30 de marzo de 2012

Oportunidad


Oportunidad by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Evidentemente no se acuerda...-expresó Frances, recostada en el sofá de su sala, su cabeza pelirroja apoyada en el regazo de Lexie, quien acariciaba su cabello de manera rítmica y cariñosa. Por suerte, Dorian no se encontraba ahí para presenciar la escena.

-Tal vez está preparándote una sorpresa-sugirió Lexie, con su tono siempre entusiasta-¡Quién sabe! Quizá es algo tan grande que tuvo que empezar a trabajar en él desde ayer en la noche-

-Sí, claro... a las diez cuando ya todas las florerías y tiendas de detalles están cerradas...-replicó irónicamente la pelirroja, encogiéndose como un ovillo-No sé, Lex... no me dá buena espina...-

-No seas paranóica-regañó a la modelo su cuñada-Es como Dorian, ¿Dónde lo ves ahorita? Supuestamente está en el trabajo pero... ¡con él nunca sabes!-

-Mmm... pero mi hermano es un cursi de lo peor-se quejó la menor de los hermanos Umbrose-Seguramente él te va a regalar una isla, un avión privado o yo qué sé...-

-Estás exagerando demasiado-le reclamó Lexie, sus ojos brillando a causa de la emoción-Con que fuese un anillo de compromiso para mí sería suficiente...-

-No me sorprendería que te lo diera-replicó Frances, un poco más animada al pensar en la boda aún no consumada de su hermano y su alegre mejor amiga.

-Tu boca sea de profeta-canturreó la menor de los humanoides del doctor Watts, sintiéndose dichosa-Si quieres tú y yo podemos...-

-¡Ya llegué!-clamó una voz masculina, haciendo que la expresión un poco más optimista de Frances volviese a sumirse en una decepción total. Aún en el sofá, la modelo se giró de manera que no tenía que ver a aquél caballero que acababa de aparecerse por esos rumbos.

-¡Hola, Alex!-saludó alegremente Lexie a su hermano gemelo-¿Cómo te fue hoy?-

-Puff... agotador-se quejó el humanoide, apareciendo por el arco que servía de entrada a la sala principal del departamento-Especialmente porque fuí a conseguir... ésto-

Súbitamente, el atractivo mejor amigo de Dorian sacó de detrás de sí un par de ramos de hermosas y radiantes rosas rojas, que parecían como recién cortadas. Con las hojas firmes y cubiertas de un muy ligero rocío, parecían un sueño hecho realidad. Sin querer, Frances no pudo evitar voltear a ver el par de llamativos ramos, ante lo cual Alexei sonrió satisfecho, sabiendo que había cumplido su obscuro cometido.

-¡Alex!-exclamó Lexie, sonriendo abiertamente-¡Son encantadoras! ¿Para quién las compraste?-

-Pues para los dos amores de mi vida...-se explicó el caballero, tendiéndole uno de los ramos a su hermana, quien lo aceptó de inmediato con una sonrisa mientras el otro, uno un poco más llamativo, se lo entregaba a la criatura pelirroja que se dedicaba a ignorarlo abiertamente, cuando en sí estaba que no cabía de emoción por dentro.

-Lex, creo que te hablan...-musitó Frances, intentando distraer la atención de sí al mismo tiempo que pretendía que Alexei no se encontraba ahí.

-Carlie, por favor... es un detalle pre San Valentín-le rogó el encantador gemelo de Lexie-Acéptalas-

-Como sea...-gruñó la modelo, arrebatándoselas de las manos al solícito hombre trajeado que se encontraba acuclillado frente al sofá donde ella se encontraba tendida. De un salto, se levantó del sofá del lado contrario y en silencio, comenzó a caminar hacia su habitación, con las rosas aún en las manos.

-¡Fue un placer!exclamó Alexei, sin poder evitar reírse.

-¡Gracias! O lo que se diga en casos como éste...-rumió la hermana menor de Dorian, sin frenarse por un segundo. Le frustraba que Tom no se tomara atenciones así con ella. Desde que habían comenzado su noviazgo, en ningún momento le había dado algún regalo.

-¿Saldrías conmigo mañana?-le pidió el hermano de Lexie a la cuñada de ésta última, llamando la atención de la esposa de Dorian, quien no podía creer lo que escuchaba-¡Déjame llevarte a cenar!-

-¡Lo único que te voy a aceptar es que no me vuelvas a dedicar gestos como éstos jamás!-exclamó en respuesta la enfadada modelo, abandonando la habitación.


28 de marzo de 2012

Lío


Lío by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Aquella mañana en específico, Tom Kaulitz se levantó de lo más oriundo de su cama, con un pequeño trozo de tela colgando de su pulgar derecho y sintiéndose el rey del mundo, echó a andar por su recámara hasta detenerse frente al espejo de cuerpo completo con el que contaba la misma. Allí, se dirigió una mirada apreciativa y complacido consigo, comenzó a reírse con ganas, pensando en la última vez que se había sentido así de bien. Cantando en voz alta, se dirigió hacia su cuarto de baño, en donde se dio una ducha larga, disfrutando inmensamente de la sensación del agua caliente contra su cuerpo. Una hora después de haberse levantado, miró sus compromisos para aquél día en su holocomunicador, al mismo tiempo que avanzaba con dirección al recibidor de su apartamento: ese día no tenía ganas de desayunar en casa.

-¿Tom?-lo llamó una vocecilla tímida, de timbre femenino, que parecía angustiada. En un movimiento encantador, el interpelado se giró para comprobar que era su cuñada, la pequeña Alice, quien lo observaba al fondo del pasillo, frente a la puerta de la recámara de su hermano menor. Ataviada con una camisola ligera de color azul marino, la mujer lo miraba inocentemente.

-¿Sí, encanto?-le contestó galantemente el sujeto de las trenzas negras, sonriéndole de manera accidental.

-¿A dónde vas?-quiso saber la muchacha, que aún permanecía en la misma posición estática que tenía desde que él la miró.

-Ah, a buscar algo que comer-replicó con sencillez el músico-Quiero un buen soufflé vegetariano para empezar el día-

-Puedo preparártelo si gustas...-se ofreció su amable cuñada, dirigiéndose a él con timidez. ¿Quién era aquél individuo petulante que se mostraba frente a ella? En definitiva no se parecía en nada al guitarrista de Tokio Hotel que ella conocía.

-No te molestes, cariño-se despidió el mayor de los hermanos Kaulitz, antes de introducirse por la puerta del ascensor-¡Los veo en la noche, queridos!-

-¿En la noche?-cuestionó la humanoide; sin embargo, para cuando la pregunta llegó a los oídos del guitarrista, éste ni siquiera se preocupó por contestar a la interrogante. Se sentía demasiado feliz como para angustiarse, aunque fuese por sí mismo.

Avanzando a pasos agigantados, se dirigió hacia el estacionamiento del edificio, del cual recogió con una enorme sonrisa a su areo último modelo, un Audi. En el panel de control del vehículo, marcó rápidamente unas cuantas coordenadas que, por suerte, no había borrado en su despecho. Rápidamente, el automotor comenzó a moverse vertiginosamente en la dirección que su piloto le había indicado, virando en algunas calles para llegar finalmente a un estacionamiento similar al cual acaban de abandonar él y su conductor. Antes de bajarse, el mayor de los hermanos Kaulitz recibió una notificación de su holocomunicador: tenía una llamada.

-Buenos días...-cantó con excesiva masculinidad su voz, aturdiendo a su locutor del otro lado de la línea.

-Hola, amor...-replicó Frances con extrañeza, acostada aún en su recámara de tonos pastel-¿Cómo estás?-

-Mejor de lo que se puede estar, muñeca mía-le respondió el interpelado de manera jactanciosa-¿Tú qué tal amaneciste, corazón?-

-Bien...-mintió sin mucho entusiasmo la humanoide; había pasado la noche en vela pensando dónde demonios estaría Tom y por qué se estaba comportando tan extraño-¿Nos vamos a ver hoy?-

-Por supuesto que sí-contestó rotundamente seguro de sí mismo el guitarrista-Paso por ti para que vayamos a comer, ¿De acuerdo? Es que tengo una mañana... un tanto ajetreada-

-Hoy tengo el día libre-mencionó la pelirroja, viendo si así podía convencer a su novio de cancelar sus "múltiples compromisos" o, al menos, de que la incluyera en ellos.

