9 de marzo de 2012

Travesía



Travesía by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

En la misma manera en la que Phoebe Hoffman, la hermana menor del mánager de Tokio Hotel, y Gustav Shäfer, integrante de la banda, se comprometieron precipitadamente debido al inminente tour de la banda al presentar su más reciente material discográfico después de largos meses de producción, igualmente Phoebe y sus tres madrinas, sumadas a su dama de honor, comenzaron a movilizarse como bólidos para planear la boda que tendría lugar en doce días exactamente, sin locación exacta aún y sin la menor idea de cómo se llevaría a cabo el evento. Lo único que las chicas sabían era lo que le gustaba comer a los integrantes de la banda alemana, lo que la novia soportaba y un aproximado de lo que le gustaría tener en la celebración.

Así, Alice Project, Frances Umbrose, Natalie Franz y Rhoda Barnes se pasaban el día entero de tienda en tienda, contactando a servicios de banquetes, buscando floristerías dispuestas a adornar el evento, decidiendo el color de la mantelería y el acabado de los cubiertos, así como los vestidos de las damas de honor. Finalmente, al cabo de dos días de discutir en grupo con el resto de amigos y allegados de la pareja, decidieron que lo que ambos querían era una boda nocturna, elegante pero clásica, con un muy ligero toque de modernismo y cientos de orquídeas por todas partes, que proviniesen de un criadero ecológicamente responsable. De esa forma, comenzó a cobrar forma lo que los tabloides llamaban "La más memorable de las bodas"; entre risas de los varones del grupo, a quienes todo les parecía divertido y fantástico, e histerias de parte de las chicas del variado conjunto, a quienes Phoebe llegaba a sacarles canas verdes de cuando en cuando.

Lo primero que se decidió, aparte del vestido de la novia, fue el galante traje de su hermano mayor, encargado de entregarla en el altar. En un primer momento, éste llegó a negarse a utilizar un frac hecho a medida, alegando que cualquiera que se vendiese en una buena tienda sería más que suficiente; sin embargo, su hermana no se lo permitió, alegando que un traje mandado a hacer sería una mejor opción. Dispuesto a complacerla hasta en sus más nímios caprichos, el mejor amigo de Tom y Bill Kaulitz se dejó convencer, recibiendo sin chistar al renombrado sastre que lo fue a visitar un par de días después y que no le permitió descansar ni un segundo hasta que le hubo tomado todas sus medidas y aproximado el tipo de corte que le vendría mejor a la espalda ancha y la cintura estrecha del mánager.

Después, fue necesario llamar a uno de los múltiples conocidos del menor de los hermanos Kaulitz, Elie Saab, para suplicarle que, a manera de favor, le confeccionara a las madrinas y la dama de honor de la novia, quien resultaba haber sido su modelo en alguna temporada, sus respectivos atuendos para la noche. Fascinado ante semejante petición, el diseñador aceptó de inmediato, dispuesto a hacer las modificaciones que la novia y su cortejo pensaran como necesarias para la ocasión. Una vez resuelto el asunto de los vestidos y los trajes, el resto fue pan comido.

La locación para la boda se situó en un sitio de Alemania llamado Cuxhaven, cercano a una hermosa bahía de arena blanca e intensos pastizales verdes, en una lujosa residencia que se rentaba para vacaciones y eventos privados. De inmediato, la pareja, y después sus allegados, quedaron encantados con el lugar, que parecía un escondite perfecto en medio del sol y la arena, con sitios bien dispuestos para el banquete, la ceremonia y todo aquello que resultase necesario para el evento. Posteriormente, llamaron a un servicio de decoración que se encargó de diseñar un escenario que se acoplaba perfectamente al estilo del vestido de la novia, así como del de sus madrinas. Las flores resultaron sencillas de escogerse, los centros de mesa aún más. En menos de diez días, la boda con la que Phoebe Hoffman había soñado toda su vida estaba lista para celebrarse, dos días más tarde.


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