12 de marzo de 2012

Olam



Olam by Diana Harlu Rivera on Grooveshark


Traje de Gustav, de Burberry Prorsum
De pié frente al sacerdote, en medio de aquella alegre habitación con techo de cúpula, el hombre, vestido con un elegante traje Burberry Prorsum mandado a hacer a su medida, se balanceaba sobre sus piés, hacia adelante y hacia atrás en un vaivén juguetón que tenía con los nervios de punta a uno de sus mejores amigos, el cual lo miraba de cerca, sus ojos maquillados tremendamente abiertos.

-¿Klaus?-lo llamó la voz angelical del vocalista de Tokio Hotel, dirigiéndose a él como si el sujeto del frac no fuese ni siquiera ligeramente consciente de lo que sucedía a su alrededor.

-Dime, Billy-boy-le contestó con perfecta claridad el baterista, sin mirarlo.

-No me llames "Billy-boy". Sabes que sólo mi madre se refiere a mí de esa manera-farfulló de manera quejumbrosa el cantante-A lo que iba es que... pareces extrañamente tranquilo-

-¿Te parece que tengo motivos para dar una impresión distinta a la que tú mencionas?-le cuestionó el calmado músico, respirando con toda suavidad.

-De hecho-repuso honestamente Bill Kaulitz, observando a su compañero de banda y colega de media vida-Yo estaría muerto del miedo. Probablemente ya me hubiese cagado en los pantalones-

-Recuerda que somos diferentes...-puntualizó con voz dulce y condescendiente el novio, el cual portaba sobre su pecho un sencillo ramillete de pequeñas flores blancas, unas diminutas cosillas llamadas "velo de novia" que a su prometida le encantaban.

Vestido de las madrinas, de Elie Saab
-Lo sé pero... vaya... estás a punto de dar el paso más grande de tu vida. Creo que eso atemoriza a cualquiera; o por lo menos lo pone nervioso-insistió el mayor de los hermanos Kaulitz, hablando sin pensar. Consciente de ésto último, Gustav Shäfer únicamente le sonreía al joven Bill.

-Ya verás que no... cuando llegue tu tiempo-expresó el hombre de cabello rubio, perfectamente recortado para la ocasión-Aunque, sinceramente, no creo que falte mucho para eso-

-¿A qué te refieres?-quiso saber el hermano menor de Tom Kaulitz; más, antes de que pudiese esperar una respuesta a su pregunta, un rostro de rasgos angelicales y ojos ligeramente delineados apareció en escena, colocándose detrás del hato de ansiosas madrinas que daban ligeros saltitos encima de sus altísimos tacones.

De pié cerca de la entrada de la capilla, Alice Project le sonrió directamente a Bill Kaulitz, sabedora de que él la observaba, haciendo relucir su perlado conjunto de dientes perfectamente alineados, los cuales brillaban tanto como el vestido de brillante color dorado que traía puesto. Con el cabello recogido en un elegante pero sencillo peinado, la dulce humanoide le parecía a su enamorado la mujer más hermosa del planeta Tierra. Delante de ella, Rhoda, la jóven prima de Andreas y Phoebe, se colocó a la cabeza del cautivador grupo, sosteniendo entre sus manos el fragante ramo conformado por lilys, azucenas y fragmentos de "velo de novia", todos los anteriores seleccionados por la novia. A la señal de Rhoda, la canción de música indie que su prima había seleccionado en lugar de la clásica marcha nupcial, comenzó a resonar por cada uno de los rincones de la habitación. De inmediato, tanto el cortejo de Tokio Hotel como las madrinas de Phoebe Hoffman, volvieron su mirada hacia el arco principal que fungía como entrada a la habitación donde, ataviada con el más hermoso vestido que jamás hubiesen visto, se encontraba la novia, acompañanada por su hermano mayor, el cual la llevaba tomada de la mano.

Peinado de las madrinas, estilo de Jessica Alba
De entre los labios de todas las mujeres presentes, entre ellas algunas parientes de los Hoffman, las madres de los Kaulitz, Listing, Shäfer y Lagerfeld, salieron suspiros al contemplar la belleza inaudita y cautivadora de la novia, la cual comenzó a abrirse paso por el pasillo principal cubierto de pétalos blancos de rosa, precedida por su madrina y sus damas de honor. Lentamente, cada una de las féminas que iba acompañando a los Hoffman se fue colocando en su posición previamente establecida, de manera que cada una quedaba alineada con los padrinos de Shäfer: Alice con Bill, Frances con Tom, Natalie con Fabiho y Rhoda con Andreas.

-Bill-llamó Gustav a su líder, el cual se volvió a mirarlo desconcertado-Ahora sí estoy que me cago de los nervios-

Vestido de la madrina, Rhoda Barnes, de Elie Saab
Sonriéndole de vuelta, de lo último que alcanzó a ser consciente Gustav Shäfer fue de la expresión socarrona de uno de sus mejores amigos, antes de enfocar su mirada en su preciosa novia, la cual llevaba su cabello recogido de una manera suave y delicada, más al mismo tiempo fuerte y dominante. Fascinado por ella, apenas y se creía acreedor de semejante suerte: casarse con la mujer de sus sueños; la cual, al llegar al altar frente a él, fue entregada por su hermano mayor, quien se despidió de ella con un beso en su frente de alabastro, antes de colocar la delicada manecita de doncella de la mujer sobre los fuertes y gruesos dedos del baterista alemán.

-Cuídala bien-le rogó Andreas Hoffman a uno de sus mejores amigos, con los ojos anegados en lágrimas-Recuerda que es lo único que tengo-

-Así lo haré, viejo-le contestó Shäfer, con toda la sinceridad de la que fue capaz-Por siempre-

-Por siempre...-repitió Phoebe de manera mística, la sonrisa asomando entre sus palabras.

-Queridos hermanos...-comenzó el cura católico con el sacramento del matrimonio.

Vestido de novia de Phoebe
Una hora después, se escuchó el bien ganado "los declaro marido y mujer" y en un beso tan suave como dulce, la pareja de los nuevos señor y señora Shäfer consumaron los lazos de su amor, a tres años de un apasionado y al mismo tiempo pacífico noviazgo, bajo la mirada atenta y llorosa de sus amigos, allegados y colegas de trabajo.

La fiesta, la cual fue un completo encanto, se vio engalanada por celebridades de todo el ámbito artístico en el cual se movían los integrantes de Tokio Hotel: desde músicos hasta mánagers, pasando por productores, encargados de sonido y demás, el evento era un coctél de personalidades. Al ritmo de música variada que entre todo el grupo de amigos escogieron previamente, la noche se les hizo más corta que un suspiro enamorado a los novios y su ruidosa comitiva. Alrededor de las cuatro de la mañana, únicamente quedaban ellos en el salón, el cual seguía perfectamente arreglado, como al principio, con las lámparas de cristalería reluciendo sobre sus cabezas.

Escenario de la boda Phoebe-Gustav


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