ligeramente donde Briant la tocó.

-No le hables así a mi esposa-lo reprendió Redgie levantándose de la mesa también pero de una forma menos agresiva. Selick permanecía sentada al centro de la mesa con la boca repleta de lechuga y cerezas, observando fascinada la escena.

-¡Sabías que esta era la única forma en la que podía reencontrarme con Alice y arreglar las cosas y no te importó! ¡Tenías que arruinarlo!-le espetó Briant a Selick, molestándose más y más por su actitud.

-Briant, querido-le respondió Selick una vez que hubo tragado su bocado-Claro que lo sabía y por supuesto que me interesa. Ya verás que pronto ese humanito se dará cuenta de que no puede competir a tu lado y dejará a Alice. Entonces ella vendrá a ti y todo será lo que tiene que ser-

-¡Pero no quiero que sea de esa forma!-exclamó Briant con los ojos picándole a causa de las lágrimas que pujaban por salírsele. Sin dar más explicaciones, él también abandonó la estancia y se dirigió al elevador esperando a que éste terminara de dejar a Alice y sus compañeros en el estacionamiento.

-¡Briant!-lo llamó Redgie sabiendo las atrocidades que le podrían pasar si se iba molesto de su casa.

-¡Briant, cariño!-lo llamó también Selick pero sin levantarse de su silla y comenzando a lucir preocupada por vez primera. Un timbrazo le indicó que ya se había metido al espacio cerrado del ascensor. En ése momento, se levantó de su silla; decidida a ir por él.

-Dale tiempo-le pidió Redgie a su esposa, estirando su brazo para detenerla-Seguramente irá a Astrella. Iremos por él en un rato-

-¡Pero, amor!-se opuso Selick, necia-¡Tenemos que ir por él! ¡Es uno de los nuestros!-

-Ya te portaste suficientemente grosera durante toda la comida-le espetó su marido, mirándola con coraje. Aunque la quisiera mucho no podía justificar su imprudente comportamiento-Dale un respiro-

-No sé a qué te refieres con que fui grosera-le contestó a su esposo, cuando él también se disponía a dejar el cuarto, cansado por todo lo que acababa de pasar.

-Comprendes perfectamente de lo que estoy hablando, Anna-le respondió el humanoide, volviéndose para encararla. Ella permanecía parada a un lado de la mesa con los brazos cruzados en actitud retadora-Y déjame decirte que hiciste más daño que bien. Nos vamos a Astrella en quince minutos-

-¡Quince minutos son muchos!-le gritó Selick a Redgie, quien ya iba entrando a la habitación de ambos.

-Son quince o te quedas-le respondió él de manera cortante e imperativa. Precisamente porque amaba a su esposa era por lo que no iba a permitir que se comportara como una bestia.

Al llegar a su apartamento, todos entraron por la puerta sin decir ni una sola palabra al respecto de lo que acababa de pasar. Tom y Bill se mantenían ceñudos desde que se bajaron del aerodeslizador y no daban muchas señales de que su humor fuera a cambiar pronto.

-Bueno… yo creo que…-comenzó a musitar Tom ya en su casa, cuando el tono de llamada de su comunicador lo interrumpió. Tom presionó el botón diminuto al lado derecho de su cabeza y se dio cuenta de que era un mensaje de Frances invitándolo a salir. Sus ojos se abrieron a causa de la impresión y su corazón comenzó a latir de manera frenética.

-Tengo que salir- expresó Tom dándose la vuelta en el recibidor antes de que las puertas del elevador se cerraran. Bill le dedicó una mirada lastimera expresándole lo mal que se sentía con el hecho de que tuviera que irse, pero éste se dirigió él antes de marcharse-Te explico luego. Espérame despierto-

Sin más que decirle a su hermano gemelo, el vocalista de Tokio Hotel continuó caminando al lado de Alice hasta la sala de su penthouse, donde se quedó plantado. No quería que nadie lo viera perder más los estribos, lo que había sucedido en la casa de Selick había sido suficientemente vergonzoso y doloroso como para un día.

-Chicos, ¿Podrían dejarnos solos un momento?-le pidió Alice a los muchachos, quienes permanecían de pié detrás de ellos dos.

