9 de mayo de 2012

Peligro



Peligro by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

De pié frente a la mirada inquisitora de los cuatro individuos que se encontraban a su alrededor, las iris azules de la angustiada mujer resplandecían a la luz de las lámaparas que había en la recámara ampliamente iluminada, misma que, en otro contexto, hubiese resultado de lo más normal; sin embargo, en aquella situación, no lo era en absoluto. 

-Creí que debían saberlo...-

-Ya nos lo habían comunicado- se expresó el líder, las yemas de sus dedos tocándose ligeramente unas contra las otras- Y hemos estado preparándonos...

-Entonces eso explica por qué...- lo interrumpió la espantada criatura, misma que volvió su mirada aterrorizada hacia una de las individuos allí presentes, la cual soltó un gemido al escuchar la respuesta del interlocutor de la dama de los ojos azules.

-Es lo mejor para él- se justificó el hombre, haciendo caso omiso a los chillidos de la adolorida fémina que sollozaba a su lado- Si conociera las circunstancias en las que nos encontramos, entendería.

-Pero yo no puedo...-

-Es inevitable- interfirió alguien más, sumándose a la conversación-Por eso mismo, preferimos hacer la transición más sencilla. Te recomendaríamos que hicieras lo propio-

-¡Es que no se puede!- expresó la atormentada humanoide, comenzando a exasperarse ante la actitud tan pacífica de sus semejantes- ¡Los buscarán! ¡Preguntarán por ustedes!

-¿Y quién sabrá en donde estamos?- intervino de nuevo el líder de aquél reducido grupo- Pasará menos tiempo del que imaginas para que nos olviden.

-¿Y  Tom?- le exigió Alice a Frances, encarándola por vez primera; sabía que se encontraban en situaciones similares. Apenas escuchar el nombre del mayor de los hermanos Kaulitz, el pulso de la hermana menor de Dorian se aceleró de manera irremediable, su corazón latiendo de forma frenética con la sola mención de aquél sustantivo tan controversial.

-Él no...

-¡Él cuenta contigo! ¡Cree que vas a seguir aquí! ¡Mañana, en un mes, años!- se dirigió exclusivamente a ella la desesperada novia de Bill Kaulitz- ¡Tú lo sabes!

-¿Y qué puedo hacer?- exigió Frances, poniéndose a medias de pié- No cambiará nada si hablo o no con él. Será mejor que no sepa a donde voy...

-Eres una cobarde- le espetó la pelinegra a la despedazada criatura que tenía frente a sí. De inmediato, los ánimos dentro de la habitación se enardecieron, con el resto de los humanoides listos para saltar a defender a la novia de Alexei- Creí que me darías una respuesta diferente...

-¿Qué esperabas?- inquirió la modelo, sintiendo su orgullo herido- ¿Que luchara a tu lado contra Astrella por Tom? ¿Por Bill? Aún cuando lo hiciéramos, Alice... no podemos.

-¡Huyamos entonces!-

-¿Y yo soy una cobarde?- quiso saber la menor de los hermanos Umbrose- No me esconderé de ellos. Además, no pienso poner a Tom en peligro... él no es... responsable de nuestros errores-

-¿Entonces tú también lo crees?- rió de manera irónica la criatura pelinegra- ¿Piensas que somos una equivocación?

-Nosotros no- replicó de inmediato Frances, sintiéndose inclusive contrariada con las afirmaciones de Alice- Las cosas que hicimos...

-¿Piensas que haberte enamorado de Tom fue un error?- le exigió la novia de Bill a la que fuese su cuñada hasta hace poco tiempo; de inmediato, ésta última levantó la mirada de golpe, indignada ante las palabras de su semejante.

-No, en absoluto- repuso instantáneamente- Simplemente no estaba en nuestros planes.

-Querrás decir en los de Astrella- corrigió Alice- Frances... podemos escapar, tratar de derrotarlos... no quiero perder a Bill.

-Pues es demasiado tarde- expresó la pelirroja, echándose hacia atrás en su asiento de nuevo, al mismo tiempo que extendía su mano hacia su lado derecho, al individuo que no paraba de mirarla segundo a segundo- El consejo ya tomó su decisión, se nos ha notificado.

-Ahora veo por qué está fracasando el proyecto- musitó la cuñada de Tom en voz extremadamente baja, tanto que hasta a ella misma le costó trabajo escucharse- Nos sigue faltando esa chispa que inspira a los seres humanos a creer que lo imposible es posible. Con su permiso.

Y así, en silencio, la enfadada y decepcionada humanoide abandonó la sala de visitas del hogar de los Umbrose y los Rose, el grupo de cuatro individuos del doctor Anderson Watts. A su espalda, únicamente Frances se quedó con la mirada congelada en ella, sabiendo que cada una de sus palabras era parte de la más absoluta verdad que hubiese escuchado jamás.

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