3 de febrero de 2012

Altercado

Altercado by Diana Harlu Rivera on Grooveshark



Vista frontal del vestido de Frances*
De pié en el camerino que se le había asignado para el evento, la criatura, cuyo cabello pelirrojo ya caía en una desordenada cascada de caireles soñadores a través de su espalda de piel blanca, se movía elegantemente en la habitación escasamente iluminada, buscando su ropa y demás pertenencias personales que pudiese tener por ahí. Con el vestido que había lucido al inicio del evento aún puesto, tenía de igual manera todavía calzadas las zapatillas de cristal esmerilado. Feliz por la manera en la que se habían desenvuelto los hechos en la pasarela, entre ellos la inesperada aparición de aquél hombre, sonreía para sí misma, mirándose en el enorme espejo que tenía frente a sí; fue de esta misma manera como la vio aparecer, abriendo la puerta con sigilo y cerrándola tras de sí con el mismo cuidado, su mirada cargada de coraje.

-Carlie...-musitó la voz ponzoñosa, intenando sonar más dulce que de costumbre.

-Anny...-contestó la dulce criatura, la mujer pelirroja, con tono cauto.

-Estuviste encantadora allá arriba-comentó la recién llegada, introduciéndose por la parte más obscura de la habitación, cerrando la puerta tras de sí para que nadie pudiese escuchar su discusión.

-Gracias-respondió cordialmente la interpelada, dejando de darle la espalda a la criatura que se movía sigilosamente detrás de ella, de una manera ondulante y amenazadora, como la de un felino a punto de atacar-¿Te gustó el desfile?-

-Me encantó todo el evento-mintió aquella voz rusa, la cual guardaba aún un marcado acento natal, a pesar de los años que ya llevaba viviendo en América-Y hubo algo en específico que llamó mi atención...-

-¿Ah sí?-inquirió la mujer del vestido negro, envuelta aún en seda y gasa-¿Fue algún vestido en específico?-

-Fue un hombre-se apresuró a responder la acusadora criatura-Creo que sabes de quién hablo...-

-Podría ser-repuso la pelirroja, sintiéndose cada vez más tensa a cada segundo que pasaba-Con eso de que existen tantos hombres en tu vida...-

-Dejemos de hacernos tontas, ¿Quieres, Carlie?-le espetó Annya Nikova a Frances Umbrose, utilizando todavía el tono meloso que usaba cuando estaba especialmente molesta-Tom. Tom Kaulitz. ¿Qué carajo hace él aquí?-

-No sé si no notaste que su hermano fue el front face de este año, Anny querida...-contestó Frances con sarcasmo, comenzando a enfadarse por la manera en la que su mejor amiga se dirigía a ella-No me sorprende en realidad que esté aquí-

-¿De verdad? Pues a mí me pareció lo contrario-le recriminó la modelo a la humanoide, avanzando amenazadoramente hacia ella-Te encantó encontrártelo ahí, en primera fila; ¿No es cierto?-

-Annya, por favor no seas ridícula. Yo...-

-Eres una traidora...-interrumpió Nikova a la que fuese su mejor amiga, sin cuidar su lenguaje por un segundo.

-¿Traidora?-inquirió la pelirroja entre risas-¡Tú me mentiste! ¡Me dijiste cosas acerca de él que no eran ciertas!-

-¡Yo no te mentí!- se defendió Annya, apuntando a la mujer que tenía frente a sí con su delgado y puntiagudo dedo índice- ¡Él es todo lo que te dije y más! Para empezar, es un mentiroso; igual que tú. Sólo dale tiempo para que te demuestre sus verdaderas... cualidades-

-¡Eso no es cierto!- contraatacó la humanoide, dispuesta a defender a Tom a capa y espada- Tom es un excelente hombre. Más de lo que tú te mereces, por cierto... y fíjate que la descripción que tú me diste de "aburrido y monótono", no le queda en absoluto-

-¡En ningún momento dije eso!- mintió Nikova, sabedora de la clase de barbaridades que repetía acerca del guitarrista- Además; si no me equivoco, creo que llegué a mencionarte en algún momento que planeaba regresar con él-

-¿Y crees que él planee regresar contigo?- apuntaló Frances, hiriendo a la rusa en donde sabía que más le dolía- Creo que ya eres un capítulo cerrado en su vida, mi querida Anny...-

-¡No lo sabes! ¡Y por supuesto que eso es una mentira! ¡Soy el amor de su vida! ¡Su mujer ideal!- comenzó a gritar la modelo como histérica, moviéndose cada vez más rápido hacia Umbrose, hasta que las dos estuvieron frente a frente, cara a cara.