Los tres miraron a Bill antes de obedecer a la novia de éste y el cantante asintió, indicándoles que estaba bien. También ellos se dirigieron hacia el elevador esperando a que regresara para poder marcharse de la casa. Pasaron menos de dos minutos en lo que el timbre del ascensor sonó igual que el de la casa de Selick y los muchachos salieron arrastrando los pies. Alice esperó hasta que escuchó sus voces en el estacionamiento hablando de a donde podrían ir en lo que ellos dos conversaban.


16 de enero de 2012

Encrucijada


Encrucijada by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Mientras tanto, las cosas entre Alice y Bill iban de manera maravillosa. Ambos se complementaban de una manera excelente como pareja y no sólo en su relación amorosa, sino también en el trabajo. Tenían ideas excelentes a cada minuto y contagiaban de su buen ánimo al resto del equipo, quien agradecía la llegada de la humanoide al grupo puesto que no únicamente les brindaba beneficios monetarios, sino también como persona enriquecía su vida enormemente. Era del ideal de irse a comer todos juntos a las horas del almuerzo y la comida y no dejaba que Bill se saltara ni una de sus comidas, como él solía hacerlo antes. Lo había inducido a probar nuevos alimentos, para satisfacción de todos sus amigos, pues en cuanto alimentación el vocalista era antes todo un dolor de cabeza. Ahora, el enorme grupo disfrutaba salir a las cuatro de la tarde a ingerir alimento juntos, charlando animadamente, discutiendo ideas que se les ocurrian para finalizar la producción del disco y haciendo planes, puesto que querían viajar próximamente juntos a las islas griegas.

Así, ambos se pasaban sus días, entre el trabajo, su romance, los amigos y andar con Tom de un evento al otro en la búsqueda de Frances, hasta que un buen día el encanto se terminó. Allí, en la bandeja de entrada de mensajes del holocomunicador de Alice, había una empalagosa carta de Selick en la cual le exigía que acudiera a su casa en una comida que quería celebrar en señal de reconciliación entre el grupo humanoide. En ningún momento mencionaba la presencia de Briant, además de que insistía en la necesidad de conocer al novio de la humanoide, Bill. Angustiada por lo que podría pasar en aquél evento, la criatura tampoco podía negar que le emocionaba la idea de volver a entablar una relación con sus antiguos allegados, a los cuales llegaba a extrañar ocasionalmente. Finalmente, llegó a la conclusión de que quería hacerlo: quería ir a aquella extraña comida.

Internamente, se preguntaba día y noche cómo podía hacerle para, como había leído en un libro, "dorarle la pastilla a Bill". Sabía que la idea no le agradaría, que hasta podía negarse rotundamente a asistir, más decidió que era peor no preguntarle y tener que cancelar la comida de Selick que hablar con él y pedírselo amablemente.

Un buen día, en el cual ambos se encontraban afuera de uno de los restaurantes que ahora tanto frecuentaban, la humanoide tomó valor para discutirlo con su novio, estando los dos estrechamente abrazados, en espera de que su aerodeslizador llegara del estacionamiento para que pudieran irse. Durante un momento en el que pensaron que nadie los observaba, se besaron en silencio, como ya era su costumbre.

-Hazlo de nuevo-le pidió Alice a Bill, intentando recuperar el aliento- Por favor-

-¿Hacer qué?-preguntó él a su vez, jadeando fuertemente a la vez que sujetaba la cabeza de ella junto a la suya; temblando por la emoción del beso.

-Lo que acabas de hacer-insistió ella, soltándose de su posición para mirarlo de nuevo a los ojos y contemplar con hambre sus labios, que tan bien le habían sabido.

-Alice, esto es algo nuevo para ti- le dijo él, intentando no mirarla a los ojos para no perderse en ellos. Algo tenían los ojos de Alice que hacían que mirarla resultara casi hipnótico- Creo que debemos ser pacientes…-

-Yo no quiero ser paciente- lo interrumpió Alice con voz imperativa. Era una sensación tan placentera, tan llenadora que no podía vivirla una sola vez. Necesitaba repetirla.

Sin esperar a escuchar si Bill realmente estaba de acuerdo con ella o no, Alice lo tomó del cuello y lo atrajo hacia ella observándolo directamente al centro de sus pupilas marrones. Bill no pudo resistirse y se dejó llevar por los movimientos de Alice que se guiaban en base a sus propios instintos. Alice no entendía como, pero de alguna forma sabía que hacer sin que nadie le hubiese enseñado. Ella mantuvo los ojos completamente abiertos y clavados en la mirada perdida de Bill hasta que estuvo segura que él se encontraba tan sumergido en el beso como ella deseaba. Una vez que sintió los movimientos de Bill corresponder a los suyos, cerró los ojos y se dejó llevar hasta el instante en el que Bill comenzó a despegarse de ella.

