2 de noviembre de 2011

Natural


 
 
 

A partir de la decisión tomada por Alice, las cosas entre Bill y ella fueron retomando poco a poco su curso natural. A pesar de lo difícil que se tornaba para la mujer convivir de manera normal con los dos amores de su vida, pronto se fue haciendo a la idea y, si bien no sacaba partido completamente del comportamiento y las intenciones de su jefe, las pláticas entre ambos habían vuelto a ser tan amenas como antes; mas no por eso le había brindado ya el placer de salir con ella, cosa que al líder de Tokio Hotel lo ponía de cabeza.

Durante las dos semanas que siguieron a la plática de Martha y Alice, la humanoide de ojos azules y negro cabello se fue haciendo más cercana al vocalista de la banda; el cual, fascinado, más de una vez ya le había pedido que la dejase invitarla a comer, al cine o al teatro, siempre insistiendo en que fuesen los dos solos. Reticente, Alice se negaba a llegar a ese punto, pues pensaba en ello como el colmo del cinismo: si ya era suficiente el que estuviese conviviendo con Bill después de lo sucedido, pensaba que el salir con él era una verdadera infidelidad hacia Briant. Sacando mil y un excusas, la encargada de marketing se las ingeniaba siempre para zafarse de las proposiciones de su jefe, siempre preocupada por no parecer grosera con él. Eso sí, ni de chiste había vuelto a hablar con Selick acerca de Bill y, cada vez que ésta le preguntaba algo acerca del humano, ella contestaba que se había "alejado cordialmente de él". Tranquila, la rubia volvía a sus asuntos como encargada de recursos humanos de una gran empresa trasnacional, pensando que su compañera y amiga vivía alejada de Bill Kaulitz, antes bien se encontraba muy lejos de la verdad.

Briant, por su parte, regresó encantado al lado de Alice una vez que ésta volvió a comportarse dulce y cariñosa con él, pensando ella que mientras más normal se comportara con él, menos notaría la clase de relación que guardaba con su jefe. El humanoide, fascinado por haber recobrado a su tierna esposa, no paraba de llevarla a todas partes con él: a las comidas y cenas que celebraba su compañía, a sus eventos de inauguración de complejos residenciales o edificios, a comer o a cenar fuera o a obras de teatro: el punto es que él intentaba que pasaran todo el tiempo juntos que podía exprimirle tanto a su demandante carrera como a la de Alice, ya que ambas exigían mucho tiempo, concentración y dedicación. Mientras tanto, los dos humanoides iban cumpliendo con lo señalado en sus calendarios de actividades planeados por Astrella, así como asistían juntos a las revisiones periódicas que la compañía les exigía realizar en un mínimo de quince días cada una. Por tanto, viajaban frecuentemente, ya que, en aquél momento, la única sede capaz de valorar su desempeño y desarrollo era la ubicada en Washington D.C.

Un día en el cual ni Briant ni su esposa tenía trabajo, la casa se encontraba limpia y ordenada y no tenían pendientes, ambos decidieron salir a pasear juntos por la ciudad, pues era uno de los hobbies favoritos de los dos. Después de un rato de mirar mapas y rutas de Los Angeles, se decidieron por ir a un centro comercial que no se encontraba tan lejano de su departamento, en parte porque no recordaban haber estado allí durante toda su estadía en la ciudad y también porque dentro de sus tareas para esa quincena radicaba el evaluar e intentar entender el comercio humano.

Prestos, ambas creaturas se ducharon, se vistieron y se arreglaron intentando lucir lo más normales posibles, vistiéndose con la ropa que los implantadores de Astrella habían dejado para ellos en los vestidores del departamento. Posteriormente, salieron del hogar, subiéndose ambos al aerodeslizador negro brillante de Briant, quien condujo hasta el centro comercial según las indicaciones del computador que traía incluído el vehículo. Ya en el complejo, ambos empezaron a vagabundear por las tiendas, comprando una o dos cosas a su paso que les parecieron interesantes. Sin embargo, cuando ya se encontraban dispuestos a marcharse, tan solo dos horas más tarde, un movimiento trepidante comenzó a mover el suelo, haciendo que las lámparas de los techos se agitasen hacia los lados y unos cuantos objetos se cayeran de sus anaqueles.


1 comentario:

Itzel dijo...

¡Santa Cachucha!

¿Un terremoto? Bueno, mi mamá dice que de por sí el L.A hay muchos pero..., ¿Tiene algo qué ver con su "misión"?

O___________o

Ya me asustaste!


Sube pronto!


Besos!




S.K