9 de noviembre de 2011

Persiguiendo







A partir de la situación del mensaje, donde Alice le había informado a un ilusionado Bill que, después de todo, no podría ir a verlo a la oficina de ambos, las cosas se habían vuelto tan tensas como antes, cuando se besaron por primera vez. Con los nervios de punta a causa de esta situación, el vocalista de Tokio Hotel tuvo que hacer acopio de toda su paciencia y buena disposición para volver a conquistar a la humanoide, esta vez poniéndole más empeño a la tarea.
Decidido a no dejarla ir, la buscaba a toda hora en su oficina, cuidando siempre que estuvieran solos, con el pretexto de discutir cualquier detalle, por mínimo que fuera, acerca de la mercadotecnia del disco y su respectiva gira. Haciendo gala de su tolerancia y su temple tranquilo, la publicista lo atendía siempre con una sonrisa, mas eso no evitaba que se le pusiera la piel de gallina tan sólo de verlo. Insistente, él siempre sacaba a colación la idea de invitarla a salir para "discutir pormenores de la publicidad en privado"; sin embargo, ella siempre encontraba una manera de zafarse, argumentando mil y un compromisos que se inventaba de última hora para no tener que asistir a estas citas.

-¡Ya no sé qué hacer!-le confesó Alice a Martha, un día que se encontraban ambas en un restaurante cercano a las oficinas de CherryTree. Desesperada, la humanoide picoteó su ensalada con su puntiagudo tenedor plateado como si quisiera herirla de muerte y no meterla entre los dientes del cubierto-No quiero seguir haciendo ésto, Mars-

-Entonces pónle un alto-sugirió de manera maliciosa la otra publicista, comiendo con tranquilidad de su propio plato. Inconscientemente, ya conocía la respuesta que su compañera iba a darle ante semejante propuesta.

-¡No!-repuso la humanoide de inmediato, como si la idea la ofendiera-Tampoco es para tanto...-

-¡Te gusta!-se burló la morena de ella, al ver el rubor que había subido al rostro de Alice ante la posibilidad que le había dado Martha de mandar a volar a Bill.

-¡No...! No me gusta...-farfulló Alice entre dientes, negándose a admitirlo ante ella misma. Sabía que si reconocía ante su propia persona que le halagaban las atenciones que le prodigaba su jefe, todo estaría perdido.

-Aha...-respondió Martha, mirando a la mujer que tenía sentada frente a sí entre sus largas y espesas pestañas-Y por eso no le has dicho que eres casada...-

-¡Cállate!-replicó la humanoide con premura, girándose rápidamente para observar si, de pura casualidad, ni Bill ni ninguno de sus amigos se encontraba cerca para escuchar el comentario de Martha-Ya... ya vendrá la oportunidad...-

-¿Hasta cuando...?-

-¿... vas a seguir así?-completó la frase de Martha alguien más, en otro lugar. Sentados en rueda en el suelo la oficina de Bill, tres de los chicos de Tokio Hotel y Andreas comían pizza mientras charlaban apaciblemente.

-¿Así cómo?-preguntó el vocalista de la banda, fingiendo demencia ante la situación que estaba viviendo antes de meterse un trozo de pizza a la boca.

-Esto se está tornando ridículo, viejo-intervino Gustav, una vez que hubo terminado de morder su propio pedazo-¡Simplemente invítala y ya!-

-¡Aha! ¿Y qué tal si me rechaza?-aventuró el pelinegro, sacando por fin su temor más oculto al aire. Al escucharlo, el resto de los hombres ahí presentes le sonrieron condescendientemente: ya todos habían pasado por situaciones semejantes antes.

-Entonces le das más tiempo para que lo vuelva a pensar y a la siguiente te diga que sí-contestó Georg, ante la mirada atónita de todos los presentes. Sabiendo que no esperaban una respuesta así de su parte, el hombre de largo cabello castaño no pudo evitar sonreír-¿Qué? ¡Vamos! No me digan que ésta no va a caer-

-"Ésta" tiene su nombre, por favor-repuso Bill ofendido: no le gustaba que se dirigieran despectivamente a Alice. A pesar de que hacía de su vida una montaña rusa de emociones, la adoraba con locura y lo insultaba que alguien intentara manchar la idea perfecta que tenía de ella.

-Bueno...-se corrigió a sí mismo el bajista, sabiendo que el que su líder estuviese tan sensible no se debía a otra cosa que al profuso enamoramiento que sentía por la publicista que trabajaba para ellos-No me digan que Alice no va a caer-

En silencio, los tres muchachos observaron largamente a Bill quien, simulando que nada pasaba ahí, siguió comiendo como si nada, hasta que finalmente se hartó de las expresiones burlonas de sus amigos.

-¡Ya, carajo!-exclamó entre risas, escupiendo trocitos de queso al hacerlo-¡Está bien! ¡La voy a invitar! ¡Pero si dice que...!-

-No-respondió Alice a la pregunta que Martha le había hecho, las dos aún sentadas en la terraza del restaurante de comida vegetariana en el cual se encontraban-Es que... me siento tan... culpable-

-¿Culpable por qué?-inquirió la compañera de Alice, sintiéndose ofendida ante semejante respuesta.

-¡Porque no me parece justo! Es decir, sé que es lo correcto, siento que es lo correcto... pero... Briant...-

-¡Inténtalo!-gritaron dos voces al mismo tiempo, animando a dos personas completamente diferentes.

-No sabrás lo que sucederá...-

-Si no te atreves-completó Andreas la frase que Martha le estaba diciendo en ese mismo momento a Alice, únicamente que él le estaba hablando a Bill, aún en la oficina de este.

-Tienes...-

-Razón...-suspiró Alice, apoyando su rostro entre sus manos-Está bien... lo intentaré-


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