23 de mayo de 2012

Sucesión


Sucesión by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

-Su estado debe mejorar pronto; si no es así, llámenos de inmediato para buscar asesoría.

-¿Asesoría con quién?- escupió la mujer groseramente- ¿Con Anderson? Creo que podemos prescindir de sus servicios...

-Señora, lo mejor para los humanoides en este momento es reponerse en cuanto les sea posible. Las pruebas comenzarán pronto y...

-Ni siquiera lo menciones- volvió a interrumpirlo la hermosa pelirroja, lanzándole una mirada despectiva a los cuatro sujetos que ahora tenía encadenados al pié de unos camastros blancos de aspecto cuidado- Agradezco sus servicios.

-No hace falta, doctora Blair- le respondió el joven con un tono respetuoso, más, al mismo tiempo, cálido- El señor Roberts fue muy específico al mencionar que debíamos brindarle toda la ayuda que usted considerara necesaria.

-Entonces menciónenle a Dodman que me encuentro en deuda con él. Avísele que él y yo conversaremos luego pero que le estoy profundamente agradecida- comunicó de último la bella científico, luciendo un tanto mortificada. En silencio, el encargado de la brigada de primeros auxilios asintió una única vez con su cabeza cubierta de pelo negro, antes de retirarse de la habitación, donde dejó un poco mejor acomodados a los cuatro maltrechos sujetos allí presentes.

-¡A mi cuenta, van a descender lo más rápido posible de la nave! ¡Al principio, sus pies se sentirán muy pesados al entrar en contacto con la nieve, pero en cuanto avancen sobre el terreno, perderán esa noción! ¡Los estaré esperando aquí!

-¡De acuerdo!- respondió el caballero, un tanto confundido al escuchar semejante cantidad de instrucciones. Apenas colocar la suela de su bota de nieve contra la superficie blanca que cubría el piso, entendió a la perfección cada una de las indicaciones que acababa de recibir y de inmediato comenzó a movilizarse en dirección al enorme constructo metálico que se distinguía en la distancia.

-Vámonos- le espetó su hermano, confirmando el propósito agolpado de la tremenda montaña de ideas que cubría su mente en aquél momento. Silenciosamente, asintió una única vez con su cabeza cubierta por el pasamontañas negro, el cual únicamente dejaba entrever sus ojos alargados, protegidos éstos últimos por unas ligeras gafas contra la nieve.

-¿El doctor Vo no va a venir a vernos?- preguntó la mujer de manera casi petulante, a pesar de saberse lejos del control de aquella descabellada situación. Lentamente, la individuo que tenía frente a sí se giró para mirarla de frente, con un aire despectivo desde su posición, de pié entre las cuatro camillas cubiertas de sábanas blancas.

-Si sigue vivo...

-¿A qué se refiere con...?

-¿Qué le hicieron, malditas bestias?- inquirió con voz amenazante la más fiera de ellos cuatro, lanzándose hacia adelante en pos de su custodia, intentando atraparla y torturarla de manera que tuviera que resolver todas sus dudas.

-Tranquila, muñequita; era un chiste- se mofó de ellos la pelirroja, haciendo ondear su torrente de cabello en un gesto pretencioso- Evidentemente, Richard te creó con el sentido del humor basado en la medida del suyo...

-¿Por qué parece que odias tanto a nuestro padre? ¿Eh? ¿Por qué?- exigió la misma mujer, la de las iris cual zafiros, destellando con la escasa luz que pendía del techo. De manera involuntaria, la captora de los cuatro humanoides volvió a girarse, esta vez de una manera más brusca, dándole la espalda a su interlocutora, quien de inmediato intuyó aquél movimiento como un gesto de debilidad. Había encontrado el talón de Aquiles de Blair.

-Porque toda esta... desgracia es su culpa- escupió entre dientes la hermosa criatura, mordiéndose las uñas con nerviosismo hasta sacarse sangre, misma que comenzó a fluir discretamente hacia el suelo, desplegándose en gotas sobre la baldosa de color blanco que había bajo sus pies entaconados. Asustados, Alice y sus compañeros se miraron los unos a los otros con nerviosismo: si ella, que era el proyecto más fuerte jamás creado, podía destruirse a sí misma, ¿Qué podría hacer con ellos, de hacerla enfadar?

De una manera que les pareció imposible comprender, el hombre y sus compañeros pronto se encontraron dentro de las impenetrables instalaciones de Astrella Laboratories, en el edificio donde se alojaban todos los novedosos proyectos que la compañía desarrollaba y protegía con una discreción tan pesada que inclusive dificultaba al gobierno de cualquier país enterarse qué pasaba adentro de aquellas paredes blancas como la cal. Discretamente, fueron avanzando a través de los corredores, descendiendo cientos de metros en un pequeño cubículo al que nadie, jamás, parecía subirse; hasta que finalmente llegaron a un departamento que, según lo que pensaban, debía contener a la persona que estaban buscando. En el desplegado de secciones en las que se dividía el constructo, se leía: Área de experimentación génica y soluciones humanas.

