27 de mayo de 2012

Decisivo



Decisivo by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Usted...

-Los problemas ambientales son todo un reto para la humanidad, ¿No es cierto, señor Kaulitz? Se ha convertido en un verdadero peligro vivir allá afuera- explicó lentamente el hombre de negocios, con el tono inalterado de quién habla de un tiempo compartido- Quizá usted no lo nota, encerrado en su burbuja de Los Angeles y sus zonas acaudaladas, pero me imagino que no se ha atrevido a ver más allá de Norteamérica.

-¿A qué se refiere?

-Vaya... los medios de comunicación ahora engañan a la gente más de lo que lo hacían en mis tiempos- se mofó el empresario, cruzándose de  brazos, al mismo tiempo que asentía con la cabeza. A su señal, su pelirroja acompañante presionó un botón aparentemente en el aire; sin embargo, el músico comprendió inmediatamente que no podía verlo porque debía ser parte del control de mandos digital del aparato, cualquiera que éste fuera. Inmediatamente, en la pantalla comenzaron a aparecer imágenes que dejaron a Bill aterrado.

Ahí, frente a sus ojos, hombres y mujeres muriendo de asfixia se desplomaban contra el piso como pajaritos, con las pupilas expuestas quemándose ante los ácidos que había en el aire. Más tarde, aparecieron madres desesperadas, que lloraban con sus hijos en brazos, colocándoles mascarillas de tanques de oxígeno que arrancaban a difuntos a sus lados, en un desesperado intento de brindarles un poco de aire a sus debilitados pulmones. Autopsias que revelaban fosas nasales destrozadas por la cantidad de ácidos letales en el aire, niños con los ojos quemados por la cantidad impresionante de compuestos nocivos en la atmósfera, sujetos con quemaduras de tercer grado a causa de la intensidad con la que quemaba el sol, ahora que en pocas partes del mundo había capa de ozono... era terrible.

-¿Todo eso... pasa allá afuera?- cuestionó el frontman siendo, por primera vez, consciente en muchos años de su horrible realidad.

-Pasa a menos de quince kilómetros del lugar donde vives- le explicó la mujer, sintiendo algo incómodo atorársele en la garganta conforme le hablaba, sintiendo compasión de él al ver la expresión de su rostro, aparentemente devastado.

-¿Y por qué nadie hace algo?- preguntó la vocecita súbitamente cubierta de inocencia del músico.

-Porque ese es nuestro trabajo- respuso en esta ocasión el hombre, con la voz repentinamente endurecida- Brindar soluciones globales que los países estén dispuestos a comprar pero ese es el problema: nadie las compra.

-¿Entonces qué piensan hacer ustedes por estas personas? Tienen que hacer algo- replicó el músico, volviendo su mirada esperanzada hacia el par de adultos que lo observaban compasivamente.

-La solución que estoy por proponerle no va a agradarle, señor Kaulitz... pero los gobiernos apoyan esta iniciativa y... así podrá terminarse el sufrimiento de mucha gente...

-¿A qué se refiere?- insistió el joven, cada vez más escandalizado. 

-Vamos a exterminar paulatinamente a la raza humana y a crear a individuos que puedan reemplazarla- susurró lentamente el señor Dodman Roberts, presidente ejecutivo de Astrella Laboratories, ante la mirada atónita de su acompañante, la doctora Alexis Blair o, como se le conocía en las instalaciones, el fallido proyecto B.

-¿Qué?- escupieron al mismo tiempo Bill y Alexis, al escuchar semejantes palabras.

-Dodman, tú...

-No había querido decírtelo- le explicó en voz baja el ejecutivo a la mujer que lo acompañaba, con la que parecía tener un vínculo inusual- Perdóname.

-¡Pero Ariel sigue allá afuera!- exclamó la pelirroja, súbitamente escandalizada- ¡Tú me prometiste que ibas a buscarla! ¡Me juraste que si me quedaba contigo, harías lo que fuera necesario para encontrarla!

-Y he cumplido mi palabra, ¿No es así?- cuestionó el hombre, abandonando repentinamente su pose de captor para aproximarse a la delicada criatura, quien parecía al borde del llanto. Silenciosamente, tomó su rostro entre ambas manos y, en un movimiento, lo acercó al suyo- Tú bien sabes que no he parado en recursos para dar con ella.

