9 de enero de 2012

Fe


Fe by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

A mitad de la calle, con el viento cálido y ligero del verano circulando por sus piernas desnudas, miró a la multitud que se movía frente a ella a paso constante, ignorando su presencia. Una o dos miradas se diriguieron a su persona, intentando escrutar ese rostro de expresión neutral y rasgos hermosos, sin embargo, ella no los miraba. Sabedora de lo que necesitaba hacer, recurrió al último recurso que sabía, podía hacer algo diferente. Lo había visto en los libros, las películas, las series de televisión... su rostro estaba por todas partes, las personas se reunían en su nombre, cantaban alabanzas para él y había más de una festividad al año dedicada a su persona.

Catedral Nacional de Washington D.C.
-Es hora de que nos conozcamos, entonces...-musitó para sí misma, antes de consultar en el holocomunicador la ubicación exacta del lugar más cercano. Por medio del servicio del GPS, se fue guiando a través de las calles que no conocía, hasta que alcanzó el enorme edificio de piedra blanca, con sus torres y sus vitrales en forma de flor.

Lentamente, se fue introduciendo un paso a la vez, temerosa ante lo que no conocía. Teóricamente, era un edificio de construcción rica, bien edificada y resistente, puesto que los años que llevaba en pie no eran pocos. A pesar de todo esto, no estaba ahí para examinar el constructo, sino con el propósito de encontrar una especie de guía.

-Hola-lo saludó, poniéndose de rodillas sobre el pequeño espacio acojinado que tenía frente a sí-Sé que no me conoces... tal vez no te guste tanto como los humanos pero... creo que tú y yo podemos crear una buena relación. Estoy aquí porque el mundo, el mismo que me creó a mí, ya no me es suficiente... necesito una ayuda superior-

Y fue así como Mia Alice Project, una humanoide, creada a partir de métodos de manipulación genética humana en contra de toda ética religiosa, se encontraba postrada en una iglesia, en la Catedral Nacional de Washington D.C., en Estados Unidos. Con la mirada baja, las manos entrelazadas frente a su rostro y los ojos cerrados, esperaba encontrar en ese místico ser que los hombres llamaban "Dios" una respuesta a todas las dudas que tenía guardadas en lo más profundo de su mente. ¿Estaba haciendo lo correcto al abandonar a Briant? ¿No estaba obrando en contra de su naturaleza al querer volverse humana? ¿Estaba rechazando a su familia, los humanoides, para irse a perseguir un sueño que no era suyo? Mientras oraba, las lágrimas corrían libres por su rostro, resbalando por sus mejillas de piel blanca, al mismo tiempo que su corazón se iba sintiendo más libre a cada palabra suya. Por única ocasión desde aquél primer instante en el que abrió los ojos, despertando a la vida, se sintió verdaderamente libre.

Atuendo de Alice
No había recibido ninguna respuesta mística, o algún don que le revelara qué era lo que tenía que hacer, más se sentía más liberada que nunca, lista y dispuesta a enfrentarse a todo lo que le viniese por delante. De alguna manera, desde el primer momento en el que hubo conocido a Bill Kaulitz, supo que su vida y la de aquél extraño humano de ojos excesivamente maquillados terminaría trenzada en un intrincado patrón. Ahora más que nunca, sentía que estaba en lo correcto y ella y su Bill se pertenecían el uno al otro, en contra de la razón.

Cuando hubo terminado su oración, la mujer abandonó la iglesia con una sonrisa, prometiéndose a sí misma que aquella no sería la última vez que conversara con aquella misteriosa deidad a la que muchos le daban rostro pero nadie atinaba a describir por completo. Afuera de la construcción se encontró con una mujer de edad avanzada, cabello cano y enmarañado que le brindó una pequeña tarjeta. Por cordialidad, la tomó entre sus dedos, devolviéndole a la mujer una sonrisa y un amable "Gracias" a cambio. Inmediatamente, leyó lo que decía en ella con gran sorpresa: "De estas cosas les he hablado, para que tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, más no teman: yo he vencido al mundo." 

Sintiéndose plena, segura y sabedora de que alguien la sustentaba, la humanoide abandonó poco a poco el recinto con gran alegría en su corazón, dispuesta a volver a casa. En la calle, tomó un taxi, indicándole que la llevara al aeropuerto para tomar el siguiente bueno a Los Angeles.


1 comentario:

Itzel dijo...

:3

Ya casi nadie tiene fe... y ahí vemos a nuestra Alice, que sí, va en contra de Dios, pidiéndole a Él un poco de ayuda... casi me dieron ganas de chillar :D

Muy lindo!!!

Ojalá hubiera más fe entre la humanidad... pero ya casi no existe esa palabra entre el vocabulario humano

Besos!




S.K