-No lo hagas- le susurró Alice a Bill de forma suplicante.

-No estás lista- le respondió Bill en otro susurro. Ésta vez se aseguró de tomarla de ambos hombros para alejarla de él y que esto no volviera a suceder. Bill no entendía por qué, pero toda su mente y su razón se evaporaban cuando de Alice se trataba y sabía perfectamente que si él no le ponía un alto no sabía hasta donde podrían llegar.

-Claro que estoy lista- lo contradijo Alice, sintiéndose ligeramente decepcionada y contrariada con la opinión de Bill.

-No Alice, no lo estás- dijo Bill hablándole por primera vez de una forma ligeramente cortante- Crees que estás preparada para sentir todas éstas emociones de golpe y no es así. Yo no quiero que después te sientas arrepentida por hacer algo gracias a que yo no sé controlarme contigo-

Intentando entender sus palabras, algo en el interior de Alice le indicó que lo que Bill quería era protegerla. Inmediatamente el coraje que había desarrollado contra él por no desearla del modo en que ella lo hacía con él se había desvanecido, opacado por un sentimiento de culpa al haberse sentido molesta con Bill.

-Discúlpame- le pidió Alice bajando el rostro, avergonzada por lo que acababa de pasar y la manera en la que se comportó- No era mi intención ser así contigo. Esto es todo nuevo para mí, y no sé bien como controlarlo. Lo siento mucho-

-No tienes por qué sentirte mal contigo misma, cielo- la consoló Bill tomándola por la barbilla para que lo observara a los ojos- Está en tus instintos, no puedes reprimirlo. Pero no tengas miedo, mi Alice. Yo te cuidaré-

-Gracias- replicó Alice sintiéndose aún más querida que durante el momento del beso. Esta era otra clase de emoción muy diferente a las demás: era un ligero y tierno calorcito que la hacía sentir reconfortada y segura.

-Tú no te preocupes por nada- añadió Bill abrazándola de una manera más tierna que pasional- Yo estoy contigo, y te amo. Recuérdalo siempre, ¿Sí? Pase lo que pase-

-Por cierto, Bill cariño- dijo Alice desde la seguridad y comodidad de los brazos de Bill sin importarle que todos los paseantes del lugar pudieran estar viéndolos insistentemente- Quería decirte algo-

-¿Qué pasa, amor?- le preguntó Bill a ella con todo cariño. Había algo en ella que la hacía amarla con especial ternura sin saber bien por qué.

-¿Qué te parecería conocer a mi familia?-le propuso Alice sacándose por fin ese horrible nudo del estómago- Tú sabes a qué me refiero. Quiero que conozcas a Selick, a Redgie y pues… a Briant-

Por un momento, la columna vertebral de Bill se vio recorrida por un horrible espasmo que lo dejó helado. ¿Ir a una casa llena de humanoides donde sabía perfectamente que no era aceptado? Y más nada, finalmente conocería frente a frente a Briant. El Briant que se suponía era el marido de Alice y al cuál había dejado por irse a vivir con él, asunto del cual ya habían hablado anteriormente.

-¿Cuándo?- inquirió Bill con un hilo de voz, notablemente temeroso.

-No lo sé, quizás la próxima semana- mencionó Alice sintiéndose tensa también. Por fin su “familia” iba a conocer a su Bill. Y más que nada le preocupaba lo que pudiera decir Selick. Aunque odiaba reconocerlo, a Alice le importaba mucho la opinión de ella- O cuando tengas tiempo. Por mí no hay ningún problema-

-¿Crees que podría llevar a Tom?- sugirió Bill intentando aligerarse la situación pensando que las cosas estarían mejor si llevaba a su hermano con él.

-Claro, no veo por qué no- sonrió Alice nerviosa. Si Bill se sentía más cómodo llevando a su hermano le fascinaba la idea.

-¿Qué te parece si vamos mañana?- expresó Bill pensando que en cuanto antes lidiara con esto antes terminaría su martirio.