-¡Que gusto, mi cielo!-exclamó apresuradamente el músico, viendo que ya se le hacía tarde-Paso por ti al rato. ¡Adiós!-

Y así, sin decir más, Tom Kaulitz dejó colgada a su novia del otro lado de la línea, sintiéndose confundida y un poco preocupada.

-Te amo...-le expresó Frances al auricular ya mudo.

-Creí que no llegarías...-le reclamó la dulce voz femenina, cargada de veneno, a su atractivo acompañante, estando ambos de pié en el recibidor del apartamento de ella.

-¿Faltar a ésto?-cuestionó el guitarrista, tomándola por la cintura mientras ella, de un salto, se subia al cuerpo de él-Para nada...-


26 de marzo de 2012

Obscuridad



Obscuridad by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

A partir del fugaz encuentro entre Tom y Annya, las cosas comenzaron a marchar tremendamente mal. Para empezar, el grupo de amigos había quedado formalmente en ir a cenar, a su restaurante favorito juntos. En ese momento, tendrían tiempo para charlar apaciblemente acerca de la gira y sus pormenores; para aquél tiempo, Phoebe ya habría salido del trabajo y los chicos ya habrían desempacado sus maletas y descansado un poco; sin embargo, en su agitación por lo que acababa de sucederle, el mayor de los hermanos Kaulitz decidió cambiar los planes del grupo, poniendo únicamente sus intereses de por medio.

Argumentó vehementemente, primero a Frances y después al resto de su comitiva en una holollamada grupal, que lo mejor era salir a divertirse, a descansar. Alegaba, como quien pelea una cuantiosa herencia, estar cansado de andar encerrado entre hoteles y restaurantes y deseaba salir a algún otro lugar; cuando se le preguntó cuál era aquél otro lugar al que le gustaría asistir, ni tardo ni perezoso el guitarrista contestó con simplicidad: "The House me parece una excelente idea".

Reticentes, el resto del grupo se la pensó para aceptar el cambio de planes puesto que, si bien The House era un sitio que les agradaba bastante, ninguno de ellos estaba de humor como para andar soportando ruidos estridentes, música a todo volumen y al gentío que se juntaba diariamente en el establecimiento. De manera discreta, Gustav y Bill le insistieron al músico para que desistiera de sus planes, más no contaban con el hecho de que tanto Andreas como Hagen apoyarían la propuesta de The House, ansiosos ellos mismos por ir a pescar algo para la noche. A regañadientes, Bill y Gustav dieron su brazo a torcer, dispuestos a todo por pasar tiempo con sus amigos.

El problema en sí, era que el resto del grupo de los Tokio no sabía que a Tom no le placía ir a The House únicamente porque sí. De buena fuente, se había enterado a la salida de Elite que Annya estaría allí aquella noche en específico y en un intento de demostrarse a sí mismo que aún la traía a sus pies, quería toparse con la modelo. Mentalmente agotada por el día tan estresante que había tenido, Frances se rehusó a acompañar a su novio, alegando un dolor de cabeza intenso que no la dejaba ni moverse con normalidad; aunque para ambos, humano y humanoide, era evidente que la criatura no podía sufrir un mal así, no estaba en su naturaleza. Sin embargo, sumido en sus propósitos, Tom se retiró sin chistar, una vez que hubo dejado a su novia en el departamento que habitaba con su familia. 

Después de un rato de insistirle en que tampoco quería asistir, Bill también convenció a Alice de quedarse en casa, a pesar de las súplicas de la segunda por salir de casa, en un intento desesperado de no pasar tiempo a solas con su pareja, puesto que sabía que si se quedaban solos, tendrían que hablar y eso definitivamente no le apetecía a la pelinegra. Finalmente, el exhausto hermano menor de Tom y la novia de éste se quedaron en el departamento de los gemelos, dejando el campo libre para que Tom hiciese su santa voluntad. De último, Gustav y Phoebe también declinaron la invitación, alegando que los dos se sentían demasiado cansados como para salir. Gustoso, el mayor de los hermanos Kaulitz no protestó, aliviado al ver que no tendría chaperones encima de sí aquella noche.

-Ya conocen el código, muchachos-le advirtió Tom a Georg y Andreas una vez que pasaron por la estrecha puerta de entrada de The House-De aquí en adelante, somos totalmente desconocidos. A menos que...-

Atuendo de Annya
-Haya peleas, estemos demasiado ebrios, intentemos violar a alguien a causa de nuestra ebriedad, nos desmayemos o vomitemos-completaron los dos chicos que allí se encontraban-Entendido-

-Bien... la noche es nuestra, entonces-se jactó el guitarrista, internándose en la muchedumbre de hermosas mujeres, en donde inmediato localizó a la que iba buscando, ataviada con un vestido blanco de lycra que entallaba su delgada figura.

Instantáneamente, ella también lo vio; sin embargo, pretendió no notarlo a la par que fingía estar sumamente interesada en la aburrida conversación que se llevaba a cabo frente a su nariz, en el reducido y exclusivo grupo de modelos internacionales con el que se encontraba. En el instante menos esperado, una notificación de su holocomunicador llamó su atención y, sin necesidad de ver el remitente, supo de quién provenía el mensaje que acababa de llegarle.

"<<Hermosa>> es un término que se queda corto para describirte esta noche. ¿Qué te parece si nos juntamos en un privado? Por los viejos tiempos", se leía mientras el guitarrista de Tokio Hotel, discretamente, tomaba un lugar en el apartado VIP de la sala lounge, en el recibidor, acompañado por sus amigos quienes, enfrascados cada quién en lo suyo, ni siquiera eran conscientes de las miradas lascivas que el novio de Frances Umbrose le dedicaba a Annya Nikova.

"¿Y quién dice que ya son viejos tiempos?", le respondió la rusa al caballero que no dejaba de observarla de manera excesivamente posesiva. Con una disculpa vana, se retiró del grupo en el que se encontraba y sutilmente fue moviéndose entre la multitud de hombres y mujeres que se movían a su alrededor, pretendiendo que estaba buscando los sanitarios. El guitarrista, por su parte, hizo lo propio y sin decir una sola palabra se deslindó de su par de amigos para ir en pos de la atractiva muchacha de ojos verdes de la cual no podía apartar su atención.

-Cuánto tiempo...-expresó Tom Kaulitz, de pié frente a la cortina de terciopelo negro, que no permitía ver lo que había dentro del cubículo delante del cual se encontraban él y su ex novia, Annya Nikova.

-Te va a parecer una eternidad-le contestó la joven, tomándolo del cuello, mientras ambos se adentraban en el reducido espacio.


25 de marzo de 2012

Boquiabierto


Bocabierto by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Annya Nikova
Mientras Alice y Bill conducían en silencio con dirección hacia el restaurante favorito del vocalista, Frances y Tom, tomados de la mano, avanzaban ambos sonrientes por los pasillos de Elite, la agencia de modelos que administraba las carreras de la pareja. En una especie de "favor rápido", el mayor de los hermanos Kaulitz había accedido a acompañar a su novia a revisar los detalles de un par de campañas publicitarias en las que su presencia resultaba imperiosa. Con lo que no contaban, es que en el camino se encontrarían con Annya Nikova, la antigua mejor amiga de Frances y ex novia de Tom quien, para sorpresa del par, se había teñido su largo cabello castaño a un rubio platinado, cortándolo con un flequillo recto sobre las cejas.

De una manera que no podía explicar, el guitarrista de Tokio Hotel sentía una atracción natural por las mujeres rubias y, tratándose de su ardiente ex novia, el hermano mayor de Bill Kaulitz no pudo evitar que sus pupilas fueran a las delgadas, largas y bien torneadas piernas de la mujer de piel morena, la cual, apenas notar la reacción que había causado en el músico, se sintió inmediatamente complacida.

-Buenos días-los saludó cordialmente a ambos, para sorpresa de la pareja-

Look de Annya
-Buenos días-contestaron a dúo, cada quién en un tono distinto. Frances, por su parte, parecía reticente y hasta un poco incrédula ante la cordialidad de Annya, mientras su novio, el cual no podía quitarle los ojos de encima a la modelo rusa, lo percibió como un gesto de lo más encantador y, hasta cierto punto, coqueto.