-¡Claro que lo sé!- contestó la humanoide, exaltada también- Si no, ¿Por qué crees que tuvo sexo conmigo?-

Apenas hubo escupido aquellas últimas palabras, el rostro de Annya Nikova, que anteriormente había sido una vívida representación de la cólera humana, cambió radicalmente, dando un giro del enojo al dolor, al engaño y la frustración. No había querido pensar que las cosas llegaran a tanto. Se trataba de Tom, así que bien podía ser cierto... ellos se habían conocido de la misma manera.

-Estás mintiéndome- expresó la pasmada humana, la mirada baja y la expresión en blanco.

-Anny, por favor...- susurró Frances con dulzura, sintiendo compasión por su mejor amiga- Él... él ya no quiere estar contigo. Me lo dijo. Tienes... tienes que dejarlo ir...-

-No-la interrumpió la modelo, levantando su rostro de súbito-Estás mintiéndome...-

-Annya...-

-¡Estás mintiéndome!-vociferó la encolerizada criatura-¡Serpiente asquerosa y repugnante! ¡Puta de lo peor! ¡Lo engatusaste para quitármelo! Pero ni creas que te va a funcionar el truco... ¡ÉL ES MÍO!-

-Como tú digas, amiga- contestó Umbrose, harta de escuchar tantas barbaridades. En silencio, se escabulló de la presencia de Annya, evitándola, para dirigirse hacia la única puerta con la que contaba el camerino. Saldría al pasillo, buscaría a Karl y le pediría permiso para dejar en aquél pequeño cubículo su ropa, para recogerla al día siguiente. Solicitaría que le prestara el vestido para irse a casa, a cuenta de entregarlo al día siguiente.

Y mientras Frances Umbrose procesaba a través de su potente cerebro todos estos hechos, una mujer de cabello negro avanzaba entre la multitud de modelos que había en los pasillos y los camerinos aledaños, buscando el sanitario cuya existencia le había indicado una de las edecanes del evento. Terminado el desfile, Bill y todos sus allegados se habían movido de la primera fila del enorme salón de la pasarela al camerino del vocalista, en donde se armó una gran fiesta. Súbitamente, a la novia del cantante le habían dado ganas de orinar, quizá por haber tomado tantas copitas de champagne y una vez que le avisó a Bill acerca de sus necesidades, abandonó el cuartito para ir a buscar un lugar donde pudiera refrescarse.

Ahora, en medio del pasillo, se encontraba perdida en medio de tanta gente, hasta que de pronto una puerta se abrió delante de ella, de la cual salió una criatura que Alice Project conocía muy bien: Frances Umbrose. Con su cabello pelirrojo suelto sobre sus hombros y espalda, la modelo se la quedó mirando durante algunos segundos, tan pasmada como la humanoide de encontrársela tan directamente. No fue sino por un descuido que la hija del doctor Richard Vo movió sus pupilas apenas una micra de segundo, el tiempo suficiente para ver cómo una enloquecida mujer de cabello color caramelo e iris verdes intentaba atestarle un golpe a la creación de Anderson Watts directamente al cráneo.

-¡Frances, cuidado!-exclamó la pelinegra, tomando en un impulso a su contrincante por los hombros, atrayéndola hacia sí para después tirarla hacia el suelo alfombrado del pasillo.

En un movimiento, vertiginoso y acelerado, Mia Alice  Project se apresuró instintivamente a tomar por la mano a la amenazadora Annya Nikova, para después deslizar rápidamente sus dedos hacia la muñeca de la modelo, tomándola con firmeza pero sin lastimarla, de manera que le dio un giro completo en el aire, hasta dejarla sentada en uno de los silloncitos de tapicería color rosa con los que contaba el camerino de Frances.  A causa del miedo, Annya había dejado caer la botella de champagne de cortesía con la que planeaba golpear a la australiana en la nuca. Completamente helada, apenas y fue consciente del ruido del cristal de la botella estrellándose contra el piso.

-¿Qué...? ¿Qué fue eso?-susurró una aterrorizada Nikova, sus ojos como platos, el rostro completamente pálido y el cuerpo tembloroso. Frente a ella, Alice todavía la tenía sujeta de la muñeca, helada también esta segunda al ver lo que había hecho.

-Absolutamente nada- contestó una voz masculina a la interrogante de la rusa, apareciendo por la puerta de entrada de la habitación, la cual se encontraba abierta de par en par. De inmediato, los ojos de ambas humanoides, quienes se encontraban en blanco, se giraron hacia su misterioso locutor.

