16 de mayo de 2012

Cabos sueltos


Cabos sueltos by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

En medio de un silencio que sólo era interrumpido por el sonido de sus pies arrastrándose a lo largo del pasillo obscuro, la disminuída criatura únicamente pensaba en él, a lo largo de cada metro que recorría. Por alguna extraña razón, no sentía dolor; o tal vez, el malestar que agobiaba a su corazón era tan grande que no permitía a su potente cerebro sentir algo más. A lo largo de su cuerpo, sentía caer las gotas de agua que la recorrían desde la cabeza a los dedos de sus pies, helándola a su tacto. Le parecía incomprensible que tanto viento no hubiese podido secarla. 

Finalmente, al cabo de lo que percibió como una eternidad, su captora se detuvo repentinamente, frente a una puerta apenas iluminada por un diminuto foco incandescente. Sin pedir permiso, se introdujo haciendo girar la sencilla manija dorada que había al alcance de su mano, muy distinta ésta a las que se utilizaban en los edificios modernos. Alice lo sabía bien; lo sabía porque Briant se lo había contado, él era arquitecto y ese era su trabajo: los pequeños detalles.

Callada, se dejó arrastrar otro metro más, dentro de una habitación tan escasa de luz como la anterior; sin embargo, aquella segunda ala poseía una mesa en el centro, bastante amplia como para acomodar varios objetos allí... o individuos. Asustada, se dio cuenta de que no estaba sola. Ahí, a su lado, se encontraba un rostro que conocía bastante bien.

-Selick...- musitó la criatura con un dejo de espanto en su voz.

-Calla...- le pidió la interpelada, al parecer demasiado débil como para hablar. Hecha un ovillo, la mujer se encogía sobre su vientre, cubriéndolo con ambas manos en una forma protectora, como si tuviese algo oculto allí.

-¿Qué...? ¿Qué te sucede? ¿Por qué hablas de esa manera?- quiso saber la recién llegada, intentando aproximarse a su antigua amiga, a la cual le propinaron una patada en la columna apenas y se movió.

-¡Quédate quieta!- le espetó una brutal voz femenina, proveniente de una alta y obscura figura.

-¡No te atrevas a pegarle a mi esposa, maldita víbora!- gritó otra voz en respuesta, la cual Alice identificó de inmediato. A la escasa luz de la bombilla que había en el centro del techo, el cabello del individuo que se encontraba a menos de un metro de distancia soltó un destello fulgurante de color dorado.

-¡Vaya, pero si veo que ya se están conociendo!- se interpuso una cuarta voz en la conversación, evitando que la individuo que custodiaba a Selick agrediera a Redgie, quien resultaba ser el hombre que apenas había hablado, defendiendo a su debilitada pareja. 

Al ver a la mujer que entró por la misma puerta por la que había llegado Alice, y seguramente sus demás compañeros también, la criatura de largo y espeso cabello rizado retrocedió, retomando su posición de descanso militar, con ambas manos, una sobre la otra, colocadas en medio de sus piernas ligeramente abiertas, las plantas de los pies bien asentadas en el suelo de la habitación.

-¿Quién eres tú?- inquirió Alice de inmediato, sin temor, dirigiéndose hacia la recién llegada. Ésta, de inmediato dirigió la mirada hacia su inesperada interlocutora, propia de unos iris que aún en medio de la obscuridad del rostro, lanzaron un destello verduzco hacia la atemorizada humanoide.

-Eso no tiene relevancia alguna en este momento, querida- habló con dulzura la interpelada, acuclillándose frente a la novia de Bill- Pero tú... tú debes ser Alice. La favorita de Richard...

-¿Cómo conoce a nuestro padre?- insistió con voz fiera la humanoide.

-Digamos que soy su más grande fan...- se burló la misteriosa dama, aproximándose más a la criatura que tenía frente a sí, como si la examinara- Aunque creo que, en este caso, los papeles se invirtieron y él resulta ser... mi mayor admirador.

-Dudo que un caballero tan propio como mi padre pudiese siquiera sentir... simpatía... por una mujer como usted- atacó Alice a la desconocida fémina que tenía todavía a pocos centímetros de distancia.
-¿Eso piensas?- preguntó la voz cantarina de aquella extraña, en medio de risas que parecían penetrarles los tímpanos a cada uno de los humanoides- Mi cielo... pero qué decepción te vas a llevar cuando te enteres de la verdad...

-¿Cuál verdad?- repuso la humanoide sin haber perdido ni un poco de su inusitada fiereza.

-Enciendan la luz, por favor- pidió la dama, poniéndose de pié finalmente- Odio estar a obscuras.