-Aún así, no podemos continuar con nuestro plan si no la hallamos primero- declaró Alexis, alejándose de Dodman en un movimiento- Abandoné todo por ella... no pienso perderla.

-Ella ya está perdida, Alexis; asimílalo- escupió violentamente el empresario, perdiendo la paciencia- Desde el momento en que se rehusó en entrar al programa...

-¡En ese caso, me mentiste!- gritó sin miramientos la criatura, lágrimas transparentes corriendo por sus mejillas- ¡Dijiste que sabías dónde estaba! ¡Que si me quedaba contigo, la traerías de regreso a mí!

-¡Siempre te convino más estar a mi lado que lejos de él!- le respondió bruscamente el humano- ¡Hubieras muerto si no fuese por mí, porque le rogué a mi padre que te dejara viva! ¡Richard no hubiese podido hacer eso!

-¡Hubiesen sido mejor diez minutos al lado del hombre que verdaderamente amaba que esta puta eternidad pudriéndome a tu lado!- lo acusó la primera de los humanoides, el único y último proyecto conjunto el cual Anderson Watts y Richard Vo, un par de estudiantes de alto coeficiente intelectual, desarrollaron desde que estudiaban la secundaria.

-¡Tom!- le gritó una voz, llamando su atención desde una de las cápsulas. Allí, encerrado entre cristales, vio a Dorian debatirse atrapado, golpeteando con ambos puños las paredes que lo contenían- ¡Sácala! ¡Su cápsula no tiene seguro! ¡Entra aquí y sácala!

-¿No necesito una clave de acceso?- preguntó de inmediato el atónito humano, dirigiéndose hacia la puerta de cristal que separaba la recámara en la que se encontraban los humanoides de aquella en la que se hallaba él.

-¡No! ¡Está diseñado para que nosotros no podamos salir, pero cualquier humano puede entrar!- explicó entre gritos el sujeto que anteriormente había odiado tanto al mayor de los hermanos Kaulitz pero que ahora lo veía como su única salvación.

De inmediato, el hombre siguió las órdenes de aquél que alguna vez había sido su cuñado, dándose cuenta apenas mirar la cápsula en la que se encontraba contenida Frances que la finalidad de ésta no era otra que borrar su memoria. En una pequeña pantalla en el lateral del aparato, veía pasar su propio rostro, su cuerpo, sus labios curvándose en una sonrisa.

-¿Y cómo lo apago?- preguntó Tom, observando la serie de interruptores de colores, los cuales carecían de letreros.

-Presiona el botón rojo- le contestó Dorian- El grande, presiónalo una vez.

Al hacerlo, el aparato dejó caer a la señorita que sostenía con fuerza, liberándola de las tenazas metálicas que la mantenían de pié dentro de la cápsula. Inconscientemente, el hombre frente a ella extendió sus brazos, listo para atraparla y la tomó entre ellos como si de un bebé se tratase. Con cuidado, la colocó contra el suelo, teniendo precaución de no azotarla. Su rostro, totalmente desvanecido, no parecía reaccionar.

-Frances...- la llamó, primero en un susurro. Al ver que no reaccionaba, volvió a dirigirse a ella, en aquella ocasión con más fuerza- ¡Frances! ¡Despierta!

A lo lejos, el músico escuchó el sonido de pisadas irregulares que se aproximaban hacia él y que, por el ruido que producían, no podían provenir de sus amigos sino, más bien, de sus enemigos, aquellos que lo buscaban desde que se dieron cuenta de que Bill no iba solo. Seguramente habían hallado sus zapatos en el túnel, maldición. Mientras tanto, en la mente de la pelirroja que el guitarrista tenía frente a sí, todo era confusión. Restos de recuerdos se agolpaban en su mente, la mayoría destruídos por la máquina que había hecho gran parte de su trabajo de forma efectiva. Únicamente un rostro, el cual prevalecía aunque sin nombre ni emoción alguna, se repetía en los recuerdos que todavía conservaba. Se encontraba allí, galante, de pie entre una multitud, con un traje que parecía hecho a su medida, deslumbrante.

-Recuerda, por favor... recuerda y despierta...- le suplicaba en susurros el hombre, quien ya tenía su frente apoyada contra el vientre de la criatura, el cual subía y bajaba lentamente debido a la respiración pausada de la criatura.