Allí, se bajaron apretando el botón que los conduciría a aquél piso y para su propia sorpresa, llegaron antes de lo planeado a un corredor completamente desierto; sin embargo, no todo fue igual de sencillo a partir de aquél momento: a la distancia, escucharon el sonido de voces humanas, resonando contra las paredes al igual que sus pasos, mismos que se dirigían hacia su ubicación. Nerviosamente, se introdujeron en la primera puerta que encontraron; un ala solitaria que identificaron como una especie de vestidores masculinos.

-Tengo una idea- mencionó uno de los jóvenes, sus ojos brillantes ante la expectación.

-Dorian Umbrose- lo llamó una voz dura, diferente al tono con el que lo habían tratado a su llegada, a él y al resto de sus compañeros. De inmediato, el interpelado se volvió sin discreción hacia su interlocutor, extrañado ante la poca cordialidad de su trato. Se trataba de un sujeto de aproximadamente ciento ochenta centímetros de estatura, con el cabello excesivamente recortado al punto que difícilmente le cubría el cráneo. A pesar de sus rasgos atractivos, la expresión amarga en su rostro le restaba presencia en la habitación.

-¿Sí?- respondió el sujeto, intentando demostrar que no se encontraba intimidado por aquella súbita aparición; sin embargo, su compañero no pudo lograr lo mismo y nerviosamente estiró una de  sus manos blancas para aferrarse a la de su pareja, estrechando sus dedos con los de él en una evidente señal de apoyo y protección. El joven frente a ellos, que no le quitaba la mirada de encima al humanoide de cabello castaño, se percató inmediatamente del gesto.

-Se requiere su presencia en el ala dos, si es tan amable- mencionó el individuo de la bata blanca y los zapatos bien pulidos, dirigiéndose al humanoide que tenía frente a sí todavía con ese tono despectivo y, hasta cierto punto, grosero que para nada le estaba gustando a los demás individuos allí presentes.

-¿Algún motivo en especial?- interrogó una de las criaturas, quien inmediatamente llamó la atención del joven. Sabedora de que su belleza podía brindarle respuestas que de ninguna otra manera hubiese obtenido, le dedicó una mirada encantadora a su interlocutor con sus brillantes ojos de iris verdes.

-Alexandra...

-El doctor Watts lo solicitó específicamente- fue lo único que pudo expresar el atónito hombre quien, internamente, luchaba por desaparecer de su mente los pensamientos sucios que la recorrían, las fantasías que protagonizaba aquella elocuente mujer de cabello castaño y piel almendrada.

-Luces...

-Extraño, lo sé- expresó el hombre, mirándose al espejo mientras débilmente intentaba acicalar sus cabellos de manera inútil. A su espalda, el par de hermanos no eran capaces de contener las risas que les brotaban sin querer de sus gargantas.

-Académico, hermano; académico- lo corrigió el encantador sujeto de cabello rubio a quien, para sorpresa de todos los presentes, le sentaba bastante bien la bata blanca que portaba, así como el traje de su medida que habían encontrado en uno de los vestidores- Maldita sea, en mi siguiente vida seré médico o científico, ya que descubrí que la facha me sienta bastante bien.

-Cálmate, Gregory...- se quejó el más joven de los hermanos, cruzándose de brazos- ¿Qué opinas, Thomas? ¿Parecen... naturales?-

-Querrás decir geeks- respondió con desagrado el segundo de los individuos en la habitación que portaba una bata- Jamás me había sentido así de raro. Ni siquiera en la secundaria.

-Rarísimo- se mofó el más grande de los gemelos, cosa que al hombre que tenía frente a sí no le causó gracia alguna.

-Lo que hago por ti, Kaulitz...- musitó el interpelado, acomodándose una vez más el cuello azul de la camisa.

-Los agradecimientos para luego- propuso un sujeto de largas trenzas negras, mismas que no le permitieron jugar el rol al que el otro par de individuos se iba a entregar- Salen en... tres... dos... uno...

-Levántense- les ordenó súbitamente la mujer a los cuatro sujetos que se encontraban colocados en torno a ella, cada uno en su respectiva camilla- Y síganme... ah, se me olvidaba mencionarles... no intenten hacer algo estúpido en el camino, como escapar. Resultaría inútil jugar a "Policías y ladrones" conmigo, ¿No lo creen? Vámonos ya.

-¿A dónde nos llevan?- cuestionó una voz masculina, proveniente de un individuo que llevaba largo rato sin hablar; así que, cuando lo hizo, sorprendió al resto de sus compañeros, quienes lo creían demasiado atemorizado o pensativo como para pronunciar una palabra.