-Raro...-musitó Frances una vez que hubieron pasado de largo a su colega europea y así, al mismo tiempo que la humanoide de cabello pelirrojo se acercaba a un escritorio para preguntar acerca de la situación por la que le habían llamado, el mayor de los hermanos Kaulitz, de una manera bastante habilidosa, se las ingenió para enviarle un holomensaje a la modelo sin que el resto de los presentes en la sala, que eran menos de diez personas, se diera cuenta. Al recibir el texto, la mujer de ojos verdes y sonrisa candorosa no pudo evitar reír consigo misma, profundamente encantada al leer: "Que bien te ves. Me gustaste mucho hoy."

-Y eso que aún no tienes el gusto de percibirme en mi mejor faceta...-se jactó en voz alta para sí misma la arrogante mujer. Su plan apenas comenzaba.


23 de marzo de 2012

Angustia


Pánico by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Sentados en el aerodeslizador de Bill, él y su novia se desplazaban a alta velocidad por un conducto subterráneo para tráfico acelerado o, como se le conocía por sus siglas, SPA. Virando ligeramente el volante con ayuda de su copiloto automático, iban charlando animadamente acerca de los pormenores del viaje de la banda, así como del nuevo proyecto en el que Alice se había embarcado antes de que el frontman de Tokio Hotel y el resto del grupo se fueran de gira. Sin embargo, algo tenía a la humanoide más inquieta de lo normal.

-Te estuve llamando a casa varias veces-le reprochó Bill, intentando no sonar hostil-Nunca me contestaste. ¿Por qué? ¿En dónde estabas?-

-Ah... eso...-balbuceó de manera confusa la criatura, intentando evadir el tema-Yo... anduve mucho por la casa de los Umbrose-

-¿Con los Umbrose?-escupíó el cantante, verdaderamente impresionado-Bueno, ¿A ti que mosca te picó? Creí que no soportabas a Dorian-

-No, él... es una buena persona. Con Alexei es con el que me cuesta más trabajo tratar-expresó Alice de manera inconsciente, dándose cuenta de inmediato de su metedura de pata.

-¿Alexei...?-

-Cabello castaño, el niño bonito ese que es uña y carne de Dorian-se explicó la humanoide.

-Ah, ya...-musitó el menor de los hermanos Kaulitz distraídamente-Y yo que pensaba que era un tipo bastante agradable-

-No del todo-aclaró la pelinegra-Pero, eso en realidad no tiene importancia... lo más relevante de este momento es que ya estamos de nuevo juntos-

-Por supuesto-convino el músico, complacido de inmediato al escuchar a su novia decir aquello-¿Qué quieres comer?-

-No sé, por mí está bien cualquier cosa-expresó la mujer, comportándose condescendiente con su pareja-Tú eres el que debe de venir muerto de hambre, mi pobrecito. Comamos en donde tú quieras-

-Gracias, amor; gracias-suspiró el líder de Tokio Hotel de inmediato, enfilando el curso del GPS del aero para dirigirse a su restaurante vegetariano favorito. Mientras tanto, en el asiento de al lado, los pensamientos de Alice no cesaban.

Una de sus múltiples preocupaciones, la más pequeña de ellas, era el haberle mentido a Bill a medias. A pesar de que sí había estado pasando mucho tiempo últimamente con el clan humanoide de su cuñada, a la hija del doctor Richard Vo se le pasó mencionarle a su novio que su estadía en el hogar Umbrose no había sido parcial, como ella había comentado, y tampoco muy voluntaria.

Tres semanas más tarde de que Bill partiera a su viaje por toda América en su gira de conciertos para promocionar su más reciente material discográfico, extraños mensajes holográficos comenzaron a llegarle a la pelinegra, cada uno de ellos más alarmante que el anterior. En un principio, creyó que las amenazas que recibía de manera esporádica eran fruto de la mente retorcida de alguna adolescente obsesionada con Bill y el resto de los chicos; sin embargo, cuando éstas se fueron haciendo más específicas, personales y constantes, la humanoide cayó en pánico.

En un intento de resolver su situación, visitió al resto de su clan, los demás hijos del doctor Richard Vo, para preguntarles acerca de aquellos extraños mensajes que recibía. Para su sorpresa, no sólo a ella le estaban llegando. Selick estaba completamente aterrada por las declaraciones que se encontraban ella y a su esposo Redgie, con toda clase de amenazas para cualquiera de los dos escritas en mensajes dirigidos a sus holocomunicadores personales, al igual que al de su hogar. Briant había estado recibiendo advertencias similares, sobre tragedias que podían sucederle de un momento al otro. Discretamente, el grupo de humanoides se juntó para ir a buscar a los Umbrose, quienes no tenían conocimiento alguno sobre aquellos inusuales recados.

Pensando que se trataría de alguna maniobra de Astrella para llamar su atención, los Project y los Ecker se dirigieron sin mayor tardanza a Washington D.C., para visitar la cede de Astrella en América, específicamente el edificio donde se encontraba su creador, padre y científico encargado: Richard Vo. De inmediato, le comunicaron la situación, así como sus mayores temores al respecto de la extraña experiencia que vivían. Intrigado, el científico les pidió temporalmente las memorias de sus respectivos holocomunicadores, con el propósito de rastrear el origen de aquellos extraños mensajes; sin embargo, nada encontró: la localización del individuo que enviaba los anónimos era completamente desconocida.

Aterrados, los humanoides decidieron adoptar medidas extremas y, sin consultárselo a nadie, decidieron movilizarse sutilmente, de manera que Briant se mudara con los Ecker y Alice con los Umbrose, bajo falsos pretextos que, por muy increíble que les pareciera a los cuatro, funcionaron. El ex marido de Alice abandonó el apartamento en el que ambos solían vivir, bajo la excusa de mudarse a casa de su hermana, la cual según él estaba muy enferma de mononucleosis y necesitaba excesivos cuidados. La novia de Bill, por su parte, le explicó de inmediato la situación a Frances y ésta instantáneamente tomó cartas en el asunto y movilizó lo necesario para hacer que su cuñada se mudara a vivir con ella temporalmente, al menos hasta que Bill volviese y pudieran hablar con él del asunto.

Así, los Umbrose tuvieron que hacerse a la idea de que, súbitamente, su "cuñada" se encontraba de visita con ellos y, tras unas breves palabras con Dorian, el mismo líder del clan de Anderson Watts decidió que la permanencia de la pelinegra en aquél lugar era un hecho inapelable y completamente necesario. De esa manera, el resto de los familiares de Frances se comportó lo más cordial que pudo con la hermosa Alice, la cual, por su parte, también intentó ponerse a la altura de las circunstancias y tratar a todos sus compañeros temporales de la forma más amable.

Ahora, le gustase o no, tenía que tratar el asunto con Bill; puesto que el mensaje más aterrador que había recibido, era uno en el que se le indicaba que si las cosas proseguían por el curso en el que iban, la humanoide perdería al ser que más amaba en el mundo: su novio.


21 de marzo de 2012

Casa


Casa by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

En cuanto los chicos pusieron un pie en suelo firme, pocos fueron los segundos que les tomó a sus respectivas novias echarse a correr hacia ellos, con toda su fuerza pero al mismo tiempo procurando lucir lo más normales posibles, por los posibles paparazzis que podrían estar rodeando a la banda. Detrás de ellas, tanto Rhoda como Fabiho comenzaron a caminar lentamente, tomados de la mano en todo momento, para ir a ver a Andreas y a Georg respectivamente.

-¡Amor!-exclamó Alice, abrazándosele a Bill con locura de su estrecha cintura.

-¡Cielo!-le contestó su alegre novio, tomándola de igual manera contra sí.

-¡Tommy!-gritó Frances con alegría gorgeante, mientras se encaramaba de un salto al cuerpo de su novio, abrazándolo por el cuello y enredando sus piernas en torno a la cintura del guitarrista.

-Corazón...-suspiró Tom, aliviado de tener de nuevo consigo a la criatura que más feliz lo hacía en el mundo, después de su hermano gemelo.

-¡Viejo!-exclamó Fabiho para Hagen, intentando animarlo. Algo entristecido, el bajista observaba a sus amigos con añoranza-¿Qué tal estuvo el viaje?-

-Magnífico, magnífico...-replicó desganadamente el músico, acercándose a su mejor amigo para abrazarlo a manera de saludo. Rhoda por su parte, se desprendió del trío para ir a buscar a su primo, el cual apenas iba descendiendo por la escalerrilla del jet, hablando Dios sabe con quién a través de su holocomunicador.

-Andy...-susurró Rhoda, esperando no ser impertinente.

