11 de marzo de 2012

Matrimonio




Matrimonio by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Recámara de Phoebe
-¡Andreas!-gritaba una voz como histérica, recluída en un pequeño cuartito, de pisos cubiertos de madera color avellana y una pequeña cama blanca al centro-¡Andreas!-

-¡Ya voy, ya voy!-respondió el interpelado a la carrera, a punto de echar a perder su elegante traje sastre, confeccionado a su medida. Como podía, se las ingeniaba para virar en cada una de las traicioneras esquinas de la casa, mientras, por la entrada principal, los invitados comenzaban a llegar. Todavía solo, el mánager alemán alcanzó a musitar algo entre labios antes de llegar a la recámara en la que se había estado hospedando su hermana menor-Maldita sea con estos estúpidos trajes de pingüino...-

-¡Andreas!-insistió la vocecilla, cada vez más cercana al borde de la cordura.

-¡Ya, ya estoy!-contestó el angustiado hermano mayor, derrapándose por el pasillo marmoleado con sus zapatos nuevos, hasta alcanzar el arco que conducía hacia la habitación en la que se encontraba la novia-¿Qué sucede?-

-Tengo nervios-repuso con simpleza la criatura, girándose para encarar al hombre de cabellera rubia que la observaba completamente expectante, sin aliento.

-¿Ah sí?-le contestó éste, sin poder darle crédito a lo que escuchaba. ¿Tanto para eso?

-Sí-replicó la vocecilla, aún con la bata de toalla puesta.

-¿Y eso justifica que no te hayas vestido aún? Faltan cinco minutos para la ceremonia-le recordó Andreas Hoffman a su hermana Phoebe; quien, de pié en medio de la recámara, permanecía completamente estática, sus manos entrelazadas y colocadas descuidadamente sobre su pecho, el cual subía y bajaba rápidamente, demostrando lo próxima que se encontraba la encantadora criatura de cabello trigueño a hiperventilar.

-Lo sé-contestó ella.

-¿Dónde están tus madrinas? ¿Y Rhoda?-inquirió el mayor de los hermanos Hoffman, buscando en la estancia al cortejo de ruidosas damas que, se suponía, escoltarían a su hermana al altar.

-Alice y Frances desaparecieron, deben de estar con los gemelos-respondió Phoebe-Natalie está peinándolos a todos y Rhoda está con Elie, se le desgarró el  vestido cuando se lo probó hace una hora-

-Vaya... entonces supongo que tendré que hacer su trabajo...-musitó el guapo hombre por lo bajo, llamando la atención de su hermana, quien la había volcado en uno de los adornos florales que había dentro de la habitación, en un intento de sofocar sus nervios-Bien... hace falta el vestido... sí, el vestido...-

-Los zapatos-le recordó amablemente la novia en tono monocorde.

-Eso-se mostró de acuerdo el angustiado hermano mayor-Tengo que vestirte en cinco minutos o menos...-

-Que sea rápido, entonces-convino Phoebe, acercándose a su hermano como cuando tenían cinco años y él se encargaba de vestirla todas las mañanas para la escuela.

-Bien...-farfulló Andreas de último, antes de dirigirse al enorme ropero con el que contaba la recámara.

Y así, justamente en los cinco minutos que faltaban para que iniciara la ceremonia, Andreas y Phoebe Hoffman se encargaron de vestir y terminar de arreglar a la nerviosa novia, la cual únicamente se movía como un droide hacia donde le indicasen, en completo silencio y con el rostro sumido en una expresión nula. Mientras tanto, su hermano mayor se dedicaba a batallar con las espesas capas de tela del sencillo pero elegante vestido, vistiendo a su hermana como si de un maniquí se tratase. Para cuando estaban terminando, las primeras florituras musicales de la boda comenzaban a sonar, a metros de distancia. Aterrados, ambos hermanos se miraron el uno al otro.

-Ven acá-le espetó Andreas a Phoebe, a lo que ella obedeció inmediatamente. Una vez que tuvo a la novia suficientemente cerca, el padrino, oséase Andreas, la tomó entre sus brazos como si él fuera a casarse con ella y a toda velocidad echó a correr a lo largo de los interminables pasillos de la casa, con Phoebe rebotando contra su pecho. La criatura, completamente callada y muerta de nervios, lo único que hacía era remangarse la cola del vestido, en un intento de apartarla del camino de su hermano.

-¡Listo!-gritó el apresurado hermano, bajando a la novia en la escalinata que llevaba al jardín principal donde habría de celebrarse la ceremonia.


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