30 de mayo de 2012

Floreciente





Floreciente by Diana Harlu Rivera on Grooveshark 
 
 

Completamente estático ante el miedo que le había producido aquél descomunal chirrido, además del hecho de encontrarse completamente encerrado en un lugar donde su vida corría peligro, el hombre apenas fue consciente de la repetición del ruido anterior, aquél que le había dejado la sangre tan espesa, que esta difícilmente seguía corriendo entre sus venas. Con el pulso exageradamente acelerado y la respiración agitada a causa del terror que lo embargaba, el individuo difícilmente notó la extremidad alargada y brillosa que surgió del humeante boquete que había en una de las paredes de concreto sólido; no fue sino hasta que medio cuerpo hubo emergido de la cavidad cuando el músico finalmente dio cuenta de la presencia de la descomunal criatura, la cual se encontraba bañada en un viscoso líquido plateado, semejante al de la mancha que había emergido segundos después.

-¿Qué...?

Creyendo con trabas en lo que le mostraban sus ojos, el hombre de cabello castaño fue reconociendo a duras penas, bajo todas aquellas capas de ese líquido viscoso como la sangre, la figura de un cuerpo femenino, extremadamente delgado aunque, para su propia sorpresa, bien proporcionado. Lentamente, como si fuese inconsciente de sus actos, el sujeto comenzó a avanzar pausadamente hacia el fenómeno que tenía ante sí, temeroso de lo que fuese a suceder. Ésta, por su parte, se agazapó en posición defensiva y comenzó a sisear entre dientes, como un gato que protege su territorio y su intimidad.

-Tranquila- le habló él, esperando que pudiese comprenderla- No voy a hacerte daño.

-Was suchts du hier, Mensch?- cuestionó una voz rasposa, aunque delicada y cargada de increíbles matices musicales que dejaron al sujeto frente a sí, con la boca abierta de la impresión.

-¿Puedes entender mi lengua?- replicó éste, inconscientemente, en inglés. En cuanto se dio cuenta de su equivocación, volvió a abrir la boca, dispuesto a dirigirse a la misteriosa figura en alemán; sin embargo, ésta se le adelantó.

-Cualquiera que se hable en el mundo- contestó ésta vez con mayor suavidad la individuo, irguiéndose de manera que quedó bien colocada de pie, a menos de un metro del bajista, quien no paraba de aproximarse a ella.

-¿Quién... quién eres tú?- pidió saber el humano, observándola detenidamente, en busca de alguna pista física sobre su desconocida identidad.

-Mi nombre es Tim- enunció con claridad la aparición, limpiándose con la palma viscosa de la mano el rostro, el cual se encontraba cubierto del mismo pegote gelatinoso que protegía todo el cuerpo. Instantáneamente, saltaron a la vista del artista un par de hermosos ojos verdes, enormes y de pestañas largas como telarañas, delgadas de la punta y gruesas de la raíz, que se empalmaban unas sobre otras en encantadores conjuntos por encima de los párpados jóvenes y dispuestos.

Posteriormente, el sujeto continuó limpiándose, en aquella ocasión despejando una frente clara de alabastro, de piel con un color semejante al de la masa fermentada. Más tarde surgieron las orejas, pequeñas y pegadas al cráneo, discretas lo suficiente como para no resaltar pero abiertamente hermosas como para que, si uno llegaba a notarlas, se quedase prendado del encantador par. La nariz de curvatura poética, con la pequeña punta a manera de remate; los labios color coral, naturalmente sonrosados, curvilíneos y llenos... la poderosa barbilla de muñeca. Poco a poco, un rostro y cuerpo encantadores saltaron a la vista atónita de Georg Listing, quien no podía dar crédito a lo que tenía frente a sí.

Tim
-¿Y tú?- inquirió ella, después de un largo rato en silencio- ¿Quién eres?

-Mi nombre es Georg- respondió éste de inmediato, sin pensárselo si quiera- Y estoy aquí para...