-Me parece fabuloso- consintió Alice. Ahora no sólo era la presión de la comida, sino también las ansias de no saber que iba a pasar. Después de todo, eran un par de humanos en el hogar de unos humanoides- Holografiaré a Selick esta noche para ponernos de acuerdo-

-Magnífico-añadió Bill sabiendo que no lograba engañar a Alice por muy inocente que ella fuera. Los nervios estaban haciendo de las suyas con él y no podía evitarlo- Le diré a Thomas hoy en la cena-

-Digámosle los dos- dijo Alice intentando aligerarle el mal rato a Bill.

-Claro, ¿Por qué no?- suspiró Bill abrazando a Alice por los hombros.

-Tom- llamó Bill a su hermano esa misma noche durante la cena, mientras todos comían konisberg klopse recalentado en sus platos. Tom comía sin prestar mucho interés a los demás comensales ya que estaba pensando en su siguiente oportunidad para toparse con Frances.

-¿Sí?- contestó Tom al momento, saliendo de una forma demasiado brusca de sus pensamientos.

-Alice y yo queríamos saber… bueno, más bien queríamos invitarte…-comenzó a balbucear Bill sin llegar a nada en concreto.

-Verás, Tom- interrumpió Alice a Bill, llamando la atención de Tom; quien la miró de inmediato- El día de mañana hay una comida en la casa de Selick. Selick es una humanoide y yo fui creada con ella. Va a haber otros humanoides allá y Bill y yo queríamos saber si te gustaría acompañarnos-

Ante las palabras de Alice, Tom se quedó pensando profundamente sin despegar su mirada de la novia de su hermano. ¿Comer con humanoides? Hasta qué punto habían llegado las cosas en ésta sociedad. Sin embargo, la cara de Bill demostraba profunda tensión y Tom supo que no había sido precisamente idea de Alice invitarlo a comer con sus “parientes”, si es que así podía llamárseles. Sin querer, Tom sintió en su interior la suplica silenciosa que le hacía Bill.

-Sí, será un gusto- aceptó Tom pasados unos minutos en los que Alice no podía adivinar lo que estaba pensando Tom, pero aún así sabiendo en el fondo que él aceptaría- ¿A qué hora?-

-Alrededor de las tres de la tarde- explicó Alice, habiendo hablado con Selick apenas una hora atrás o menos. La idea no le había gustado tanto a Selick ya que ella nunca esperó que Alice fuera suficientemente valiente como para aceptar su apuesta- Llegaremos allá a comer con ellos y se los presentaré formalmente. Quiero que vean quienes son mi familia-

Dicho esto, Alice sonrió y tomó la mano de Bill. Bill hizo lo mismo nada más que utilizó su mano izquierda para extenderla hacia su hermano frente a él en la mesa y se la ofreció esperando que la estrechara también. Tom no pudo negarse y apretó ligeramente la mano de su hermano al mismo tiempo que le tendía la suya a Alice, quien dubitativa también tomó la mano de su cuñado.

A la mañana siguiente, Alice se levantó más temprano de lo habitual y después de darle a Bill un beso en la mejilla aún cuando él seguía dormido se vistió sin prestarle mucha atención a su ropa y se dirigió a la cocina buscando algún libro que pudiera instruirla acerca de que podría llevar a la comida de Selick el día de hoy. Visto en perspectiva, le parecía un poco patético que en Astrella se hubieran tomado la molestia de darle clases de etiqueta y buenos modales y sin embargo no le hubieran enseñado que era el amor.

Se decidió por una ensalada de diferentes clases de lechugas y fresas partidas en mitades junto con cerezas y moras para darle un toque dulzón e hizo una lista con las cosas que necesitaba comprar. Abajo, tomó el aerodeslizador de Bill cuyas llaves cogió del tazón donde los cuatro chicos dejaban sus llaves cada noche y condujo hasta una tienda de comestibles donde juntó todo lo que necesitaba. También hizo una parada rápida para comprar una buena botella de vino francés con la tarjeta que le habían proporcionado en Astrella para cualquier clase de gastos que necesitara hacer.

A las doce del día, Alice ya había preparado un gran tazón de ensalada en un recipiente que encontró en los cajones de la cocina de los muchachos y la decoró de manera que se veía increíblemente deliciosa a los ojos de cualquier comensal. Para esa hora, ya planeaba comenzar a bañarse y arreglarse aunque Tom y Bill no hubieran despertado todavía.

-Buenos días- rumió Tom, a quien Alice se encontró en la sala. Se le notaba algo torpe por haberse levantado apenas, y su cabello estaba desordenado en un millón de direcciones diferentes.

