22 de febrero de 2012

Celebración


Celebración by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Ay, Jesús...-musitó Bill Kaulitz, recostado placidamente en la gran cama ubicada en su habitación, con su novia al lado, abrazándolo por la cintura. En silencio, el vocalista cerró lentamente sus párpados, intentando que la sensación sobrecogedora que lo recorría por su cuerpo se despegara de él.

-¿Qué sucede, amor?-inquirió la pelinegra, acariciando el rostro del hombre que más amaba en el mundo.

-Es Thomas-le contestó él con un tono de resignación total, al mismo tiempo que respiraba profundamente-Suele sucedernos. Tú sabes... conexión mental y esas cosas...-

-Temo que no entiendo, corazón-le confesó la mujer, observándolo extrañada mientras lo acariciaba en el centro de su huesudo pecho.

-Cuando... ay, Cristo... cuando Thomas y yo experimentamos sensaciones o emociones muy fuertes...-comenzó a explicar el músico, intentando ser lo menos explícito posible-El otro las percibe. Es algo automático, no podemos evitarlo. Y ahorita él está... bueno, no quieres ni saberlo...-

-Lo sé-replicó la humanoide, con una enorme sonrisa en su rostro cándido y dulce-¿Quién crees que la dejó pasar?-

-¿Tú sabías...?-inquirió sorprendido el hombre, levantándose a medias del lecho en el que se encontraban él y la delgada criatura.

-Ya te dije: yo le di luz verde para venir. Llamó anoche-esclareció Alice Project, sin inmutarse.

-De haber sabido... nosotros debimos preparar algo semejante...-se quejó el pelinegro, sobándose la entrepierna con fuerza en un intento de que su cuerpo dejara de reaccionar a las sensaciones que le enviaba la mente de su hermano.

-¿Y quién dice que ya se acabó el día?-se delató la hermosa compañera de Kaulitz-La jornada apenas comienza... además, hoy es tu cumpleaños-

-Soy perfectamente consciente de ello-sonrió el cantante, comenzando a despejar su mente de los pensamientos de su hermano para enfocarse en los suyos; la manera en que su novia lo hacía sentir no le permitía pensar en otra cosa que no fuera ella-¿Y cuál es esa sorpresa tan especial que me tienes planeada?-

-Por algo les llaman "sorpresas", el punto es que sean secretas y misteriosas-se rió la criatura-Ya, dejemos de pensar en eso. ¿Nos vamos a quedar aquí todo el día? ¿Quieres que salgamos con tus amigos...?-

-No tardan en...-

-¡Hey!-se escuchó un grito a lo lejos, cercano a la puerta de entrada del departamento. Inmediatamente, el frontman se levantó en silencio, avanzando rápidamente por el pasillo hacia su hato de amistades.

-¿A dónde vas?-inquirió su novia, gritando la pregunta en tono alegre.

-¡Se van a encontrar con Thomas y Frances si no los sacamos de aquí!-repuso el vocalista, ya casi a punto de llegar a la sala-¡Cámbiate y nos vamos en cinco minutos!-

Y así, el grupo de músicos, empresarios y demás clase de personas se las ingenió para felicitar uno por uno al cantante y productor quien, con una sonrisa que le ocupaba todo el rostro, los recibió gustoso, haciendo todo lo que estuvo en sus manos para que no preguntaran por su gemelo, ni la ubicación de éste último. "Bendito sea el arquitecto a quien se le ocurrió recubrir estas paredes de corcho", pensó el pelinegro, al darse cuenta de que los gritos de la hermosa acompañante de Tom, la fascinante Frances Umbrose, no se escuchaban en lo más mínimo dentro del apartamento, aunque en su mente sí lo hicieran, con una intensidad capaz de destrozarle los tímpanos.

Hábilmente, tanto el líder de Tokio Hotel como su encantadora pareja se encargaron entre ambos de pastorear a sus no-invitados de manera que, en menos de quince minutos, el grupo se dirigía a un pintoresco restaurante con el motivo de desayunar juntos. Ya de ahí, decidirían qué hacer después.