-No es cierto...-murmuró Annya debilmente, incapaz de volver a hablar con normalidad-Tú lo viste. No puedes decir eso-

-Annya...-

-¡No puedes decir eso!- gritó la modelo, completamente histérica, lo cual era completamente comprensible para lo que le acababa de pasar- ¡Ella acaba de levantarme en el aire! ¿Es que acaso no lo viste?-

-Vámonos Frances- le ordenó Alice a su semejante en una sucesión rápida de palabras que resultaron casi incomprensibles para el resto de los humanos debido a su velocidad. Sin chistar siquiera, la pelirroja se puso  de pié de inmediato, consciente de lo precario de la situación. Acto seguido, la humanoide se dirigió a su novio, mirándolo a los ojos-Hay que salir de aquí-

-Por supuesto-contestó Bill Kaulitz, quien había ido a buscar a su mujer dado que ésta ya llevaba largo rato sin regresar del sanitario.

-¡Le diré a la prensa!- amenazó Annya a todos los presentes, los cuales ya se encontraban en la puerta del camerino.

-Claro-ironizó Bill, sonriéndole de manera burlona a la rusa, quien permanecía despatarrada en el sofá donde Alice la había colocado-¿Qué tal si también les cuentas que todo esto sucedió porque intentaste asesinar a  Frances Umbrose? Seguramente les resultará encantador. Con tu permiso, Annya-

En silencio, las dos humanoides y el vocalista de Tokio Hotel abandonaron primero el recinto de los camerinos, hablando ya Alice y su novio a través de sus holocomunicadores, en busca de salir de aquél lugar lo antes posible. Brevemente, le explicaron a Tom  que tenían que marcharse de inmediato e hicieron que éste mismo tranquilizara al resto de las amistades de la pareja, poniendo de pretexto que la pelinegra novia de Bill había sufrido un desamayo y se disponían a llevarla a casa; después de todo, ninguno de ellos conocía la naturaleza humanoide de la encantadora mercadóloga. Silenciosa, Frances los seguía sin hablar en absoluto, cogida de la mano de Alice, quien la sujetaba fuertemente a sí.

-Necesito avisarle a Dorian que me voy a ir con ustedes-expresó en voz baja la pelirroja, llamando la atención de Alice y Bill.

-Yo me comunico con él- la tranquilizó el frontman- No creo que no puedan conseguirme la clave de su holocomunicador-

-¡Lexie!-soltó Frances de pronto, recordando súbitamente la presencia de su mejor amiga en el área de camerinos-¡Lexie sigue aquí! ¡Necesito volver! ¡Tengo que ir por ella!-

-Alguien se hará cargo de eso-contestó el menor de los hermanos Kaulitz, enviándole mentalmente un mensaje a Phoebe para que fuera a buscar a la criatura de cabello castaño que tanta preocupación parecía estarle causando a Umbrose- Tranquilízate. Es prioridad abandonar este sitio-

Y así, antes de que pudiera proferir una palabra más, Alice y Bill introdujeron a Frances a un enorme aerodeslizador de vidrios polarizados, múltiples asientos y exteriores blindados, dentro del cual se encontraba Tom, sonriendo enormemente. Al verlo allí, Frances no pudo evitar sentirse un poco más tranquila.

-Señorita...-musitó el mayor de los hermanos, invitando a la pelirroja a subir. En silencio, ésta hizo un gesto con la nariz que hizo que pareciera que despreciaba la invitación del guitarrista; más, en menos de un minuto, ya se había arremangado el vestido para subir y se encontraba acomodada en uno de los asientos del fondo del vehículo.

-¡No puedo creerlo!-exclamó Tom en un susurro contenido cargado de emoción, inconsciente de que Frances podía escucharlo- ¡Irá a nuestra casa!-

-Compórtate- fue la única respuesta de su gemelo; sin embargo, una vez que el cantante y su novia se introdujeron en el aero, éste no pudo evitar sonreír enormemente en silencio, contento ante la buena suerte de su hermano.

El trayecto al departamento de los muchachos, que usualmente era un viaje animado y divertido, resultó bastante callado en el cual la emoción del guitarrista de Tokio Hotel resultaba casi palpable para todos los presentes. Sin necesidad de observarlo, Alice podía percibir con facilidad su aura de felicidad, más esto no la alegraba a ella tanto como cabría esperar, puesto que sabía que la dicha de su cuñado se centraba en la presencia de una de las personas que ella más detestaba en todo el planeta. Una vez que hubieron llegado al estacionamiento del edificio, Tom fue el primero en bajarse, a punta de saltos y trompicones, para ofrecerse a ayudar a bajar a la pelirroja que se encontraba sentada hasta atrás.