-Sí, permíteme; yo te llamo-enunció Andreas para su interlocutor del holo, antes de enfocar toda su atención en su prima-Roddy, que gusto que hayas venido a recibirme-

-Para eso estoy, ¿Qué no?-respondió entre risas la hermosa morena, abrazándose a su pariente.

-¡Rhoda, no!-se quejó Andreas entre risas-¡Si alguien nos ve va a pensar que eres mi novia!-

-¿Y eso como en qué nos afectaría?-quiso saber la dulce mujer de labios rojos.

-¡Como en que me bajarías el rating! ¡Perdería popularidad entre las mujeres!-bromeó el mánager, devolviéndole el abrazo a la mujer que tenía frente a sí-Dime por favor que últimamente no has estado saliendo con...-

-¿Algún problema, bro?-quiso saber Fabiho, acercándose a la pareja de primos, en donde se tomó la libertad de asir a Rhoda por la cintura, jalándola hacia sí.

-Mmm... ya decía yo que con razón no andaba tan tranquilo-replicó el rubio-¡Cuidadito con ella, Laggerfeld! ¡Te estaré vigilando!-

-Mientras no vigiles lo que hacemos por las noches...-bromeó Fabiho, abrazando a Rhoda con ambos brazos por la cintura.

-¡LAGGERFELD!-gritó Andreas, verdaderamente enfurecido.

-Que bueno es estar en casa...-suspiró Tom al escuchar los gritos de Andreas, abrazado a Frances, mientras ambos esperaban a que bajaran el equipaje de todos los chicos del avión.


19 de marzo de 2012

Emoción


Emoción by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-¡Alice!-exclamaba una voz por el departamento completamente abandonado, iluminado por la luz que se filtraba entre las cortinas de los múltiples ventanales con que contaba la construcción-¿Ya estás lista?-

-¡Sí!-replicó en un grito la interpelada-¡Lo que pasa es que no podía encontrar un zapato!-

-Sorpresa en ti...-musitó entre risas la interlocutora de la humanoide de cabello negro-Apúrate que se nos va a hacer tarde-

-¿Y Phoebe? Crei que ella también vendría-puntualizó la novia de Bill Kaulitz, saliendo de su recámara, ataviada en un hermoso vestido gris, cubierto por un abrigo color verde que le llegaba encima de las rodillas.

-Tiene demasiado trabajo-la excusó Frances, portando un elegante vestido azul marino, de manga tres cuartos y cuello redondo-Gus va a pasar por ella después de ir a dejar sus maletas a casa-

-Ah, está excelente entonces-convino la cuñada de Tom, avanzando a grandes zancadas por la sala del departamento que ocupaba junto con su novio y el hermano de éste último-Vámonos ya-

-Un siglo más tarde...-se burló Frances, antes de abrazarla por los hombros; de un tiempo para acá, ambas criaturas se habían hecho muy cercanas.

-Muy graciosa-repuso la hija de Richard Vo, al que ya no había visitado con tanta frecuencia últimamente-¡No se te olvide que soy mayor que tú!-

-¿Y eso es importante porque...? Ah, es cierto: ¡no es importante!-replicó riendo la hermosa pelirroja, balanceando sus rizados cabellos de un lado hacia el otro, en la cola de caballo en que los traía recogidos.

-¡Muévete, niña! Llevo meses sin ver a mi novio y me voy a morir si se baja del avión y yo no estoy ahí para recibirlo-instó Alice a su cuñada, la cual avanzaba tan rápido como ella a través del recibidor del apartamento de los gemelos.

-¿Y tú crees que yo no? Rápido, llama a esa máquina lenta-le pidió Frances a la pelinegra que se encontraba a su derecha.

-Se llama "ascensor", ignorante-jugó con ella la mayor de las dos.

-Como sea-rió Umbrose, antes de introducirse por el par de puertas metálicas.

Más tarde, las dos se encontraban de pié en la pista de aterrizaje del LAX, los ojos de ambas cubiertos por lentes de sol de dos diferentes estilos: el de Frances era un tanto más conservador y hasta cierto punto retro mientras lo de Alice irradiaban modernidad y vanguardismo. Pocos segundos después de que llegaran ellas, Rhoda y Fabiho se aparecieron, tomados de la mano.

-Dios mío, creí que no lo lograríamos-expresó Rhoda, mientras saludaba al alegre par de cuñadas, quienes se mostraban impacientes ante la llegada de sus respectivos novios, así como del resto de la banda.

-¿Por qué? ¿Salieron muy tarde de casa?-inquirió Frances, saludando a la agitada morena.

-Alguien no se despertaba-replicó la prima de Andreas, echándole unos ojos de pistola a Fabiho, quien sonreía bastante displicente.

-Espérate a que Andreas sepa que estuviste durmiendo en su casa-le dijo Alice a Fabiho, saludándolo con un beso en su mejilla sin afeitar-Te va a matar-

-No tiene por qué enterarse-rió el encantador alemán de cabello castaño, antes de acercarse a la novia de Tom para saludarla propiamente. Entre risas, los cuatro se pusieron a charlar animadamente, hasta que de repente, algo en el cielo llamó su atención.

-¡Son ellos!-exclamó Frances, apuntando hacia la aeronave con el logo de los Tokio, el cual se acercaba cada vez más a ellas.

18 de marzo de 2012

Regreso

-Sí, ¿Estás allí? ¡No puedo esperar para verte!-

-Sí, te prometo que cenaremos hoy juntos... te he extrañado tanto...-

-¡No, no! ¡Espérame! ¡Yo paso por ti al trabajo! ¡Estoy aterrizando! ¡Te marco cuando esté afuera!-

-Esto es hastiante...-musitó Andreas, sentado en los últimos asientos del jet privado en el que viajaban los integrantes de Tokio Hotel.

-Cállate-le espetó Hagen entre risas, con los audífonos colgándole del cuello-Ya quiero verte cuando te toque-

-¿Tocarme? ¿A mí? ¡Amigo, soy inmune al amor!-exclamó el rubio mánager entre risas.

-Mejor guarda silencio-le insistió el prudente bajista-Yo también por eso no he abierto el pico... no quiero ni verme cuando me suceda-

-Puff... ¿Sucederte? ¿De qué hablas, Georgio? ¡Nosotros seremos eternamente solteros!-reclamó el mejor amigo de Bill y Tom Kaulitz, cruzándose de brazos-No puedo imaginarme atado a... como estos idiotas... ¡Ay, no! Citando al célebre Homero Simpson: ¡Sálvame, Jebús!-

-¡Yo quisiera todo lo contrario! ¡Quisiera no estar salvado!-confesó vehementemente el músico alemán-Sinceramente, no me molestaría convertirme en un mandilón por una temporada con tal de vivir todo lo que les toca a este hato de monos...-

-Georgio, no estás hablando en serio-expresó Andreas, espantado hasta la muerte-¿Tú? ¿En un compromiso?-

-¿Y por qué no?-cuestionó el interpelado-Creo que me sentaría bien. Además, ya va siendo tiempo para mí...-

-Hmmm... ¡Tiempo para que te dediques a salir con cuantas mujeres quieras! Haggie, eres excesivamente joven todavía, rico, músico, celebridad... ¿Qué más quieres?-

-Quiero a una mujer que me quiera por lo que soy, no por quien soy-contestó el bajista con decisión.

-Ay, cálmate Bill...-le reclamó Andreas entre risas-Ya llegará, si eso es lo que querías escuchar. Ya ves... el otro chango con todo y sus cabellos exóticos logró encontrarse a la muñequita de Alice. Entonces, creo que hay esperanza para ti-

-Dios te oiga-musitó Hagen de último, antes de volver su mirada hacia la ventanilla del avión, a través de la cual divisó las pistas de aterrizaje del LAX, donde seguramente Alice y Frances esperaban ilusionadas a sus hombres. Phoebe, como buena mujer de negocios, aún se encontraba en el trabajo.

Apenas una semana después de la boda de Gustav y la hermana menor de Andreas Hoffman, la banda había salido de gira en un tour de tres meses, el cual fue un éxito rotundo a lo largo de toda América. En aquél momento, los chicos venían regresando de Brasil, en donde se la habían pasado excelente en una serie de conciertos maravillosos. Ahora, regresaban para un breve periodo vacacional de un mes, justo dos días antes de San Valentín.

-No puedo creer que por fin voy a poder volver a abrazar a Alice...-expresó Bill con entusiasmo, dirigiéndose a su hermano mayor en los asientos delante de los de Georg y Andreas.