-Buenos días- le sonrió Alice en respuesta. Con lo ocupada que había estado picando y partiendo cosas apenas había tenido tiempo de pensar en la reunión de hoy y se sentía mucho más calmada- ¿Quieres que te prepare algo de desayunar?-

-¿Los humanoides saben cocinar?- preguntó Tom entretenido con la idea.

-Sabemos de toda clase de cosas- contestó Alice también divertida por la broma y por la ironía del asunto- Está en nuestra naturaleza-

-¿Está en tu naturaleza hacer huevos revueltos y macarrones?- curioseó Tom tallándose los ojos.

-Si es lo que quieres desayunar sí- respondió Alice encaminándose de nuevo hacia la cocina donde se encargó de hacerle no sólo huevos revueltos a Tom, sino un fabuloso omelette de tres quesos y crema fresca y un platillo de macarrones como el que él quería.

-Deberías casarte con mi hermano- farfulló Tom entre bocado y bocado, tomando también sorbos del jugo de naranja fresco que Alice le sirvió para completar su desayuno. Ella también se sirvió un plato y se sentó frente a Tom en la mesa.

-¿Por qué?- quiso saber ella, entretenida por la manera en la que Tom intentaba hablar y comer al mismo tiempo. Por la forma y la velocidad en la que engullía los alimentos, Alice estaba segura de que Tom ya tenía mucha hambre.

-Así podrías alimentarnos a todos diariamente- musitó Tom relamiéndose de los labios los restos de crema que tenía en ellos- Deberías de ver nuestra dieta normal. Si no fuera por Silke y la gente del staff ya estaríamos o muertos o tremendamente obesos-

-Me alegra saber que te gusta mi comida- sonrió Alice antes de comerse un pequeño bocado de omelette- Pero si crees que esto es bueno espera a que vayamos con Selick, ella sí que es un as para la cocina-

-¿Los humanoides pueden especializarse en algo?- preguntó Tom interesado.

-En general sí- aclaró Alice interrumpiéndose de comer para explicarle a Tom- Todos tenemos conocimientos en todas las materias, pero podemos llegar a centrarnos en alguna en específico si sentimos una pasión especial por ella. Es algo de libre albedrío-

-¿Cuál es la tuya?- quiso saber Tom terminando con sus macarrones, asegurándose de limpiar bien el plato con el tenedor.

-¿Mi materia?- repitió Alice asegurándose de haber comprendido bien la pregunta- Bueno, es difícil ya que me gustan muchas cosas. Pero podría decir que la actuación, la gimnasia y la pintura-

-Son muchas materias, ¿No crees?- sugirió Tom riéndose.

-Espera a que conozcas a Briant- añadió Alice riéndose también mientras pensaba en Briant- Él tiene como doce materias y es buenísimo para todas-

-Buenos días- los interrumpió Bill entrando a la estancia del comedor, donde Tom ya había terminado pero Alice ni siquiera había comenzado por haber estado hablando con el gemelo de Bill.

-Buenos días, cariño- le respondió Alice el saludo. Tom no había respondido aún debido a que se estaba acabando lo que le quedaba de jugo en el vaso. Una vez que su hermano estuvo frente a él detrás de la silla de Alice se dedicó a levantar ambas cejas a manera de saludo.

-Buenos días, malcriado- le repitió a su hermano a la vez que Bill le daba a Alice un beso ligero en los labios.

-Buenos días, papá- contestó Tom atragantándose con el jugo- Casi me matas por saludarte ¿Ahora estás contento, Bella Durmiente?-

-Diría que sí, si no comieras como un troglodita ¿Qué es todo este desastre?- preguntó Bill haciendo referencia al reguero de comida que había alrededor de los dos platos de Tom.