Antes de que pudiera terminar su frase, algo interrumpió a la pareja: el sonido del titanio razgándose. A la espalda de Georg, un boquete tan grande como el anterior se había abierto en una de las divisiones que marcaban la distancia entre un pasillo y otro. De él, provino una figura semejante a la primera, únicamente un poco más alta. De igual manera que la anterior, se limpió el rostro en un movimiento, dejando al descubierto un par de iris azules que resultaban atrapantes. Para sorpresa del ya atónito, bajista, algo inesperado ocurrió: de un salto, la primera criatura, aquella que se había identificado a sí misma bajo el nombre de "Tim", se interupuso entre aquella nueva acompañante y el músico, cortándole el paso de manera defensiva, mientras se agazapaba de nuevo, emitiendo sonidos guturales de su armoniosa garganta.

-Mío...- susurró de forma amenazante, con una voz helada y cortante.


En los pasillos de la fortaleza que eran los Astrella Laboratories, su presidente corporativo se movía tan rápido como se lo permitían las piernas, avanzando a través de un único y largo pasillo, cortándole el paso al humanoide que lo seguía tan de cerca, cerrando las separaciones de emergencia entre un bloque y otro; sin embargo, el sujeto que le daba cacería lograba siempre escaparse entre alguna rendija diminuta, colándose de maneras casi imposibles y empeñando hasta el último de sus alientos en el proceso. Mientras tanto, veía avanzar frente a sí a la asustada criatura de cabello rubio que se movía contra su voluntad, con una pistola amagada contra la cabeza.

-¡Auxilio!- repetía la mujer incansablemente, decidida a no dejar que el individuo tras de ella súbitamente pensara que su empresa resultaba inútil; más, por muy sorprendente que llegase a parecer, él no lo pensaba en absoluto. Por el contrario, estaba dispuesto a entregar su vida por salvar a la humana de rasgos exquisitos.

-¡No se preocupe!- contestó en una de aquellas ocasiones el hombre, esforzándose a su máximo por dar con ella- ¡La rescataré!

Ante esas palabras, que nunca antes se había visto en la necesidad de escuchar, el frío corazón de la criatura pareció renacer, tomando nuevos impulsos que nunca antes había conocido. Por primera vez en la vida, se sentía protegida y era una situación novedosa que llenaba todos aquellos espacios en su alma que antes habían estado repletos de egoísmo y necesidad de cuidados. Podía morir tranquila: alguien se había preocupado por ella y no por su cuerpo, su rostro, su fortuna o su carrera. Aliviada, dejó escapar un suspiro de satisfacción que al humanoide que venía detrás le infundieron nuevos ánimos para seguir corriendo, sin cansarse en absoluto. Por alguna extraña razón que no podía comprender, sentía la obligación de hacer que esa misteriosa dama, la cual le resultaba visualmente encantadora, estuviese a salvo y, para más, a su lado.

-Richard...

-Alexis...

-¿Qué te pasó?- le preguntó ella, corriendo a encontrarlo, medio encorvado a un lado de su brillante escritorio de madera, la palma de la mano apoyándose fuertemente en la lustrosa superficie vegetal, intentando así mantener al hombre todavía de pié para recibir a aquella criatura, el amor de su vida. Antes de que pudiese desvanecerse, la mujer alcanzó a pasar su brazo en torno a la cintura regordeta del científico, asiéndolo de manera que no se desplomara y, en su lugar, permaneciese firme a su lado. De su pecho, vio brotar un líquido tibio y obscuro que manchaba su camisa a rayas.

-Mi tiro de gracia- sonrió él débilmente, utilizando sus últimos respiros para dirigirse a la dama- Creo que ni siquiera una muerte rápida merezco.

-En efecto: no la mereces- contestó Alexis entre lágrimas, observando a aquél hombre que había amado desde su mismo nacimiento y ahora, décadas más tardes, no había podido quitar de su mente- Mereces vivir. Muchos años más.