-Sí, ya hace un poco de tiempo...-coincidió Tom con él-El tiempo pasa horriblemente lento ahora...-

-¿Por qué será?-inquirió el menor de los Kaulitz socarronamente, mirando con malicia a su gemelo.

-Estar enamorados nos afecta horriblemente...-confesó el guitarrista de la banda, cubriéndose los ojos con ambas manos.

-¿Y lo dejarías?-quiso saber el frontman de Tokio Hotel-¿Dejarías a Frances?-

-Jamás-replicó Tom de inmediato-Me hace sentir tan... vivo-

-Sé de lo que hablas-intervino Gustav, sumándose a la conversación-Con Phoebe es lo mismo. Jamás pensé que llegaría a necesitar a alguien tanto como el aire que respiro-

-Nos sentimos igual-sonrió Bill, hablando por ambos hermanos Kaulitz-Y si a eso le sumas los sentimientos del otro...-

-Pobres de ustedes-se compareció el baterista de la banda con una enorme sonrisa-Debieron pasarla duro-

-No tienes idea...-replicó Tom-Lo bueno es que ya estamos en casa-

-O a punto de llegar a ella-corrigió Bill a su hermano mayor-Que bueno es volver y tener a alguien que te espere-

-Alguien que te espere...-repitió Hagen, consciente de que, a diferencia de todos los demás presentes, nadie aguardaba su regreso.


Nota: La canción de este capítulo era "When I get home" de The Beatles pero debido a cuestiones de indisponibilidad, fue imposible anexarla al capítulo. Quien guste, puede buscarla en YouTube para escucharla como fondo para el capítulo.


16 de marzo de 2012

Relajante


Relajante by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-¿Sabes cuál es una de las mejores cosas de ser un alemán?-preguntó en voz alta Andreas, rodeado de su comitiva, todavía en la casa que habían rentado su hermana y el marido de ésta para su boda, ahora desierta y a merced del grupo de alocados jóvenes.

-¿Cuál?-preguntó el grupo a coro, riéndose unos con otros, todos metidos en la piscina de la residencia.

-Que puedes meterte a una alberca a la hora que te dé la gana...-se jactó el encantador rubio, aún cuando el agua en la que se encontraban reposando él y sus acompañantes estaba tibia y agradable-Sin sentir frío alguno-

-¿Sabes? Las personas adineradas también podemos hacerlo, primito-replicó Rhoda quien, a pesar de que tenía raíces alemanas, había nacido en Estados Unidos. Entre los brazos de Fabiho, quien parecía muy a gusto con ella, la chica no daba la impresión de estar incómoda entre todos aquellos extraños.

Piscina de la residencia de Cuxhaven
-Sí, claro...-se mofó el mánager, pasando por alto los ojos de pistola que le echó su prima, por detrás de sus extravagantes y costosas gafas obscuras-El chiste de todo esto es que... no me quiero ir nunca-

-Se te olvida que tu hermana regresa en una semana...-puntualizó Hagen, quien se encontraba solo, con la espalda contra una de las paredes de la piscina. A diferencia de él y Andreas, el resto de los hombres que se encontraban allí con ellos tenían cada uno a una chica entre brazos.

-¿Y eso a mí me importa por qué...? Es cierto, me tiene sin cuidado-mintió el encantador hombre, riéndose entre dientes.

-Porque en una semana tú, y todos estos changos, tendrán que irse a meter a un tourbus a recorrer Norteamérica y sus alrededores, por si no recuerdas-le explicó Fabiho, desenmarañando la situación para el distraído agente de los Tokio. De inmediato, éste abrió los ojos en grande, a causa del sobresalto.

-Maldita sea, es cierto-escupió el interpelado, abriendo exageradamente sus hermosos ojos castaños-Puff... a ganarse el filete...-

-¿Acaso existe otra manera?-intervino Tom entre risas-De todos modos, no es que nos disguste demasiado eso, ¿O sí?-

-En absoluto-rió Andreas, con un secreto placer-Sobretodo porque yo no tengo que abandonar a mi novia durante unos... ¿Tres meses? Para irme de gira...-

De inmediato, tanto Tom como su hermano se miraron el uno al otro, sus caras demostrando abiertamente lo angustiados que súbitamente habían comenzado a sentirse, al hacerse conscientes de que no podrían invitar a sus novias a viajar con ellos, como inconscientemente había planeado.

-No puedo faltar al trabajo-se excusó Alice, mirando a Bill con expresión de disculpa.

-Pero trabajas para mí-argumentó el vocalista de Tokio Hotel, intentando rescatar la situación.

-Sí, sobre eso... me ha llegado un nuevo proyecto y bueno, yo... no puedo rechazarlo, es algo demasiado bueno-se explicó a medias la humanoide-Iba a contarte sobre esto después de la boda-

-Necesitas hacerlo-replicó el humano un tanto escandalizado-Vamos... tenemos... hay que hablar, Alice-

-Está bien-consintió la hermosa criatura pelinegra, mientras se movía junto con su novio para abandonar la piscina de límpidas aguas, los dos mirándose el uno al otro.

-¿Tú no...? Me supongo que no puedes acompañarme...-musitó Tom para Frances, bajando la cabeza, entristecido.

-Exacto-se excusó la pelirroja-Tengo unos cuantos compromisos con mi hermano a los que es imperioso que asistamos; además de que me pidieron para un par de campañas publicitarias-

-Entiendo-expresó de inmediato el guitarrista, portándose un poco más comprensivo que su hermano mayor-¿Quieres...? ¿Nos ponemos de acuerdo para ver cuándo podemos vernos? Tres meses sin ti se me hacen un infierno-

-Me siento igual-musitó la pequeña Umbrose, acariciando los brazos del hombre que tenía tras de sí-¿Podemos ir a buscar algo de comer? Tengo hambre-

-Por supuesto-consintió el músico, comenzando a movilizarse junto con su novia, al igual que habían hecho su hermano y su cuñada momentos atrás. A diferencia de su gemelo, él se dirigió a los todavía presentes antes de marcharse-Con su permiso-

-Propio-respondieron las cuatro personas que quedaban aún entre las tibias aguas de la alberca, sintiéndose súbitamente incómodos por la manera en la que la situación se había transformado.

-Rhoda-se dirigió Andreas a su prima, llamando su atención-¿Vas a quedarte mucho tiempo por aquí? ¿Cuándo tienes que volver a casa?-

-Sí, sobre eso...-replicó la hermosa pariente de los Hoffman-Hay algo sobre lo que tengo que hablar contigo. No vine sólo para la boda, tengo unos cuantos asuntos que arreglar en Los Angeles-

-Mmm... no tenía idea-contestó el rubio mánager-¿Qué te parece si vamos a otra parte a discutirlo? Hay que... ver bien cómo vamos a manejar estos asuntos tuyos-

-Suena bien-convino la mujer de cabello castaño, entrelazando sus dedos con los de Fabiho, antes de dirigirse a él-¿Vienes conmigo?-

-Encantado-contestó el embobado mejor amigo de Georg Listing, haciéndole un gesto a este último, intentando indicarle que regresaba pronto. En silencio, el bajista de Tokio Hotel asintió con la cabeza, sin darse cuenta de que se había quedado completamente solo; Natalie se había marchado el día anterior a visitar a su madre, quien se encontraba enferma, y el resto del clan Tokio se había esparcido por toda la casa, cada quién en sus asuntos.

En medio de la calma que súbitamente imperó en el patio con piscina en el que se encontraba Georg, comenzó a pensar intensamente en que tal vez, para variar, era tiempo de tener otra novia. No había salido con nadie desde lo de Lila y sinceramente comenzaba a sentirse solo, ahora que todos sus amigos parecían tener parejas estables, cosa que nunca antes había sucedido. Internamente, le preocupaba un poco la edad, no podía negarlo, pero lo que más le angustiaba era la facilidad con la que el resto de sus allegados parecía haber encontrado a su mujer ideal y él no era capaz ni siquiera de hallar a alguien con quién pasar el rato.

-¿Dónde estás?-le preguntó a esa criatura que nunca se le aparecía, que lo visitaba en sueños y lo miraba, con sus hermosos y enormes ojos verdes, siempre distante de él.


14 de marzo de 2012

Despedida



Despedida by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 
 -Pásatela de maravilla-le pidió él, tomándola de su mano izquierda, en donde ya relucía la brillante piedra de su anillo de matrimonio.