-Se llama "El desayuno que nos hizo Alice hoy"- reveló Tom levantando un dedo como si estuviera remarcando un punto importante- Me hubieras acompañado a disfrutarlo si hubieras llegado más temprano-

-Vaya, que lástima- suspiró Bill falsamente triste actuando extremadamente teatral para después cambiar su mueca por una sonrisa animada. Por el momento ni siquiera se acordaba de la comida de dentro de unas horas- Supongo que me serviré un plato y acompañaré a Alice a desayunar ya que al parecer tú no la dejaste-

-¡Dios santo, es cierto!- exclamó Tom avergonzado observando que el plato de Alice seguía casi intacto a excepción de un pequeño corte que tenía el omelette- Discúlpame por favor, Alice. No me di cuenta de eso por andar de preguntón-

-No hay problema Tom- replicó Alice dedicándose ahora sí a comer al mismo tiempo que Bill se sentaba a su lado a la cabecera de la mesa, justamente entre ella y Tom- Ha sido un gusto platicar contigo-

-¿Platicar de qué, eh?- cuestionó Bill interesado y a la vez contento porque Alice y su hermano se llevaran tan bien. Desgraciadamente para Tom, él no hacía buenas migas con Annya. Y tampoco es que tuviera ganas de.

-Alice me estaba contando tan solo una de las infinitas gracias de ser un humanoide- explicó Tom levantándose de la mesa mientras se limpiaba la boca con la servilleta de tela que tenía en el regazo- Gracias por el desayuno, Alice encanto. Fue una delicia. Ahora, si todos me disculpan iré a darme una pulida antes de salir a nuestra reunión de hoy-

Una vez que dijo “reunión”, súbitamente Bill y Alice se miraron mutuamente y de repente se sintieron muy nerviosos. Ambos habían olvidado por completo la comida y Alice se dio cuenta de que además de ser ya la una de la tarde aún no habían ni siquiera terminado de desayunar. Bill, por otro lado, sintió de nuevo los nervios subiéndosele a la cabeza mientras pensaba en Briant, Selick y los demás obstáculos que estaba por enfrentar en menos de dos horas.

En silencio, Bill y Alice comieron su desayuno sumergido cada uno en sus pensamientos. Bill abrió la boca a punto de decir algo, pero entonces se escuchó el ruido de la puerta a la distancia y los sonidos de voces de tres hombres junto con su alboroto.

-¡Buenos días familia!- gritó Andreas con una sonrisa entrando por el arco de la sala- ¡Trajimos el desayuno!-

-Uy, creo que se te hizo unas horas demasiado tarde; querido amigo- le sonrió Tom a Andreas por el pasillo, quien acababa de salir de bañarse y caminaba en bata hacia ellos. Acostumbrados a vivir en una casa de puros hombres, los muchachos tenían muy poco tacto en lo que a la presencia de Alice se refería- Ya desayunamos gracias a la adorable Alice-

-Vaya, que lástima- exclamó Georg entrando al comedor detrás de Andreas, cargando unas bolsas de McDonald’s en las manos- Y nosotros que traíamos comida llena de conservadores y demás delicias reventadoras de arterias-

-Que detalle el suyo, muchachos- sonrió Bill de forma bastante tiesa observando a los chicos que apenas llegaban. Notó que todos traían la misma ropa que la noche anterior, así que supuso que habían pasado la noche en la casa de algunas mujeres- Si gustan pueden acompañarnos todavía al desayuno, aunque Alice y yo estamos a punto de terminar-

-Nos encontramos para desayunar, gracias- le agradeció Andreas a Bill palmeándose el abdomen en señal de satisfacción- ¿Tienen planes para hoy?-

-De hecho, en un par de horas tenemos una comida- explicó Tom sentándose a la mesa con el cabello escurriéndole de mojado. La mirada que Bill le dedicó a Tom indicaba que Tom acababa de meter la pata en grande.

-¿Ah sí?- preguntó Gustav sentándose a la mesa junto con el resto de los muchachos, quienes rodearon a Alice y a Bill en la mesa- ¿Dónde o con quién?-

-Vamos a ir a comer con mi familia- sonrió Alice a todos los presentes ignorando la forma en la que Bill cerró los ojos. Ahora el plan secreto ya no era un plan secreto y tendría que contarles a todos acerca de la condición de Alice y los suyos- ¿Quieren acompañarnos?-

-¡Claro! ¡Por supuesto!- comenzaron a exclamar los chicos, todos emocionados ya que odiaban admitir que no tenían nada más que hacer hoy que mirar el futbol en la sala.

-¿A qué hora nos vamos?- preguntó Georg recargando un brazo en la mesa, entusiasmado con el plan.

-A las dos- contestó Alice sin darle tiempo a Bill de hacerlo, cada vez se le salía más y más la situación de las manos- Está un poco lejos así que tenemos que salir temprano-

Emocionados, todos los muchachos excepto Bill se levantaron de la mesa y empezaron a hablar entre ellos sobre lo emocionante que sería conocer a la familia de Alice. Cada uno comenzó a caminar hacia la puerta y después se perdieron en sus respectivos cuartos para darse una ducha y cambiarse la ropa del día anterior.