-Hay muchas mentiras que podría decirles para hacerlos sentir tranquilos, pero... seré franca con ustedes: veremos hasta qué punto nos conviene dejarlos vivir un rato más. Aunque, me parece, que entre ustedes hay un caso especial... ah, allí estás.

Repentinamente, todos los presentes volvieron la vista hacia la individuo que súbitamente parecia haber atrapado la mirada de la captora de los cuatro sujetos humanoides. En el centro de sus pupilas, brillaba la clara imagen del cabello rubio platinado, colgando a los lados del rostro famélico. La naricilla, que usualmente le confería a la mujer un aire de superioridad por la manera en la que la levantaba al dirigirse a los demás, ahora era únicamente un diminuto punto grisáceo sin mayor importancia en el conjunto anatómico; sorpresivamente, algo más lo opacaba. En el vientre, un bulto redondeado sobresalía por encima de la túnica sucia y hecha girones que portaba la criatura.

-Ven, querida- la llamó con falsa dulzura la mujer del cabello rojizo- Tú te mereces una recompensa excepcional por haber cumplido con el objetivo.

-No te quedarás con mi bebé, si es lo que pretendes- amenazó seriamente a Blair, quien, un tanto asustada ante semejante declaración, la miró con los ojos exageradamente abiertos- Estuve escuchando un poco de tu historia y... que lástima que tu sueño no se hará realidad conmigo.

-¿Qué tanto sabes?- cuestionó atemorizada, por primera vez, la guardiana del grupo de humanoides del doctor Vo.

-Lo suficiente como para informarte que tu mayor debilidad está de nuestro lado- sonrió Selick orgullosa, poniéndose de pié como solía hacerlo antes de que aquella tragedia sucediese: con la frente bien en alto.

-¿Sí? Ya veremos... cuando conozca la nobleza de sus orígenes...

-No me hagas reír, Alexis- se burló de ella la rubia, avanzando lentamente entre las camillas una vez que la hubieron soltado del grillete irrompible que la mantenía a ella y a todos sus compañeros atados a sus camas- Si bien sabes...

-¡Cállate!- le espetó en un grito, antes de propinarle un fuerte empujón que la hizo avanzar unos cuantos pasos a trompicones- Y si sigues hablándome así, no mediré mi fuerza la próxima vez. Después de todo, podemos decir que yo tengo la sartén por el mango... Tú,  niña, tú también acércate.

-¿Yo?- cuestionó Alice de manera incoherente, apuntando hacia si misma como por reflejo. Atónitos, Briant y Redgie se volvieron hacia ella, observándola con extrañeza.

-Sí, obviamente. ¿Qué? ¿No lo sabías? Estás embarazada.

-Como ya saben, lo más seguro en este momento es mostrarnos tranquilos. Ellos no tienen conocimiento del objetivo de las pruebas que ustedes están por realizarles; no permitan que los distraigan, ni siquiera entablen contacto verbal o visual con ellos, no los toquen a menos que sea necesario. Manténganse neutrales a pesar de lo que encuentren y, en los peores casos, ya conocen el protocolo.

-¿D... doctor?- llamó una vocecilla tímida, que surgió de la parte trasera del grupo de estudiantes.

-Sí, diga su nombre, por favor.

-Ehm... Bates, Roland Bates; señor- tartamudeó débilmente el individuo.

-¿Cuál es su duda, señor Bates?- cuestionó con fuerza el hombre a cargo de la conglomeración de jóvenes.

-¿Las máquinas de diagnóstico nos ayudarán a medir los parámetros para diagnosticar cuándo un caso es salvable?-

-Así es, Bates- confirmó el científico- No podemos permitirnos errores. Las vidas de las criaturas dependen de los resultados que obtengamos.

-Métete, métete y ya...- gruñó con desesperación el menor de los hermanos, tendiéndole una mano a su gemelo para que se introdujera a través de una estrecha escotilla por el cual el músico alegaba no caber debido a las colosales proporciones de su torso, específicamente, de su espalda.

-Macky, de verdad, no entro allí.

-¿Cómo rayos no...? ¡Thomas, métete y ya!

-¿Qué?

-¡Vienen por nosotros! ¡Entra, entra!


2 comentarios:

Vir dijo...

Alice embarazada!!! esto se pone cada vez mas interesante.
que sepas que me paso el dia comprobando si hay capi nuevo porque me tienes super enganchada con tu historia, escribes genial.

Itzel dijo...

*Scarlett tiene la boca abierta y no puede hablar, sólo hace sonidos raros, como si intentara hablar*... Yo... ¡EN LA MADRE! ¡ALICE ESTÁ PANZONA! *Scarlett se cae de la silla* Tom lo dijo jugando y salió siendo verdad Ö

De la ma...ma... Selick ya lo sabía pero de Alice ¡NO J...! O_o