Pocos segundos después, la recámara, que anteriormente le había parecido tan sombría a cada uno de los humanoides, se llenó de una luz fría y casi dura que llenó cada uno de los rincones de la habitación, dejando al descubierto los suelos y paredes blancos tan propios de las instalaciones de Astrella. Frente a ellos, a un lado de la colosal mesa de titanio, se encontraba la misteriosa figura, ataviada con una falda tubular negra que le llegaba a la mujer que la portaba ligeramente abajo de las rodillas y un suéter de cuello de tortuga color borgoña, totalmente ceñido a su bien proporcionado cuerpo. Sobre los hombros, la cabellera espesa y brillante parecía destellar sutilmente, arrojando muestras de brillo color rojizo. Los labios, pintados del mismo color del suéter, se curvaron hacia arriba en una sonrisa.

-No... no puede...

-Alice... ella es...

-El proyecto B...-continuó la humanoide la frase interrumpida de Selick, quien no paraba de girar sus pupilas, intercambiando la mirada entre su colega y aquella inusual mujer. El parecido entre ambas resultaba sorprendente.

-Doctora Alexis Blair, si me haces el favor- respondió con cordialidad la dama, cruzándose de brazos frente a los tres humanoides.

-¡Ahí está, apresúrate! ¡Apresúrate!- instó Bill a su hermano mayor, quien se volvió a mirarlo perplejo, desde su asiento de piloto del aerodeslizador en el que ambos habían viajado desde la casa de campo de los Shäfer.

-¿Yo?- inquirió atónito el mayor de los gemelos, observando a su acompañante como si hubiese perdido el juicio.

-¡Quién más! ¡No me va a hacer caso a mí! ¡Apresúrate antes de que se vaya!- le insistió el menor de los hermanos, propinándole un empujón en el antebrazo. Procurando no pensar más en lo que estaba a punto de hacer por temor a arrepentirse, el guitarrista se bajó a trompicones de su transporte de lujo para atravesar la concurrida calle esquivando los aeros que se le ponían enfrente. Finalmente, se encontró a menos de un metro del aerodeslizador que esperaba a su ex novia, Frances y al actual compañero sentimental de ésta, Alexei.

-Frances- la llamó débilmente, tanto que pensó que no lo escucharía. Sin embargo, ella sí lo oyó y, desconcertada, se volvió para mirarlo con una expresión de indignación total, profundamente escandalizada.

-¡Tom!- replicó la mujer en un tono nada halagador, lo cual despertó de inmediato el interés de su acompañante, quien abandonó su asiento en el aero  para salir a ver qué pasaba- ¿Qué haces aquí?

-Vine... vine a verte- confesó el caballero torpemente, asustado por la súbita visión de Alexei ahí presente- Bueno, no sólo a ti; a todo tu... clan-

-¿En qué puedo ayudarlo, señor Kaulitz?- intervino Alexei, cerrando la puerta de su lado del aero para acercarse a Tom, de una forma bastante amenazante que logró hacerle al mayor de los hermanos Kaulitz un nudo en el estómago.

-Verán... nosotros estamos buscando, mi hermano y yo... queremos saber...- balbuceaba torpemente el guitarrista, ante la mirada atónita de ambas criaturas.

-Señor Kaulitz, no tengo su tiempo. Debemos partir pronto, un avión nos espera...

-¿Dónde está Alice? ¿Quién se la llevó?- soltó repentinamente el músico, asustando con la sola mención de sus palabras al par de humanoides que se encontraban frente a él.

-No tenemos la menor idea de lo que habla- le respondió Alexei, con un tono frío y calculador, antes de dirigirse a la mujer que lo acompañaba- Súbete, Scarlett.

-Alex...

-El paradero de la señorita Project es ajeno a nosotros, Scarlett- le insistió el indiferente caballero- Llegaremos tarde.

-Sí, tienes... toda la razón...- musitó Frances, con los ánimos repentinamente cambiados. Silenciosamente, se giró hacia Tom y cuando ya nadie lo esperaba, le guiñó el ojo en un momento en el que su acompañante se distrajo, antes de enunciar inexistentemente con sus labios "Yo te ayudaré". De último, se despidió del caballero que se encontraba de pié, perplejo ante aquella extraña situación, con un gesto de su mano enguantada- Con tu permiso, Tom...

-Propio- respondió en un susurro el guitarrista, antes de volverse hacia la calle de nuevo, misma que cruzó para volver al lado de su hermano menor, el cual lo esperaba ansioso, ávido de respuestas a la interrogante que más le torturaba en aquél instante: ¿Qué habría pasado con Alice?


1 comentario:

Itzel dijo...

No entendí... :/

¿Blair? ¿Blair ahí, golpeándolos? ¿Por qué? ¿No se supone que ella estaba con Richard en el proyecto, o si no, al menos más cerca?... ¬¬ Alguien explíqueme...