-Alice- llamó Bill su atención. Alice sonreía impecablemente, contenta por el entusiasmo que habían demostrado todos los amigos de Bill- ¿No se suponía que el punto era que conocieran a tu nueva familia?-

-Todos ustedes son mi nueva familia- le contestó Alice sin dejar de sonreír. No entendía bien por qué Bill no estaba tan emocionado como ella lo estaba pero tampoco le prestó demasiada atención. Ya le preguntaría luego porque ahora comenzaban a estar cortos de tiempo- Voy a bañarme también, te veo en el cuarto-

Estupefacto por la manera en la que Alice había terminado con sus argumentos, Bill se quedó pasmado observando a Alice como se levantaba de su silla con su plato sucio en las manos para ir a dejarlo a la lavaplatos.

-¿Nos bañamos juntos?- le preguntó a gritos asomándose por la puerta para que lo pudiera escuchar a través del pasillo. Odiaba admitir que la idea de besar a Alice estando cubierta de su jabón de baño sonaba algo relajante ante la situación.

-Claro, necesito alguien que me enjabone la espalda- contestó Alice gritando también aunque sabía que no era necesario ya que su tono de voz era audible estuviera donde estuviera. Antes de perderse en el pasillo, le dedicó a Bill una sonrisa coqueta de manera intencional; dejándolo totalmente anonadado.

-Esta mujer me va a hacer polvo-suspiró Bill resbalándose con la espalda recargada en la pared de forma lenta hasta que quedó sentado en la alfombra del comedor.

Una hora después, dos aerodeslizadores convertibles salieron de la torre de departamentos donde vivían los chicos siguiéndose en fila hacia el lugar en el centro de la ciudad donde vivían Selick y Redgie.

-¿Crees que Selick me aceptará?- le preguntó Bill a Alice estacionando el coche. Tom se encontraba en la parte de atrás del auto mientras Alice estaba sentada de copiloto con un tazón colorado lleno de ensalada en los brazos.

-Le costará un poco de trabajo, pero supongo que sí- respondió Alice con una sonrisa nerviosa, tratando de aliviarse a sí misma. Una vez que ambos coches estuvieron en el lugar donde los dejaban para que los encargados del edificio los acomodaran, todos comenzaron a bajar de sus respectivos aerodeslizadores cada uno de ellos con sus lentes obscuros.

-Hola, buenas tardes- se dirigió Alice al portero que los observaba algo sorprendido ¿No eran por lo menos cuatro de ellos los chicos que aparecían diario en las noticias de la prensa sensacionalista?- Venimos al departamento del señor Redgie Ecker-

-Un momento por favor- pidió el portero revisando la lista de avisos del día. Efectivamente la señora del pent-house, había avisado que tendría invitados alrededor de las tres de la tarde. Una vez que estuvo seguro que eran ellos, le pidió sus identificaciones a cada uno y casi se cae de espaldas cuando leyó los nombres de las tarjetas. Todos eran celebridades de alguna u otra forma- Pasen, no hay problema-

Uno a uno, los chicos y Alice fueron recogiendo sus tarjetas de identificación ciudadana al mismo tiempo que comenzaban a entrar en el amplio ascensor de cristal que los llevaría al hogar de Selick y Redgie.

El timbre del ascensor les indicó que por fin habían llegado a su piso y cuando las puertas se abrieron, una mujer rubia y de felinos ojos verdes los recibió con seriedad.

-¡Selick!-exclamó Alice contenta saliendo primera para abrazar a Selick, quien en cuanto tuvo a Alice entre sus brazos sonrió también pero de una manera menos efusiva.

-Hola, Alice- contestó Selick con una sonrisa menor a la de Alice en los labios. Bill y Tom notaron esto, pero al parecer el resto de los muchachos estaban demasiado embobados contemplando la maravillosa y exótica belleza de Selick- ¿Quiénes son tus invitados?-

-Él es mi Bill- presentó Alice a Bill primero, tomándolo del brazo. Bill avanzó con rigidez el paso que lo separaba de Alice y se plantó con una sonrisa postiza ahí esperando a que Selick le diera el visto bueno. Alice intentó hacer especial énfasis en lo mucho que quería a Bill, intentando demostrarle a Selick que era más feliz con Bill que con Briant.