En una fila de aerodeslizadores de todos modelos y colores, los ocho miembros del grupo avanzaban a través de las calles, discretamente ocultos; sin embargo, una de las figuras públicas más relevantes del mundo no podía andar por la vida sin que la gente lo felicitara por su cumpleaños, así que apenas se hubo hecho un poco más tarde, docenas de holomensajes le llegaban tanto a Bill como a su gemelo a sus respectivos holocomunicadores, mientras por las calles las muestras manifiestas de aprecio y admiración de sus fans se manifestaban de todas las maneras posibles. Fascinada, Alice miraba a través de la ventana de su asiento, sin poder dar crédito a la manera en la que su novio era idolatrado. Él, por su parte, sonreía modestamente, sorprendido porque el mundo todavía recordara su cumpleaños a pesar de que últimamente no se había comportado tan socialmente relevante como otros años.

Una vez en el restaurante, el grupo se acomodó en la mesa más enorme que encontró, en el mismo centro del complejo en torno a una superficie de madera circular rodeada de un asiento en forma de media luna. Ahí, cada uno se fue acomodando, tomando su lugar en torno al menor de los hermanos Kaulitz y su pareja, quienes presidían la mesa. En delgadas tabletas digitales, el grupo de celebridades escogió a través del menú que éstas incluían lo que cada uno quería tomar para su desayuno, yendo las combinaciones de lo más saludable y vegetariano a lo más dulce y grasoso. Entre risas y bromas, el variado grupo se la estaba pasando en grande, cuando de repente una voz los interrumpió.

-Buenos días-se dejó escuchar el sujeto que acababa de llegar. En silencio, todos los presentes lo miraron sorprendidos, incapaces de hablar.

-Buenos días-saludó una segunda voz, una que muchos no habían escuchado antes jamás. Sentado a un lado de su hermana, Andreas Hoffman, el mejor amigo de los gemelos, dejó caer de su tenedor el trozo de hotcake que tenía sostenido dentro del cubierto a causa de la impresión. Junto a él, Phoebe le propinó un codazo discreto, como queriendo decirle que se comportara.

-¿Qué hay?-contestó Fabiho Lagerfeld débilmente, todavía atónito.

-¿Podemos sentarnos?-inquirió uno de los recién llegados, sonriendo amablemente.

-Claro... por supuesto...-musitaron en tropel los presentes.

-¿Quieres...? ¿Quieres sentarte con Bill, Tom?-cuestionó Phoebe nerviosamente, comenzando a hacerle señas a los demás para que se levantaran y dejaran entrar al mayor de los Kaulitz y a su acompañante.

-No hace falta-replicó el interpelado-Pasamos mucho tiempo juntos, ¿No es así, Macky?-

-En efecto-respondió el menor de los hermanos-Que gusto que se hayan unido a nosotros-

-Hubiera sido un error no hacerlo-aseguró el guitarrista, indicándole en su panel de control a la mesa que necesitaban dos plazas más. Inmediatamente, la superficie se hizo más grande y de su interior surgió un par más de cubiertos, mantelería, vasos y todo lo necesario para comer. De igual manera, el asiento en el que se encontraban colocados los presentes se amplió lo suficiente como para contener a dos personas más. Una vez que toda aquella parafernalia hubo terminado, el productor musical guió a su hermosa acompañante hacia su asiento, haciendo que tomara lugar a un lado de Georg. Ella, en silencio, se movió de la manera en que Tom le indicó y se acomodó graciosamente frente a la mesa, antes de dirigirle al bajista a su lado una cordial sonrisa.

-Buenos días-lo saludó atentamente.

-Buenos días-le respondió el músico, mudo a causa de la impresión de su belleza.

-Entonces, ¿en qué estaban antes de que nosotros llegáramos?-quiso saber el hijo primogénito de Simone Kaulitz, apostándose en el asiento próximo al de Frances Umbrose.


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