-¿A tu lado?- cuestionó el debilitado anciano, haciendo reír a la criatura que lo sostenía contra su cuerpo.

-Así es- consintió ella, llorando desconsoladamente- Como siempre debió ser.

-Con  Priscilla en la universidad...

-Graduándose en ingeniería genética- sonrió la mujer, sintiendo sus lágrimas recorrer su hermoso rostro, quemándolo a su paso- Siempre quiso crear a alguien como yo, pero más fuerte, para que pudiese cuidar de nosotros cuando llegaramos... aquí. ¡Oh, Richard! ¡Ojalá hubiesemos tenido más tiempo!

-Tuvimos los doce años que pasé trabajando en ti- intentó consolarla el hombre, antes de acariciar su rostro suave y pálido con el dorso de su arrugada mano- Prefiero éste momento a tu lado, que una eternidad sin haberte conocido. Eres... eres el amor de mi vida.

-Y tú el de la mía...- musitó ella con debilidad, su voz quebrándose a la mitad de sus palabras- A pesar de todo.

-Ahora, hazme un último favor y sal de aquí- le rogó Vo a su acompañante, hundiendo su rostro entre el cabello de ella, aspirando su aroma tan habitual desde un comienzo: el de la pera- Van a volatilizar el lugar.  Escapa, comienza una vida nueva. Anderson... él se las ingenió para marcharse.

-No, yo me quedaré contigo; así me cueste la vida- respondió con ternura la criatura, abrazándose con más fuerza al sujeto que mantenía contra la calidez de su cuerpo. 

Lentamente, fue arrodillándose hasta que ambos quedaron en la misma posición, recostados sobre el suelo del salón de clases, con la sangre de Richard Vo derramándose sobre el suelo abaldosado, recorriendo las grietas, filtrándose entre ellas. A su lado, el cuerpo de la mujer comenzó a descomponerse silenciosamente, tal y como ella deseaba. Sabía perfectamente que podía salir viva de la explosión, aún así, escogió la única manera en la que podía morir: destruyéndose a sí misma de manera voluntaria.

-Suéltalo, Tim- le exigió la mancha plateada a la protectora de Georg, ante lo cual ésta siseó en respuesta- Ni siquiera sabes qué hace aquí.

-Está en peligro- respondió sin pensárselo la hermosa rubia, cuyo cabello había comenzado a descubrirse gradualmente, goteando aquella pegajosa sustancia plateada- No me iré de aquí sin él.

-Nuestra madre fue muy específica- la instó su acompañante, hablando con sus curvilíneos labios acoralados, parecidos en extremo a los de la otra criatura- Debemos huir.

-También mencionó que debíamos rescatar a los humanos- la contrarió Tim, dispuesta a luchar por Georg- No lo abandonaré.

-¡Chicos!- se escuchó una voz exageradamente familiar, la cual le alegró el rostro al bajista apenas escucharla- ¡Allí! ¡Está saliendo humo! ¡Es un sitio sin división!

Raudos, el clan de humanoides y los humanos que venían con ellos avanzaron cada uno de los corredores que los separaban de su punto de partida y, para  cuando llegaron, se asustaron de muerte al ver a todos los guardias que los perseguían en el suelo, muertos. Como por impulso, todos se volvieron a la mancha plateada que apenas y notaron en un principio, más ahora resultaba demasiado atractiva como para pasarla por alto. 

Debido a sus notables conocimientos en anatomía femenina, a Andres le tomó menos de un minuto determinar que la figura que se encontraba frente a ellos, dándoles la espalda, se trataba de una mujer. Para mejor, sus sospechas se vieron confirmadas cuando, al girar el rostro para encarar a aquello que se encontraba detrás de sí, unos ojos de color azul con bordes ligeramente verdosos atraparon a los de Andreas, quien se quedó absolutamente paralizado, analizando cada centímetro del precioso rostro que tenía frente a sí. 

