1 de junio de 2012

Salvos


Salvos by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

De pié en el mismo punto helado de la montaña donde los había dejado su avioneta, humanos y humanoides se acomodaron de manera que todos pudieron entrar. A lo lejos, se escuchaban atronadoras explosiones, acompañadas de levantamientos de tierra que hacían que el suelo bajo sus pies timbrara fuertemente. En un momento de reflexión, Alice se volvió hacia Bill aterrorizada.

-¿Y los estudiantes de Vo y Watts?- inquirió la angustiada humanoide.

-Tranquila- la consoló Bill, con una sonrisa orgullosa que expresaba más de lo que podían decir las palabras- Los verás muy pronto.

Sintiéndose aún incómoda, la criatura no añadió nada más y, silenciosamente, comenzó a aproximarse a la avioneta, la cual ya había encendido motores y comenzaba a calentarse; sin embargo, antes de subir, se acercó a Bill y sin importarle la urgencia que tenían por salir de allí, lo besó directamente en los labios, justo como había extrañado hacerlo en todo aquél tiempo que habían pasado separados.

-Gracias por venir a rescatarme- susurró ella contra sus labios, mirándolo a los ojos de una manera casi hipnotizante.

-Gracias por darme una razón para venir: nuestro amor- expresó él románticamente, aliviado de tenerla de vuelta a su lado. Cuidadosamente, la ayudó a subir a la avioneta entre la apretujada multitud, quienes reían entre sí, contentos de haberse zafado de aquella mortal situación. Por otro lado, los recién llegados Tim, Violet y Sascha hacían migas con humanos y humanoides por igual, mostrándose cordiales con todos.

-Por cierto- mencionó Alice, cuando estaba a punto de subirse a la cabina de pasajeros- Tengo una excelente noticia que darte, pero lo mejor será hacerlo cuando estemos de vuelta en casa.

-Si tú insistes...- contestó encantado el músico. ¿Acaso algo podría ser mejor que la adrenalina de haber rescatado a su novia de las garras de una multimillonaria corporación y ahora, tenerla entre sus brazos de nuevo? Bill dudaba.

-Vaya...- musitó la mujer que los había llevado allí, viendo por la ventanilla el desbarajuste que el descomunal grupo había armado- Ustedes sí que saben boicotear una compañía.

-No estuvimos solos- respondió Andreas, estrechando la mano de Violet entre las suyas quien, encantada, no pudo evitar sonreír ampliamente.

Tras varias horas de vuelo, para su enorme satisfacción, Phoebe y el resto de los humanos que habían permanecido en Los Angeles, observaron aliviados la pequeña avioneta descender sobre la pista de aterrizaje, cuando aún era de madrugada; sin embargo, grande fue la sorpresa que se llevaron cuando, además de los sujetos a los que iban a rescatar, habían vuelto con más gente de la esperada. Aún desnudos, Sascha, Tim y Violet se bajaron del avión, pisando con cuidado en aquellas tierras desconocidas, observando todo aquello que los rodeaba. Atónitos ante semejante aparición, la esposa de Gustav y el resto de las amistades de la banda se aproximaron a la carrera para darle a los recién llegados sus abrigos, frente a sus sonrisas amistosas y cargadas de curiosidad.

A partir de ahí, todo se convirtió en abrazos, vitores, presentaciones poco esperadas, reencuentros y lágrimas, que cargaron de emoción el momento que se vivía en aquella diminuta pista de aterrizaje, la cual abandonó la avioneta en cuanto le hubieron pagado a la mujer que la piloteaba, quien no se atrevió a hacer una sola pregunta al respecto de todo lo sucedido. Había estado en situaciones aún más extrañas.

-Parece que, después de todo, los humanos no son tan malos como pensé- confesó Selick, ante los atónitos oídos de Alice, quien se volvió a verla con el rostro desencajado a causa de la emoción- Quizá no sería tan mala idea frecuentarlos de vez en cuando.

-O muy seguido- propuso la pelinegra, dirigiéndole una mirada complacida a Briant, quien, a la distancia, observaba al revuelto grupo de humanos y humanoides relacionarse en calma, mientras él, comodamente, abrazaba a Annya por los hombros y ésta, a su vez, se asía a su cuerpo, estrechando sus brazos en torno a la delgada cintura del individuo.

-Al parecer, más de lo que nos hubiese gustado en un comienzo- rió Redgie, tomando por la cintura a su mujer-Y mientras eso sucede, nosotros...

-Y ellos también, querido; no lo olvides- sonrió Selick con complicidad, observando a Alice con verdadero orgullo- Me muero por conocerlo.

-Creo que aún faltan unos buenos siete meses para eso- contestó Alice, palmeándose su vientre el cual, hasta apenas había venido a notar, parecía un poco más abultado de lo normal. A lo lejos, Bill la observó con extrañeza ante la elaboración de ese gesto, más pensó de inmediato que seguramente su novia tendría hambre, después de todas aquellas emociones.

Una vez que el emotivo momento hubo pasado, fue tiempo de decidir cómo se organizarían para volver a casa. Para empezar, ya no tenían que temer que Astrella los estuviese buscando, eso ya había quedado en el pasado. Después, venía el tema de decidir a qué sitio iban a mandar a los humanoides que, según sus propias bocas, habían sido una creación confidencial de Alexis Blair, la cual, al ver lo desesperado de la situación de Bill y sus compañeros, los había soltado con la finalidad de que los ayudasen. Por unanimidad, se decidió que Georg se llevaría a Tim consigo, más ésta no quiso soltar a Violet ni un momento, confesando de inmediato que eran hermanas mellizas y no existía poder humano que pudiese separarlas. De esa manera, súbitamente Georg Listing ya no se encontró solo; por el contrario, ahora tenía dos encantadoras compañeras de piso y para mejor, se encontraba perdidamente enamorado de una de ellas.

Por otro lado, en un gesto de amabilidad espontánea, Andreas se ofreció a llevarse a Sascha, con quien había hecho buenas migas en el camino. Éste, le sonrió a su acompañante rubio de inmediato y como por impulso, lo abrazó a pesar de apenas encontrarse cubierto por un abrigo de Fabiho.

-Mi pequeño pupilo- lloriqueó Andreas entusiasmado: ahora él tampoco estaría solo.

De último, Annya y Briant resolvieron, a pesar del poco tiempo que llevaban conociéndose, mudarse al departamento de ella y el resto de los humanos y humanoides se repartieron de manera normal, cada uno en sus hogares. Finalmente, al cabo de varios días de angustia, Alice Project regresó a su hogar con absoluta tranquilidad, sabiendo que las asperezas con su familia se habían limado y que ahora, podía llevar una vida como siempre la había soñado: libre.

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