-¿Me permite?-le preguntó a Frances, extendiéndole su mano para que ella la tomara. Durante un segundo, la criatura pareció dudar ante semejante gesto de cortesía, más de buena gana lo aceptó, asiendo sus pequeños dedos a la enorme palma de la mano del guitarrista. Tom estaba que se orinaba de contento.

Después de ellos, Alice y Bill bajaron con facilidad del aero y aunque el vocalista pensaba que su novia pasaría dificultades para descender del vehículo gracias a sus delicados tacones y su nada práctico vestido, se sorprendió enormemente cuando la vio caer con gracia sobre las puntas de los stilettos, sin causarles daño alguno. Inclusive, parecía que el cantante había sufrido de mayores apuros con su traje de gala que su pareja para colocarse de vuelta en el suelo.

En silencio, Frances los observaba a ambos, analizando cada uno de los movimientos de la pareja; mientras tanto, Tom jugueteaba con uno de los papelitos que le había arrancado a su copa de champagne en el evento de Lagerfeld, hasta que el trocito de papel se desprendió de sus manos y lentamente fue descendiendo hacia el suelo. Sorprendentemente, Frances lo atrapó en el acto, en un solo movimiento, agazapándose para tomarlo. Impresionados, tanto Bill como Tom observaron en silencio a la modelo australiana, puesto que ellos no sabían de su origen.

-Esto es tuyo-contestó Umbrose apenada, sabiendo bien que se había exhibido frente a los gemelos. Cabizbaja, evitó mirar al sorprendido Tom Kaulitz a los ojos.

-¿Cómo...? ¿Cómo hiciste esto?-quiso saber el músico, sin poderle quitar la mirada de encima a aquella fascinante mujer.

-Fui atleta en la secundaria-mintió la humanoide, sorprendiendo a Alice: se suponía que los humanoides no podían mentir, estaba en su código de ética.

-Oye, hermano...-llamó Bill a su gemelo, atrayendo de vuelta su atención así como la de Umbrose-¿Por qué no subes tú primero con Frances, para mostrarle el departamento?-

Fingiendo que quería pasar un tiempo a solas con Alice, el menor de los hermanos Kaulitz tomó a su novia de una manera bastante arrebatadora por la cintura, acercándola a su cuerpo. De inmediato, su hermano captó la indirecta, aceptando de buena gana la proposición de Bill. 

-Claro, no hay problema- respondió el músico con una enorme sonrisa, abstrayendo de inmediato lo inevitable: el vocalista y su novia iban a pasar algo de tiempo a solas... pero también lo harían él y la hermosa modelo pelirroja que tenía frente a sí. En silencio, el guitarrista le dedicó a la criatura de iris verdes una lasciva mirada, fruto de la última vez que se habían visto. Justo a tiempo, el ascensor del edificio soltó un pequeño chillido musical, indicando que estaba listo para abordarse-Después de usted, señorita Umbrose...-

Al irse cerrando las puertas, el rostro de un nervioso Tom se dejó ver, sacándole una risa a su hermano menor y a la mujer de éste; por otro lado, Frances se veía como si nada y antes de que las pesadas planchas de titanio quedaran selladas, ésta le dirigió una profunda mirada a la hija del doctor Vo.

-¿Acaso Frances...?-

-Así es-respondió Alice  a la pregunta interminada de Bill, interrumpiéndolo justo a tiempo para que Umbrose no pudiera escuchar de qué estaban hablando. Al igual que ella, tenía un oído perfecto que le permitía una audición clara a varios metros de distancia.

-¿Por qué no me lo dijiste?-quiso saber el vocalista, sintiéndose un poco indignado.

-Es una de las reglas-le explicó la humanoide-No podemos revelar la existencia de otros. De hecho, nosotros ni siquiera sabíamos que existían unos "otros"-

-Pero, entonces...-

-Hablaremos de esto luego-repuso la pelinegra, enviándole al instante un holomensaje a su pareja de modo que sólo él pudiera leerlo. En la hoja digital se leía: "Ella puede escucharnos". En silencio, Alice y su novio abordaron el otro ascensor, listos para subir a su hogar, en donde se encontraba Frances Umbrose.

*El vestido utilizado por Frances Umbrose es una creación de Elie Saab.



2 comentarios:

Itzel dijo...

Uhhhhhhh! Hasta asesina nos salió la niña...
Tsss...
¿Esa cosa va a entrar al santuario Kaulitz? ¡No lo puedo creer!
Ö!

@ZaybetFrias dijo...

Ay ya de a botellazos y todo tssssd