-Ya veo- dijo Selick observando a Bill discretamente de arriba abajo con su visión macroscópica- Tu Bill. Mucho gusto, Bill de Alice-

-Encantado- respondió Bill de manera ligeramente torpe pero sin dejar de sonreírle a Selick, quien lo miraba impasible.

-Selick; éste es Tom. Es el hermano gemelo de Bill- introdujo Alice a Tom, quien se unió a ellos con más facilidad ya que no era él el que estaba siendo evaluado por los ojos atentos de Selick.

-¿Gemelo, eh?- preguntó Selick sonriendo por vez primera de una manera genuina y ligeramente burlona.

-Sí, así es- le sonrió Tom, cuyo instinto conquistador se había disparado desde el momento en que vio a Selick desde su sitio en el cubículo del ascensor. Su belleza era sencillamente atrapante y sus ojos enormes y misteriosos no hacían más que cautivarlo- Sé que no es muy grande el parecido, pero así es-

-¿Estás bromeando? Son idénticos- dijo Selick con ironía, quién a diferencia de Alice sí podía manejar perfectamente todas las expresiones humanas ya que ella y los demás humanoides habían seguido asistiendo a sus clases de Humanidad en Astrella.

-Y ellos son mi demás familia: Andreas, Gustav y Georg- añadió Alice pasado un momento en el que Selick se quedó contemplando a Tom directamente a los ojos con una sonrisa siniestra, que no le gustaba nada a Alice pero tenía hechizado a Tom.

Los demás implicados, una vez mencionados se unieron también al grupo desviando por fin la atención de Selick. Ésta se dedicó a saludarlos a todos como buena anfitriona que era e hicieron entre todos un poco de conversación parados en el umbral del recibidor de la casa de Redgie y Selick. Pasados unos minutos, Bill observó a un hombre pelirrojo y alto que caminaba hacia ellos. Tenía un aire amistoso y conversador y a diferencia de Selick sonreía ligeramente. Esperaba que no fuera Briant, ya que aún no se encontraba listo para encararlo.

-Buenas tardes- habló Redgie con su voz marcadamente varonil y fuerte, llamando la atención de todos los presentes; quienes se callaron y observaron en silencio al recién llegado- Ustedes deben ser la familia de Alice-

Al escuchar la palabra familia, Alice y sus muchachos se sintieron más cómodos ya que notaron que la voz de Redgie no era de molestia como la de Selick sino que por el contrario intentaba mostrarse lo más cordial posible.

-Es un gusto verte de nuevo Alice- le sonrió acercándose a ella. Los demás abrieron paso para que Redgie pudiera acercarse a Alice, quien la abrazó y le dio un beso en la mejilla que correspondió Alice.

-Chicos, él es Redgie Spencer Ecker. Marido de Selick- lo presentó Alice a todos los congregados allí. Todos los muchachos se sintieron ligeramente intimidados ante la presencia de Redgie, quien era de su mismo tamaño pero sin embargo despedía un aura de poder.

-Llámenme Redgie- aclaró este sonriéndole ampliamente a todos, calmándolos.

Apenas estaban estrechando manos entre todos, cuando el sonido de un timbre se escuchó por toda la casa. Inmediatamente, todos excepto Alice, Redgie y Selick se volvieron hacia el elevador buscando al recién llegado. Entre tanto, Alice, Redgie y Selick se observaban entre ellos fijamente. Bill tragó con dificultad debido a que sabía quién debía ser, sus manos comenzaron a temblar imperceptiblemente debido al temor de saber quién estaba detrás de la puerta de titanio.

-Buenas tardes- dijo una voz masculina pero a la vez musical, dejándose escuchar en toda la habitación. Redgie y Selick le dirigieron una gran sonrisa en cuanto lo vieron caminar hacia ellos en la estancia, muy diferentes de Alice quien prefería no mirarlo. Quizás no había medido muy bien lo incómodo que podría llegar a resultar esto.

-Chicos, él es Briant Joseph Project- dijo Alice con voz tímida sin mirar a Briant. Todos los muchachos se quedaron pasmados ante la imponente figura de Briant, quien era si acaso uno o dos centímetros más alto que ellos.

-Marido de Alice- completó Selick la presentación con una gran sonrisa mientras Bill sentía que el aire no le llegaba a los pulmones.