11 de mayo de 2012

Rapto


Rapto by Diana Harlu Rivera on Grooveshark



Silenciosamente, avanzó el semi-inexistente espacio que separaba el suelo del ascensor del recibidor del hogar, procurando no soltarse a llorar de nuevo al percibir el aroma que en un principio había considerado tan extraño y ahora le parecía excesivamente familiar, como si hubiese convivido con él toda la vida. A paso lento, fue moviéndose entre las sombras de los objetos que dentro  de las habitaciones había, esquivándolos con el propósito de no mover nada de su sitio aunque, internamente, esperaba hacerlo, derribando algún florero, rompiendo alguna cosa para darse cuenta de que se encontraba en un sueño; por desgracia, no era así. 

Atentas, las pupilas hinchadas a causa del llanto observaban los alrededores, intentando resguardar dentro de la memoria cada detalle, comenzando por las fotografías que dentro de cada una de las estancias había; todas eran ahora diferentes. En un principio, a su llegada, la mayoría contenía a los hermanos, la madre de éstos, su padrastro... sin embargo, ahora podía divisarse en cada uno de los cristales, sonriendo abiertamente, doblándose de la risa con Tom, sonriendo con unas enormes gafas al lado de Andreas y Phoebe, besando a Bill...

Así, entre tantos recuerdos, la mujer apenas y fue consciente del sonido que escuchó a pocos metros de distancia, dentro del mismo departamento. Sorprendida, se sintió extrañada durante algunos instantes, durante los cuales se preguntó si alguno de los hermanos estaría en la casa sin haber notado su presencia, probablemente dormido o escuchando música; sin embargo, pronto se dio cuenta de su error: no podían estar en casa, porque precisamente por eso era que ella se encontraba allí. Inmediatamente, su avanzada lógica deductiva le dio a conocer que alguien más, alguien inusual se hallaba dentro, con ella.

Silenciosamente, la criatura comenzó a deslizarse de manera furtiva por los corredores, a través de las recámaras buscando la procedencia del ruido, hasta que finalmente dio con él, moviéndose tan suave y cuidadosamente que hubiese resultado casi imposible detectarlo si no le hubiese prestado su total atención. Para más, hubo otro detalle que le llamó la atención: quien fuera que estuviese allí dentro, no era humano; lo sabía porque no se escuchaba su pulso, así como tampoco su respiración. De manera furtiva, la mujer fue acercándose sigilosamente hacia su objetivo, localizado en la alcoba del menor de los hermanos, hasta que fue capaz de divisarlo por una diminuta rendija a través de la cual se filtraba la luz de la luna.

La silueta fue describiéndose; alargada, tan fina en su contorno que parecía recortada contra la pared de color hueso, dejaba percibir una especie de ondas pegadas al cráneo, que caían suavemente a lo largo de que lucía como una espalda femenina. Buscando en los cajones, revoloteaba incesantemente, hasta que finalmente pareció hallar su cometido. De uno de los más diminutos compartimentos, atrapó un anillo que Bill Kaulitz le había regalado a su preciosa novia humanoide, Alice Project, apenas semanas atrás. Silenciosamente, la misteriosa criatura olfateó el pequeño objeto metálico, llevándoselo a la nariz de curvatura perfecta para después, guardárselo en uno de los bolsillos de lo que aparentemente parecía un pantalón estilo cargo.

-¿Pero qué...?-

Mientras tanto, del otro lado de la ciudad, una mujer dormitaba en silencio dentro de su habitación de paredes rosadas, revestidas de tapices cubiertos de pequeñas y semi-inexistentes rosetones de color durazno. Sin una sola cobija encima que la cubriese del aire gélido que circulaba tras su ventana, la criatura de ojos verdes y rasgos angelicales respiraba con delicadeza, aspirando precipitadamente de cuando en cuando, mientras pequeñas lágrimas transparentes corrían por sus mejillas de rubor coralino. Aún en sueños pensaba en él.

De esa manera se encontraba, dándole la espalda, cuando súbitamente un sonido casi imperceptible perturbó su descanso. Precipitadamente, abrió de manera exagerada el par de párpados color arena, intentando percibir aquello que le había interrumpido el sueño. Para cuando quiso darse cuenta, un papel de color blanco, como aquellos que se toman de libretas para notas, apareció en el buró al lado suyo, siendo que no se encontraba allí con anterioridad. Extrañada, lo tomó entre una de sus manos, apaciguando con la otra al compañero que tenía detrás, sujetándola por la cintura. A pesar de la caligrafía apresurada, alcanzó a comprender el mensaje. 

-Alex- lo llamó de inmediato, despertándolo inmediatamente- Tenemos que salir de aquí.


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