12 de octubre de 2011

Atención






-¡Muévete, Thomas!-le gritó el hombre al sujeto que tenía frente a sí, mientras entre sus manos cambiaba la pelota.

-¿Qué?-balbuceó éste torpemente, antes de caer en la cuenta de que ya tenía su hermano menor encima. Torpemente, luchó por alcanzarlo, mas el pelinegro le ganó por mucho, encestando el balón dentro de la redecilla sin que pudiera hacer algo al respecto.

-¡Thomas!-se quejó el más delgado de los dos hermanos, burlándose de su semejante-¡Esto ya no está siendo divertido!-

-¡Perdón, viejo! ¡Perdón!-respondió el alto hombre de cabello trenzado, aproximándose al individuo que había nacido apenas minutos detrás de él, para intentar quitarle el balón de entre las manos con verdadero entusiasmo-Te juro que ya voy a prestar atención-

-Es como la quinta vez que me dices eso-replicó el menor de los Kaulitz, burlando a Tom una vez más-¿Sabes? En un comienzo resultaba chistoso, me hacías sentir como todo un profesional. Pero ahora... puff... es como una mala broma...-

-Ya, ahora sí es en serio-amenazó Tom a su hermano pequeño, quien aguardaba por él, balón en mano-¡Prepárate para morder el polvo!-

Y, tal como Bill quería, durante unos instantes su gemelo se olvidó de todas las preocupaciones que tenía; las cuales se englobaban dentro de dos simples palabras: Annya Nikova. Concentrado en el juego, Tom descuidó su comunicador al punto de que no se dio cuenta de los lascivos mensajes que su ex novia les estaba mandando a decenas de chicos desde su cuenta privada de Facebook. Enfocado en ganar, apenas era consciente de otra cosa que no fuese su cuerpo corriendo.

Así, transcurrió un largo rato en el cual ambos hermanos se dedicaron únicamente a jugar baloncesto, mientras el sol matutino iba cayendo sobre ellos, bañando su piel de luz dorada. Bill era una piedra, Tom era buenísimo y los dos se la pasaban en grande. Se reían a carcajadas, se burlaban el uno del otro, hacían imitaciones de comentaristas deportivos para darle más sabor al juego: disfrutaban lo que hacían. Era cierto: Bill era malísimo para los deportes, mas esto a su hermano mayor no le importaba y, sorprendentemente, le gustaba más jugar con él que con el resto de las personas que conocía pues, de entre todos los individuos existentes en el planeta Tierra, su gemelo era el único que toleraba su interminable egocentrismo.

-Lo veo y no lo creo-exclamó una voz dentro de la cancha, adentrándose a ella-¿Es acaso posible?-

-No somos una ilusión, si es lo que piensas-le contestó Bill animoso al interlocutor de los hermanos, el cual avanzaba a lo largo de la cancha con sus lentes de sol aún colocados sobre el delgado puente de su hermosa nariz.

-Sé que somos tremendamente guapos-complementó Tom el comentario de su hermano, encestando por décima ocasión-Y que resulta casi irreal vernos así-

-Cállense, par de vanidosos-repuso entre risas el hombre de cabello rubio y ojos azules.

-Si no nos soportas...-

-Me dieron ganas de venir a verlos hoy, ¿Está bien? Tenía la esperanza de que las cosas podrían volver a ser divertidas por aquí-interrumpió Andreas a uno de sus mejores amigos, el de la espalda ancha y la cintura pequeña, el guitarrista de Tokio Hotel.

-¿Qué no lo son?-inquirió Bill de manera irónica, aproximándose hacia el hombre que había frente a ellos dos-Hombre... discúlpanos-

-No es cosa suya-contestó Andreas-Simplemente... invítenme una cerveza o algo. Extraño los días en los que salíamos juntos-

-Esos días han vuelto, hermano-le aseguró el vocalista de la agrupación alemana a su manager-¿No es cierto, Thomas?-

-Totalmente de acuerdo, Macky-coincidió el hombre con la perforación en el labio, inusualmente animado aunque, por dentro, algo seguía nublando su entusiasmo.


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