-Por ambos-replicó ella con una enorme sonrisa, sin poder creer lo que estaba viviendo-¿Seguro que estarás bien sin mí?-

-¿Bromeas?-le contestó el caballero, echándose hacia atrás la mata de cabello que le había caído sobre la cara, en un gesto que consideraba exageradamente galante-Estaré mejor que nunca. Durmiendo con muchas mujeres, bebiendo como un cosaco...-

-No quiero ni imaginármelo-lo interrumpió la mujer del traje blanco, con el cabello hecho un verdadero desastre-Tengo que irme... mi avión sale dentro de tres horas-

-Maldita sea la burocracia, hoy y siempre-repuso él entre risas, antes de acercarse a la dama para prodigarle un beso sencillo en su mejilla derecha, por la cual escurría una lágrima de anhelo-Vete ya, antes de que me saques el corazón-

-¿Te olvidas de que ya lo tengo en un frasco?-contestó la joven de cabello largo, ensortijado y trigueño, levantándose la ligera falda color perla, dejando ver su tobillo derecho, en torno al cual relucía una pequeña cadena plateada.

-Ya decía yo que algo te vi de extraño a la hora del liguero...-expresó el hermano mayor entre risas-Eres incorregible-

-¿Qué clase de mujer sería, en otro caso?-inquirió ella de manera retórica-Me tengo que ir-

-Vuela...-le respondió Andreas Hoffman a su hermana pequeña, Phoebe, mientras la miraba desaparecer de su vista en el auto clásico que ella y su nuevo marido habían contratado para que los llevase al aeropuerto más cercano, en donde el jet privado de los chicos de Tokio Hotel los esperaba para llevarlos a las Maldivas, uno de los destinos favoritos de los integrantes de la banda alemana.

-Creo que... esto es todo-enunció una voz diferente, palmeando la espalda del lloroso hermano mayor que se quedó observando a su hermana desvanecerse en la lejanía.

-¿Todo qué?-quiso saber con una voz que asomaba una sonrisa el mánager de Tokio Hotel.

-Todo... el final de la historia...-

-Neh, apenas es el comienzo de una nueva-planteó el alemán de cabello rubio ensortijado, antes de girarse hacia su grupo de amigos, el cual lo observaba sumido en un silencio total-¿Qué? ¿Esto es acaso un funeral? ¡Vamos adentro a seguir celebrando!-

Y así, bajo su mando, el resto del clan de jóvenes que venía acompañando a Andreas Hoffman en la boda de su hermana menor, Phoebe, se volvió a introducir en la casa, de la cual todavía les quedaban varias horas para disfrutar.

-¿Estás bien, Andy?-quiso saber Rhoda, acercándose a su primo.

-Mejor que bien-expresó el hombre-Hoy no perdí a una hermana... simplemente gané un cuñado...-

12 de marzo de 2012

Olam



Olam by Diana Harlu Rivera on Grooveshark


Traje de Gustav, de Burberry Prorsum
De pié frente al sacerdote, en medio de aquella alegre habitación con techo de cúpula, el hombre, vestido con un elegante traje Burberry Prorsum mandado a hacer a su medida, se balanceaba sobre sus piés, hacia adelante y hacia atrás en un vaivén juguetón que tenía con los nervios de punta a uno de sus mejores amigos, el cual lo miraba de cerca, sus ojos maquillados tremendamente abiertos.

-¿Klaus?-lo llamó la voz angelical del vocalista de Tokio Hotel, dirigiéndose a él como si el sujeto del frac no fuese ni siquiera ligeramente consciente de lo que sucedía a su alrededor.

-Dime, Billy-boy-le contestó con perfecta claridad el baterista, sin mirarlo.

-No me llames "Billy-boy". Sabes que sólo mi madre se refiere a mí de esa manera-farfulló de manera quejumbrosa el cantante-A lo que iba es que... pareces extrañamente tranquilo-

-¿Te parece que tengo motivos para dar una impresión distinta a la que tú mencionas?-le cuestionó el calmado músico, respirando con toda suavidad.

-De hecho-repuso honestamente Bill Kaulitz, observando a su compañero de banda y colega de media vida-Yo estaría muerto del miedo. Probablemente ya me hubiese cagado en los pantalones-

-Recuerda que somos diferentes...-puntualizó con voz dulce y condescendiente el novio, el cual portaba sobre su pecho un sencillo ramillete de pequeñas flores blancas, unas diminutas cosillas llamadas "velo de novia" que a su prometida le encantaban.

Vestido de las madrinas, de Elie Saab
-Lo sé pero... vaya... estás a punto de dar el paso más grande de tu vida. Creo que eso atemoriza a cualquiera; o por lo menos lo pone nervioso-insistió el mayor de los hermanos Kaulitz, hablando sin pensar. Consciente de ésto último, Gustav Shäfer únicamente le sonreía al joven Bill.

-Ya verás que no... cuando llegue tu tiempo-expresó el hombre de cabello rubio, perfectamente recortado para la ocasión-Aunque, sinceramente, no creo que falte mucho para eso-

-¿A qué te refieres?-quiso saber el hermano menor de Tom Kaulitz; más, antes de que pudiese esperar una respuesta a su pregunta, un rostro de rasgos angelicales y ojos ligeramente delineados apareció en escena, colocándose detrás del hato de ansiosas madrinas que daban ligeros saltitos encima de sus altísimos tacones.

De pié cerca de la entrada de la capilla, Alice Project le sonrió directamente a Bill Kaulitz, sabedora de que él la observaba, haciendo relucir su perlado conjunto de dientes perfectamente alineados, los cuales brillaban tanto como el vestido de brillante color dorado que traía puesto. Con el cabello recogido en un elegante pero sencillo peinado, la dulce humanoide le parecía a su enamorado la mujer más hermosa del planeta Tierra. Delante de ella, Rhoda, la jóven prima de Andreas y Phoebe, se colocó a la cabeza del cautivador grupo, sosteniendo entre sus manos el fragante ramo conformado por lilys, azucenas y fragmentos de "velo de novia", todos los anteriores seleccionados por la novia. A la señal de Rhoda, la canción de música indie que su prima había seleccionado en lugar de la clásica marcha nupcial, comenzó a resonar por cada uno de los rincones de la habitación. De inmediato, tanto el cortejo de Tokio Hotel como las madrinas de Phoebe Hoffman, volvieron su mirada hacia el arco principal que fungía como entrada a la habitación donde, ataviada con el más hermoso vestido que jamás hubiesen visto, se encontraba la novia, acompañanada por su hermano mayor, el cual la llevaba tomada de la mano.

Peinado de las madrinas, estilo de Jessica Alba
De entre los labios de todas las mujeres presentes, entre ellas algunas parientes de los Hoffman, las madres de los Kaulitz, Listing, Shäfer y Lagerfeld, salieron suspiros al contemplar la belleza inaudita y cautivadora de la novia, la cual comenzó a abrirse paso por el pasillo principal cubierto de pétalos blancos de rosa, precedida por su madrina y sus damas de honor. Lentamente, cada una de las féminas que iba acompañando a los Hoffman se fue colocando en su posición previamente establecida, de manera que cada una quedaba alineada con los padrinos de Shäfer: Alice con Bill, Frances con Tom, Natalie con Fabiho y Rhoda con Andreas.

-Bill-llamó Gustav a su líder, el cual se volvió a mirarlo desconcertado-Ahora sí estoy que me cago de los nervios-

Vestido de la madrina, Rhoda Barnes, de Elie Saab
Sonriéndole de vuelta, de lo último que alcanzó a ser consciente Gustav Shäfer fue de la expresión socarrona de uno de sus mejores amigos, antes de enfocar su mirada en su preciosa novia, la cual llevaba su cabello recogido de una manera suave y delicada, más al mismo tiempo fuerte y dominante. Fascinado por ella, apenas y se creía acreedor de semejante suerte: casarse con la mujer de sus sueños; la cual, al llegar al altar frente a él, fue entregada por su hermano mayor, quien se despidió de ella con un beso en su frente de alabastro, antes de colocar la delicada manecita de doncella de la mujer sobre los fuertes y gruesos dedos del baterista alemán.

-Cuídala bien-le rogó Andreas Hoffman a uno de sus mejores amigos, con los ojos anegados en lágrimas-Recuerda que es lo único que tengo-

-Así lo haré, viejo-le contestó Shäfer, con toda la sinceridad de la que fue capaz-Por siempre-

-Por siempre...-repitió Phoebe de manera mística, la sonrisa asomando entre sus palabras.