-¿Dónde... dónde estoy?- cuestionó la mujer repentinamente, haciendo que los ojos ya cerrados del desesperanzado músico se abrieran repentinamente- ¿Tom? ¿Eres tú?

-¡Frances!- exclamó el humano, completamente entusiasmado, abrazándose a ella con todas sus fuerzas, a pesar de que no tenían tiempo para ello- ¡Estás bien! ¡Me recuerdas!

-Sería imposible borrarte de mi mente- sonrió la mujer, alargando su mano derecha hacia el pecho del músico, el cual se tensó inmediatamente ante el gesto; sin embargo, la mujer no lo hizo para tocarlo a él, sino al colgante que le pendía del cuello, el mismo que ella le había regalado hace tanto tiempo, que le costaba trabajo recordar cuándo sucedió- Mi corazón siempre será tuyo.

En silencio, ambos se miraron largamente, como no habían vuelto a hacerlo desde aquél momento en el que se encontraron irremediablemente enamorados el uno del otro. Poco a poco, fueron acercándose, hasta que la distancia entre ellos parecío casi inexistente.

-Ehm... ¿Disculpen?- los interrumpió Dorian, golpeando débilmente  con sus nudillos en el cristal de su cápsula- ¿Podrían ayudarnos a salir de aquí, antes de que perdamos cualquier atisbo de realidad?

-¿Eh?- musitó la confundida pareja, saliendo de su ensueño.

-Ah sí, hay que utilizar el mismo método. Tom, tú libera a Dorian y a Lexie, yo me encargo de Alexei- ordenó la pelirroja, ante la mirada reticente del músico. ¿Acaso, en aquél tiempo que habían estado separados, ella verdaderamente había comenzado a sentir algo por su cuñado? Más, cuando su hermano mayor no los observaba, la mujer le dedicó al hombre que tenía a su lado un guiño semejante al mismo que hizo cuando discretamente, le envió un mensaje a su holocomunicador con las coordenadas del lugar en el que se encontraban Alice y sus compañeros.

Así, mientras Frances pretendía batallar contra la enorme cantidad de botones que había al lado de la puerta de la cápsula de Alexei, Tom se apresuraba a liberar primero a Lexie y más tarde, con la ayuda de ésta, al esposo de la misma y el mayor de los hermanos Umbrose; pacientemente, la ex novia de Tom aguardó impacientemente a que su cuñado olvidara aquél momento en el que se había enamorado de ella. Cuando finalmente se visualizó lejos de su mente, desconectó el aparato, aparentando haber estado tremendamente ocupada, enzarzada en una batalla contra el panel de comandos para dejar salir al aturdido Alexei.

-¿Qué pasó? ¿Por qué no presionaste simplemente el botón rojo?- cuestionó Dorian, ayudando a su mejor amigo a mantenerse en pie, mientras éste se sostenía con ambas manos la cabeza.

-No se abría, me parece que tuvo un desperfecto mecánico- contestó la criatura, mordiéndose los labios para que no se notara la colosal mentira que acababa de decir.

A pesar de lo mala que era ocultando la verdad, tanto su cuñada como su hermano se encontraban tan ocupados comprobando el bienestar de Alexei, que apenas y escucharon la explicación. Conformes, Tom y ella se sonrieron discretamente: ya podían ser felices de nuevo. Por fortuna, el resto de los humanoides de su clan habían olvidado la infidelidad de Tom, así como la misma Frances, y sus memorias se habían quedado varadas en aquellos primeros días cuando no se encontraban familiarizados con ninguno de los hermanos Kaulitz. Para la mayoría de ellos, excepto de la pelirroja, el gemelo de Bill no era otra cosa que un amable sujeto que había ido a rescatarlos de algún peligro desconocido para ellos, más, que afectaba su bienestar.

-Ahora, tenemos que correr- sonrió Tom ampliamente, extendiendo su palma abierta hacia su alegre compañera, quien lo observaba llena de adoración. Entusiasmada, entrelazó sus dedos con los del hombre y, a una velocidad vertiginosa, comenzaron a desplazarse por los pasillos del complejo de laboratorios.

1 comentario:

Itzel dijo...

Ehm... sin comentarios :/ sobre todo por el plan del bastardo maldito hijo de asdfghjklñ Dodman ¬¬ aun cuando sea para "salvar" la tierra