12 de septiembre de 2011

Utópica


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Lentamente, abrió sus ojos, uno a la vez, mientras una luz cegadora abrasaba sus párpados con un calor tibio. Torpemente, comenzó a parpadear desconcertada, sin tener ni idea de qué era aquella luminosidad que parecía provenir de todas partes, delante de ella. Poco a poco, se fue levantando, apoyada sobre sus manos, hasta que finalmente quedó sentada encima del blando colchón cubierto de suaves cobijas, el mismo lugar en el cual se había echado a dormir, horas atrás. Durante unos segundos, en los cuales comenzó a recuperar la consciencia de quién era y dónde estaba, se sintió ofuscada, pues nunca antes había despertado así; ya repuesta, un único pensamiento fue el que ocupó su mente durante los segundos que le siguieron a aquellos.

-Tengo que salir-se dijo a sí misma.

Vestuario de Alice
De pié en la calle, Alice Project observaba atónita todo cuanto se cernía a su alrededor. Desde que salió por la puerta principal de su apartamento, aquello que se encontraba a su paso le parecía maravilloso y sorprendente. Fue su instinto, más que nada, lo que la guió, hasta que logró salir del complejo edificio, el único que conocía, para así lanzarse a la calle, andando cómodamente sobre unos tacones de cuero color marrón, los cuales había encontrado dentro de uno de los armarios del departamento.

Así, avanzando por las calles llenas de personas, la humanoide se sentía absolutamente fascinada por todo cuanto se le cruzaba enfrente, inclusive la gente misma le parecía un acto de fantasía, algo irreal, con sus expresiones cansadas o sus rostros sonrientes, algunos dirigiéndose hacia sus empleos y otros trabajando ya. El paso de los aerodeslizadores junto a ella por la calle le parecía algo sorprendente, e internamente no dejaba de maravillarse ante el hecho de que estos levitaran por encima del suelo, aún aquellos que eran de gran tamaño y contenían cantidades considerables de personas.

Por otra parte, algo que también la sorprendía acerca de ese mundo nuevo y extraño eran los olores, los colores. De pié frente a un aparador, en el cual un maniquí-androide se movía con gracia como si atrapara mariposas dentro del vidrio que lo contenía, Alice se decidió a entrar en un complejo de tiendas, el cual su mente identificó inmediatamente con una palabra: centro comercial. Maravillada, la humanoide entró a cada uno de los locales que encontró abierto, tardándose mirando ropa, percibiendo el suave aroma que emanaba de los frascos contenidos en las perfumerías, con la boca haciéndosele agua cuando llegaba a captar el olor sutil de algún alimento perteneciente a los restaurantes aledaños a los locales de compras. Atraída por un letrero en específico, la humanoide entró en lo que le pareció una enorme tienda departamental, llena de diferentes secciones mas no todas llamaron su atención tanto como lo hizo un letrero que ella vislumbró en un plano interactivo, una señalización marcada como "Hogar".

Consciente de que "hogar" era una palabra que Alice había escuchado ya en muchos lados, e igual jamás la había comprendido del todo, la curiosa mujer comenzó a avanzar en la dirección que el mismo edificio le indicaba para dirigirse a aquella zona que le resultaba a ella tan inverosímil. Una vez que hubo llegado a este punto, no pudo evitar sentirse un tanto desilusionada, pues el hogar que ella pensaba encontrar, un sitio lleno de niños, de personas alegres y risas sin par, resultó ser nada más y nada menos que un compilado de objetos para decorar las viviendas en las que los humanos se alojaban. Reconfortada ante la idea de buscar allí elementos con los cual decorar su propia morada, la chica se internó en el mar de telas para cortina de todos los colores imaginables por el hombre, de vasijas llenas de escenas cotidianas de hacía siglos y mostradores con vidrios de cristal diáfano.

Avanzando por los pasillos, Alice iba recobrando poco a poco la fascinación que había sentido en un principio al contemplar la enorme cantidad de objetos de diferentes formas, texturas y colores que había frente a ella. Sorprendida, no dejaba de experimentar una oleada de emociones distintas cada vez que se topaba con una nueva pintura, así como tampoco perdía el encanto al sentir el tacto de cuanta tela se encontraba. Inclusive, la mujer de cabello color carbono y labios pequeños se sorprendió a sí misma al hallarse riendo de felicidad, sentada en diferentes divanes o sillones que se encontraba a su paso.

Encantada con aquél lugar, era como si no quisiera irse nunca. Avanzando a través de un nuevo pasillo, uno que recientemente había descubierto, de repente sintió el aire a su alrededor, en una parte cercana a su cintura, moverse de manera demasiado precipitada, tal y como sólo un objeto cayendo a través de él podía moverlo. Por puro impulso, se giró inmediatamente, extendiendo los brazos a la altura y en el ángulo idóneo para atrapar el tarro de tacto frío y resbaladizo entre sus manos, antes de tomarlo con seguridad entre sus dedos. Lentamente, comenzó a levantarse, cuidadosa de no volverlo a tirar, para devolverlo a su sitio original. Fue cuando ya se encontraba completamente erguida, con la mirada aún fija en el suelo, cuando al levantar la vista se lo topó de lleno, su imagen alborotando por completo al resto de sus sentidos mientras su corazón latía de una manera frenética e imparable.

Internamente, el cuerpo de Alice Project experimentó aquél cambio que todos los seres humanos, sin excepción, llegamos a percibir una vez en nuestras vidas: se enamoró a primera vista.



1 comentario:

Itzel dijo...

¿Es Bill?

Dime que es bill, por favor!

Qué linda Alice, toda emociona. Si yo fuera humanoide, haría lo mismo



¡Sube mÁs! ¡Quiero saber si es Biiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiill!


muy bueno!



Besos!




S.K