-Queridos hermanos...-comenzó el cura católico con el sacramento del matrimonio.

Vestido de novia de Phoebe
Una hora después, se escuchó el bien ganado "los declaro marido y mujer" y en un beso tan suave como dulce, la pareja de los nuevos señor y señora Shäfer consumaron los lazos de su amor, a tres años de un apasionado y al mismo tiempo pacífico noviazgo, bajo la mirada atenta y llorosa de sus amigos, allegados y colegas de trabajo.

La fiesta, la cual fue un completo encanto, se vio engalanada por celebridades de todo el ámbito artístico en el cual se movían los integrantes de Tokio Hotel: desde músicos hasta mánagers, pasando por productores, encargados de sonido y demás, el evento era un coctél de personalidades. Al ritmo de música variada que entre todo el grupo de amigos escogieron previamente, la noche se les hizo más corta que un suspiro enamorado a los novios y su ruidosa comitiva. Alrededor de las cuatro de la mañana, únicamente quedaban ellos en el salón, el cual seguía perfectamente arreglado, como al principio, con las lámparas de cristalería reluciendo sobre sus cabezas.

Escenario de la boda Phoebe-Gustav


11 de marzo de 2012

Matrimonio




Matrimonio by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Recámara de Phoebe
-¡Andreas!-gritaba una voz como histérica, recluída en un pequeño cuartito, de pisos cubiertos de madera color avellana y una pequeña cama blanca al centro-¡Andreas!-

-¡Ya voy, ya voy!-respondió el interpelado a la carrera, a punto de echar a perder su elegante traje sastre, confeccionado a su medida. Como podía, se las ingeniaba para virar en cada una de las traicioneras esquinas de la casa, mientras, por la entrada principal, los invitados comenzaban a llegar. Todavía solo, el mánager alemán alcanzó a musitar algo entre labios antes de llegar a la recámara en la que se había estado hospedando su hermana menor-Maldita sea con estos estúpidos trajes de pingüino...-

-¡Andreas!-insistió la vocecilla, cada vez más cercana al borde de la cordura.

-¡Ya, ya estoy!-contestó el angustiado hermano mayor, derrapándose por el pasillo marmoleado con sus zapatos nuevos, hasta alcanzar el arco que conducía hacia la habitación en la que se encontraba la novia-¿Qué sucede?-

-Tengo nervios-repuso con simpleza la criatura, girándose para encarar al hombre de cabellera rubia que la observaba completamente expectante, sin aliento.

-¿Ah sí?-le contestó éste, sin poder darle crédito a lo que escuchaba. ¿Tanto para eso?

-Sí-replicó la vocecilla, aún con la bata de toalla puesta.

-¿Y eso justifica que no te hayas vestido aún? Faltan cinco minutos para la ceremonia-le recordó Andreas Hoffman a su hermana Phoebe; quien, de pié en medio de la recámara, permanecía completamente estática, sus manos entrelazadas y colocadas descuidadamente sobre su pecho, el cual subía y bajaba rápidamente, demostrando lo próxima que se encontraba la encantadora criatura de cabello trigueño a hiperventilar.

-Lo sé-contestó ella.

-¿Dónde están tus madrinas? ¿Y Rhoda?-inquirió el mayor de los hermanos Hoffman, buscando en la estancia al cortejo de ruidosas damas que, se suponía, escoltarían a su hermana al altar.

-Alice y Frances desaparecieron, deben de estar con los gemelos-respondió Phoebe-Natalie está peinándolos a todos y Rhoda está con Elie, se le desgarró el  vestido cuando se lo probó hace una hora-

-Vaya... entonces supongo que tendré que hacer su trabajo...-musitó el guapo hombre por lo bajo, llamando la atención de su hermana, quien la había volcado en uno de los adornos florales que había dentro de la habitación, en un intento de sofocar sus nervios-Bien... hace falta el vestido... sí, el vestido...-

-Los zapatos-le recordó amablemente la novia en tono monocorde.

-Eso-se mostró de acuerdo el angustiado hermano mayor-Tengo que vestirte en cinco minutos o menos...-

-Que sea rápido, entonces-convino Phoebe, acercándose a su hermano como cuando tenían cinco años y él se encargaba de vestirla todas las mañanas para la escuela.

-Bien...-farfulló Andreas de último, antes de dirigirse al enorme ropero con el que contaba la recámara.

Y así, justamente en los cinco minutos que faltaban para que iniciara la ceremonia, Andreas y Phoebe Hoffman se encargaron de vestir y terminar de arreglar a la nerviosa novia, la cual únicamente se movía como un droide hacia donde le indicasen, en completo silencio y con el rostro sumido en una expresión nula. Mientras tanto, su hermano mayor se dedicaba a batallar con las espesas capas de tela del sencillo pero elegante vestido, vistiendo a su hermana como si de un maniquí se tratase. Para cuando estaban terminando, las primeras florituras musicales de la boda comenzaban a sonar, a metros de distancia. Aterrados, ambos hermanos se miraron el uno al otro.

-Ven acá-le espetó Andreas a Phoebe, a lo que ella obedeció inmediatamente. Una vez que tuvo a la novia suficientemente cerca, el padrino, oséase Andreas, la tomó entre sus brazos como si él fuera a casarse con ella y a toda velocidad echó a correr a lo largo de los interminables pasillos de la casa, con Phoebe rebotando contra su pecho. La criatura, completamente callada y muerta de nervios, lo único que hacía era remangarse la cola del vestido, en un intento de apartarla del camino de su hermano.

-¡Listo!-gritó el apresurado hermano, bajando a la novia en la escalinata que llevaba al jardín principal donde habría de celebrarse la ceremonia.


9 de marzo de 2012

Travesía



Travesía by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

En la misma manera en la que Phoebe Hoffman, la hermana menor del mánager de Tokio Hotel, y Gustav Shäfer, integrante de la banda, se comprometieron precipitadamente debido al inminente tour de la banda al presentar su más reciente material discográfico después de largos meses de producción, igualmente Phoebe y sus tres madrinas, sumadas a su dama de honor, comenzaron a movilizarse como bólidos para planear la boda que tendría lugar en doce días exactamente, sin locación exacta aún y sin la menor idea de cómo se llevaría a cabo el evento. Lo único que las chicas sabían era lo que le gustaba comer a los integrantes de la banda alemana, lo que la novia soportaba y un aproximado de lo que le gustaría tener en la celebración.

Así, Alice Project, Frances Umbrose, Natalie Franz y Rhoda Barnes se pasaban el día entero de tienda en tienda, contactando a servicios de banquetes, buscando floristerías dispuestas a adornar el evento, decidiendo el color de la mantelería y el acabado de los cubiertos, así como los vestidos de las damas de honor. Finalmente, al cabo de dos días de discutir en grupo con el resto de amigos y allegados de la pareja, decidieron que lo que ambos querían era una boda nocturna, elegante pero clásica, con un muy ligero toque de modernismo y cientos de orquídeas por todas partes, que proviniesen de un criadero ecológicamente responsable. De esa forma, comenzó a cobrar forma lo que los tabloides llamaban "La más memorable de las bodas"; entre risas de los varones del grupo, a quienes todo les parecía divertido y fantástico, e histerias de parte de las chicas del variado conjunto, a quienes Phoebe llegaba a sacarles canas verdes de cuando en cuando.

Lo primero que se decidió, aparte del vestido de la novia, fue el galante traje de su hermano mayor, encargado de entregarla en el altar. En un primer momento, éste llegó a negarse a utilizar un frac hecho a medida, alegando que cualquiera que se vendiese en una buena tienda sería más que suficiente; sin embargo, su hermana no se lo permitió, alegando que un traje mandado a hacer sería una mejor opción. Dispuesto a complacerla hasta en sus más nímios caprichos, el mejor amigo de Tom y Bill Kaulitz se dejó convencer, recibiendo sin chistar al renombrado sastre que lo fue a visitar un par de días después y que no le permitió descansar ni un segundo hasta que le hubo tomado todas sus medidas y aproximado el tipo de corte que le vendría mejor a la espalda ancha y la cintura estrecha del mánager.