Violet
Las cejas, que apenas y podían distinguirse entre todo aquél fluído plateado, eran un par de arcos construídos a la medida de los colosales ojos alargados que no pasaban las cosas por alto. Las pestañas, como las de su acompañante, eran espesas, abundantes y al mismo tiempo delgadas, como suaves hilos confeccionados a mano por el más delicado artesano. La nariz, era alargada y con una ligerísima curva en la punta, que daba un resultado hermoso, amenazante y al mismo tiempo encantador. Las mejillas coloreadas, atraparon de inmediato la atención de los presentes, así como los labios estrechos y regordetes, el inferior más grande que el superior. El cuello largo, los hombros ligeramente caídos y los brazos infinitos, mismos que aún chorreaban plata.

-Hola- la llamó Andreas, enfocando su atención en él, aunque, de igual manera, ya había reparado en su presencia con anterioridad- ¿Quién eres?

-Mi nombre es Violet- replicó la criatura de inmediato, atrapando al ejecutivo con la dulzura y la firmeza de su timbre de voz- ¿Quiénes son ustedes?

-Somos humanos y algunos humanoides- explicó Bill, entrometiéndose en la conversación. De inmediato, igual que lo había hecho Tim con Georg, Violet se aproximó a Andreas lentamente, cubriéndolo con su cuerpo, en una especie de instinto de protección disparado automáticamente- No venimos a hacerles daño, queremos escapar de aquí.

-Entonces les ayudaremos- intervino Tim, recobrando la palabra, mientras se erguía una vez más. Sin pensarlo, extendió su mano derecha en dirección a Georg y éste, como por impulso, la tomó sin miramientos. Así, ambos, humano y humanoide, se movieron hacia el atónito grupo, quienes no podían encontrar una explicación para aquél par de súbitas apariciones. Una vez más, se habían pensado los únicos- Vámonos de aquí.

-Pero Tim, no te olvides de Sascha- le llamó la atención Violet, aferrándose al brazo de Andreas con una sola mano, lo que hizo que éste se ruborizara sin remedio ante la mirada entretenida de todos los presentes: jamás lo habían visto hacer eso.

-¿Me hablaban?

-¡Sigue persiguiéndome, juguetito! Y mataré a mi encantadora presa- amenazó Dodman Roberts a Briant, a quien ya traía demasiado cercano.

-No lo creo...- musitó de manera amenazante el humanoide, cansado de aquél jueguito. Armándose de valor, se movió a una velocidad que inclusive a sí mismo le impresionó y en lo que el lunático empresario pensaba apenas en presionar el gatillo de la pistola, el aún esposo de Alice tomó entre sus brazos la delicada figura de Annya, arrebatándosela de las manos a Roberts y apuntó el cañón del arma hacia la cabeza del agresor. Para cuando se hubo girado, todo había terminado tras el atronador sonido de un disparo.

Asustada, la modelo cerró los ojos en cuanto sintió su peso cambiar de brazos e inmediatamente se aferró a aquél que mentalmente había identificado como su salvador. Ni siquiera lo conocía, más sabía que él, a diferencia de todas las personas que se habían cruzado en su camino, no la dejaría caer. Impulsivamente, el hombre también se abrazó a ella con fuerza, dispuesto a no abandonarla bajo ninguna circunstancia. Una vez que el sonido del disparo atravesó sus oídos, ambos volvieron a abrir los ojos, auténticamente paralizados los dos.

-Hola- saludó Annya, desde los brazos de Briant, asida fuertemente de su cuello, con sus infinitas piernas colgando de los brazos de él.

-Hola- respondió él con una sonrisa, apreciando por primera vez desde que la vio, la belleza del rostro que se encontraba tan increíblemente cercano al suyo.


1 comentario:

Itzel dijo...

O_o Pues apenas y la linda Tim y Violet vieron la luz y ya agarraron novio :3

Chaz! Qué fea muerte de Dodman tsssssss pero qué bueno, era un c... me callo :)