5 de diciembre de 2011

Dúo imparable


Dúo imparable by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Apenas había pasado difícilmente más de un mes desde que Frances Umbrose y Annya Nikova se habían conocido y ya eran excelentes amigas. Frecuentemente, la pelirroja modelo australiana pasaba la noche en el lujoso pent-house en el que difícilmente se quedaba inclusive la misma Annya. Desayunaban, comían y cenaban juntas, a veces consumiendo únicamente meriendas esporádicas acompañadas de tragos fuertes. Se ejercitaban la mayor parte del tiempo juntas, excepto cuando Frances salía a jugar tennis con Dorian, dos veces por semana. Se iban de compras, salían a fiestas, frecuentaban reuniones privadas de colegas o diseñadores. El caso era que jamás se les veía separadas. Tomadas de la mano, era difícil que una irrumpiera en algún lugar sin llevar a la otra a su lado.

Y esto, de manera inconsciente, le hacía más difícil el trabajo a Tom Kaulitz de acercarse a ella. A pesar de lo que había visto la noche de la fiesta de Lagerfeld, tenía una fe ciega en que, tarde o temprano, la pareja Dorian-Frances tenía que separarse. Sabía, por experiencia propia, que toda relación en algún momento llegaba a su fin y cuando así sucediese con ellos, el mayor de los hermanos Kaulitz tenía que encontrarse preparado para lanzarse a la conquista de la cotizada señorita Umbrose. Concentrado en encontrarse con Frances a la menor oportunidad, Tom ignoraba la amistad que su ex novia había entablado recientemente con aquella que, clamaba, era la mujer de sus sueños. Por lo mismo, ignoraba a qué se debía el cambio en el círculo de amistades de la australiana, pues recientemente había pasado de frecuentar lejanamente a modelos de su misma nacionalidad para convertirse en un astro de la vida social, imprescindible de las fiestas y las reuniones en toda clase de clubs exclusivos.
Traje de Tom

Absorto en la idea de topársela, Tom jamás pensó que llegaría a dar con ella hasta un día en el cual, distraídamente, llegó al trabajo como los demás días, ojeroso y desganado, avanzando por el pasillo que lo llevaba a los sets fotográficos para encontrarse en el tablero de anuncios que se le había solicitado a él y a Umbrose en una misma sesión fotográfica para la más reciente campaña de joyería Bvlgari. 

Muerto de la emoción, el hombre se despegó toda su apatía de encima y echó a correr entusiasmado hacia el set que se le había asignado, aceptando mentalmente la colaboración con el equipo de Bvlgari. Dentro, ya se encontraba una hermosa Frances, siendo ataviada y maquillada por un aproximado de doce personas, quienes luchaban por acomodarla de manera impecable dentro de un vestido ligero de gaza color rosa pálido. Apenas había cruzado la puerta del set, la modelo volvió su mirada hacia él, enfocándolo con esos iris color bosque que a Tom le gustaban tanto. Impresionado ante la intensidad de aquellos ojos, el músico no pudo hacer otra cosa que enrrojecer. Al darse cuenta de su reacción, la pelirroja que se encontraba a menos de tres metros de él se echó a reír, encantada. Avergonzado, el segundo productor en jefe de Tokio Hotel bajó la cabeza apenado, sintiéndose como todo un idiota.

-¡Señor Kaulitz!-le gritó una voz femenina, atrayendo su atención. Para su sorpresa, se trataba de Natalie-Por aquí, por favor-

Encantado ante la idea de tener a una de sus mejores amigas allí, Tom se echó a correr hecho una bala hacia la posición de Natalie, quien se encontraba frente a la puerta que llevaba a hair and makeup. Ahí, se abrazó a ella de manera frenética, eso sí, teniendo cuidado de no darle equivocadas impresiones a Frances Umbrose, como que Natalie era su novia o algo así.

Vestido de Frances
-¿Puedes creerlo?-le susurró a la rubia al oído, sus manos temblando a causa de la emoción.

-Apenas-repuso la maquillista y peinadora de los gemelos, llena de entusiasmo-¿Estás listo? Tienes que demostrarle todo lo que vales-

-Cada uno de los centímetros de mí-rió Tom en doble sentido, antes de despegarse de la delgada rubia que tenía entre brazos.

-Muy gracioso...-repuso Natalie sarcásticamente, antes de darle una palmada a Tom en la parte baja de la espalda-Órale, métete que voy a transformarte-

-Si me dejas como muñeca de sololoy, Natalia...-le advirtió el hombre de espalda ancha, dejándose conducir por la mujer que lo acompañaba.

-Más no puedo hacer por ti...-se burló la maquillista, antes de meterse tras su jefe por la puerta blanca que los llevaba al área de maquillaje y arreglo del cabello. 

Para aquella sesión, Bvlgari buscaba demostrar que la elegancia no estaba peleada con la modernidad y con el fin de atraer a un nuevo público, habían llamado a lo que les parecieron dos de los rostros más actuales y revolucionarios. Fue así como, apenas cinco minutos después, Tom Kaulitz ya se encontraba enfundado en un costoso traje de color negro, con camisa blanca y corbata de moño, como si fuera a una cena de gala y no a encontrarse con la mujer de sus más alocadas fantasías. De pié en el set, más de la mitad de las mujeres ahí presentes se deshicieron por dentro cuando finalmente lo vieron, como diría Andreas, "jodidamente perfecto".

Con su característica aura de arrogancia, el guitarrista alemán se pavoneó por la habitación, avanzando hacia la posición de Frances quien, de manera descarada, lo ignoraba abiertamente sin siquiera molestarse en ocultar que su presencia allí no le causaba mayor conmoción. A sabiendas de que se trataba únicamente de una táctica, el músico se aproximó descaradamente a ella, sintiendo el calor de su cuerpo cada vez más cercano hasta que, de manera completamente natural, se apostó al otro lado del sofá en el que ella se encontraba sentada, un pequeño mueblecito de apenas dos plazas de un color blanco impecable, con un pié colocado sobre la tapicería impecable, mientras recargaba su brazo en uno de los laterales del sofá, apoyando su cabeza sobre la mano de ese mismo brazo.  Aturdida, Frances lo observó con los ojos abiertos como platos, sorprendida ante semejante derroche de desvergüenza.

-Comencemos...-expresó él con voz ronca, apasionada y seductora, observándola con los ojos entrecerrados y una sonrisa macabra en sus labios rosados.


1 comentario:

Itzel dijo...

-Órale, métete que voy a transformarte-

-Si me dejas como muñeca de sololoy, Natalia...



Jajajajajaja esas estuvieron bien buenas!...

¡Ese Tom, ese Tom! Luego por eso se estrella contra la pared, pero no entiende...


¡Ya quiero saber qué les va apasar!...¿Y dónde quedó mi Bill con Alice?... ;(


Muy bueno


Besos!



S.K