Después, fue necesario llamar a uno de los múltiples conocidos del menor de los hermanos Kaulitz, Elie Saab, para suplicarle que, a manera de favor, le confeccionara a las madrinas y la dama de honor de la novia, quien resultaba haber sido su modelo en alguna temporada, sus respectivos atuendos para la noche. Fascinado ante semejante petición, el diseñador aceptó de inmediato, dispuesto a hacer las modificaciones que la novia y su cortejo pensaran como necesarias para la ocasión. Una vez resuelto el asunto de los vestidos y los trajes, el resto fue pan comido.

La locación para la boda se situó en un sitio de Alemania llamado Cuxhaven, cercano a una hermosa bahía de arena blanca e intensos pastizales verdes, en una lujosa residencia que se rentaba para vacaciones y eventos privados. De inmediato, la pareja, y después sus allegados, quedaron encantados con el lugar, que parecía un escondite perfecto en medio del sol y la arena, con sitios bien dispuestos para el banquete, la ceremonia y todo aquello que resultase necesario para el evento. Posteriormente, llamaron a un servicio de decoración que se encargó de diseñar un escenario que se acoplaba perfectamente al estilo del vestido de la novia, así como del de sus madrinas. Las flores resultaron sencillas de escogerse, los centros de mesa aún más. En menos de diez días, la boda con la que Phoebe Hoffman había soñado toda su vida estaba lista para celebrarse, dos días más tarde.


7 de marzo de 2012

Rhoda


Rhoda by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-¡No, es que ese no me gusta! ¡Siento que me hace ver gorda!-chilló la desesperada novia, de pié sobre un delicado taburete, vociferando en una cómica mezcla entre el enfado y la risa. Sentado en una de las sillas de tapicería color perla con las que contaba el salón, su hermano únicamente la observaba, sin proferir ni una sola palabra: ella podía arreglárselas sola.

-¡Ay, Phoebs!-le respondió otra voz femenina, la cual avanzaba hacia ella con una cansada vendedora siguiéndola-¡No seas ridícula! ¡Estás tan delgada que cualquier vestido te sienta bien!-

-Pues ese es la excepción-insistió la menor de los hermanos Hoffman, tirando de la falda de tul del vaporoso vestido que tenía puesto en aquél momento-¡Y para peor! ¡No puedo quitarme esto de encima!-

-Alice, ¿serías tan amable...?-cuestionó el encantador Andreas, delegando una de sus múltiples responsabilidades en la novia de su mejor amigo, Bill Kaulitz. De inmediato, la pelinegra criatura a la que se había dirigio comenzó a moverse diligentemente y en menos de un minuto, la prenda de la que tanto se quejaba la prometida de Gustav Shäfer se encontró colgada de un delicado gancho para ropa.

-Gracias, Alice; eres un amor-le agradeció Phoebe Hoffman, al borde de la histeria-Ya, me rindo. Me voy a casar en pijama-

-Probablemente sería lo mejor-le contestó sarcásticamente su hermano mayor-Así me ahorrarías bastante dinero...-

-Muy gracioso-replicó la novia, cruzándose de brazos, como solía hacer cuando se pensaba totalmente derrotada.

-¿Yo? Siempre-afirmó el rubio hombre, dejando sin aliento a las vendedoras que se habían apiñado en torno a la enfadada Phoebe para observar a su hermano, con el claro pretexto de ayudarla a encontrar un vestido que fuese de su agrado-Ahora, te voy a dar un vestido. Te lo pruebas, guardas silencio mientras lo hagas, y cuando termines, te miras en el espejo, ¿Estás de acuerdo?-

-La parte en la que guardo silencio es la que menos me agrada...-confesó la traviesa mujer de Gustav-Pero creo que puedo soportarlo. ¡Maldita sea, por qué no ha llegado Rhoda!-

-¿Rhoda?-inquirió su hermano, dirigiéndose a uno de los múltiples percheros, repletos de tul y organza de colores perla, hueso y arena-¿Cuál Rhoda?-

-¿Cómo que cuál Rhoda?-repitió Phoebe, colocando las manos en la cintura-¡Pues Rhoda! ¡La prima Rhoda!-

-¡Ay, no!-chilló débilmente Andreas, cubriéndose el rostro con ambas manos-¿Por qué? ¿Por qué, entre todas las primas decidiste llamarla específicamente a ella?-

-¿Qué tiene de malo?-replicó la encantadora rubia-No sabía que te cayera mal-

-No me cae mal...-suspiró el entristecido alemán-Es sólo que... bueno, Rhoda representa otra responsabilidad para mí y sinceramente no estoy de humor como para...-

-¿Andarme niñereando?-intervino una tercera voz en la conversación de los hermanos, que de inmediato causó que las miradas de éstos dos, así como de las tres damas de honor de Phoebe, giraran hacia la posición de la recién llegada-Ni que fuera como tú, Andreas...-

-Rhoda...-la llamó el rubio con resignación, sabiendo que ya nada podía hacer para sacar de ahí a su prima-¿Por qué no alcancé a suponer antes que Phoebs te pediría para el puesto?-

Rhoda Barnes
-Probablemente porque nunca fuiste de lo más brillante-sugirió la burlona vocecilla de la mujer, saliendo de entre la bóveda de labios rojos y carnosos, parecidos de cierto modo a los de la alegre novia, quien, súbitamente, parecía haberse iluminado ante la aparición de aquella enigmática mujer.

-Ay, ya me acordé de otra de las razones por las que no me gusta pasar tiempo contigo...- murmuró Andreas, cruzándose de brazos.

-Sí... se debe a que siempre te digo tus verdades-apuntaló la encantadora dama de cabello castaño, haciendo girar sus ondas hacia su espalda en un movimiento sensual, más elegante al mismo tiempo.

-Verdades... palabra subjetiva para lo que tú sueles hacer...-musitó el mánager, comenzando a sonreír por fin. Odiaba admitirlo: le encantaba pasar tiempo con Rhoda. Cuando niños, era como si fuese otra más de sus hermanas-Sinceramente, llegué a dudar de tu presencia; dado que eres la niña rica más ocupada de Nueva York-

-Uno nunca debe de estar demasiado ocupada como para ser la dama de honor en la boda de su prima favorita-sonrió Rhoda de manera dulce, aproximándose a Phoebe, quien no le había quitado la mirada de encima desde que entró en la habitación. Un paso a la vez sobre sus entaconados pies, se fue acercando hasta que se encontró a suficiente distancia como para tomar la mano de la pequeña rubia que aún permanecía sobre el taburete forrado de tela y darle un delicado beso en su dorso-¿Cómo estás, pequeña?-

-Aliviada al verte aquí, Roddy-replicó Phoebe con una enorme sonrisa, propia de quien se siente pleno de dicha-Yo también llegué a pensar que tirarías la toalla en esto...-

-¿Yo?-inquirió la hermosa pariente de piel blanca y ojos castaños de los Hoffman-Querida... ustedes dos comienzan a decepcionarme-

-Bueno, es que uno ya nunca sabe...-insistió Andreas, aproximándose a las dos mujeres.

-¿Y qué, ya encontraron el vestido o vamos a seguir aquí todo el día?-quiso saber Rhoda, observando con alegría a sus dos primos. De inmediato, ambos parecieron espabilarse, recordando la árdua tarea que ya llevaban varias horas realizando sin obtener éxito alguno.

-Pregúntale a la del velo...-replicó el atractivo alemán, apuntando discretamente con su dedo índice hacia su hermana menor, quien, a su vez, sonrió débilmente.

-¿Por qué no estoy sorprendida?-preguntó retóricamente la alegre prima de los Hoffman, girándose hacia uno de los percheros en los que Andreas había estado buscando anteriormente, hasta tomar uno de entre el montón, sujetándolo contra su cuerpo como si se lo estuviese midiendo ella-Pruébate este-

Y así, sin reproches, por primera vez en todo el día Phoebe Hoffman se probó un vestido sin hacer un solo comentario negativo acerca de él, quejarse acerca del tul de la falda o musitar que no era lo que ella estaba buscando; simplemente se lo midió. Para sorpresa de sus tres madrinas, las cuales la miraban por detrás, se quedó mirando a sí misma largamente una vez que tuvo puesta la prenda.

-Es hermoso-decretó la novia, sin añadir más, mientras sonreía enormemente-Este es-

De inmediato, al escuchar el veredicto de la más pequeña de los Hoffman, todas sus amigas soltaron vitores, contentas al mirar que, por fin, la científico había escogido un vestido. En silencio, Rhoda le dirigió una mirada orgullosa a Andreas.

-Por esto me necesitaban aquí-se justificó a sí misma, con una enorme sonrisa en sus labios pintados de carmín.