28 de octubre de 2011

Otra cara


 
 
 

De pié frente a la sala de juntas, el silencio que provenía de la usualmente bulliciosa estancia era espectral. Asustado, Bill temió por un momento que a los que se encontraban dentro de ella pudiese haberles sucedido algo; así que, resuelto, entró por la pesada puerta de madera, para encontrarse a Alice, directamente de frente, con la espalda curvada, ambas manos sobre la mesa pulida y el cabello bajándole sobre el rostro.

-¿Acaso es tan difícil hacer las cosas bien en este lugar?-inquirió la voz de Alice, muy diferente a como Bill la había escuchado decenas de veces; esta vez, Alice Project se encontraba enojada.

-Pero...-

-¡No admito un solo "pero"!-espetó ella para el joven que había intentado comunicarse con ella, recobrando su postura erguida, el gesto enérgico y el ceño fruncido que hacía que su rostro angelical luciera feroz y atemorizante-¡Es que no puede ser posible!-gritó con fuerza, estrellando su puño derecho de manera inconsciente contra la superficie de la mesa, dejándole una ligera abolladura tras el golpe-¿Qué no saben entender instrucciones? ¿Acaso no fui suficientemente clara? ¡Que alguien en este momento me diga si no entendió las pautas que les asigné para el trabajo!-

En silencio, todos los presentes bajaron la mirada; se trataba de un grupo de jóvenes, algunos apenas mayores que Alice. A un lado de la criatura que le robaba a Bill el aliento, se encontraba Martha, la cual también parecía bastante asustada.

-¿Alice?-llamó el vocalista de Tokio Hotel a su encargada de mercadotecnia y publicidad, la cual, de manera inmediata, al escuchar su nombre lo enfocó a él dentro de su campo de visión.

-¿Sí?-contestó ésta de manera venenosa, concentrando cada vez más su mirada en el indefenso Bill, el cual sentía su nerviosismo crecer conforme la atención de ella sobre él iba aumentando.

-¿Es... estás bien?-inquirió él, intentando mostrarse amable con ella. Ante semejante pregunta, la humanoide, más que sentirse reconfortada o agradecida por la preocupación de su jefe, se sintió aún más enfurecida.

-¿Que si "estoy bien"'?-repitió la mujer de ojos brillantes y rostro amenazador-¿Te parece que esté bien?-

-Ahm... no-contestó el hermano mayor de Tom Kaulitz nerviosamente-¿Hay... algo está mal?-

-¿Mal?-saboreó la palabra la criatura no humana, como si intentara asociar los conceptos mentales que tenía de maldad con las porquerías que sus subordinados habían hecho-No... en absoluto. Lo único que hicieron estos idiotas fue ¡arruinar todo el trabajo que teníamos ya, maldita sea!-

Horrorizados, todos los presentes sintieron sus ánimos encogerse cuando escucharon a la encantadora jefa de mercadotecnia hablar de esta manera, más por la expresión violenta que sobrecogió su rostro, enrrojeciéndolo ante el furor de su coraje. A punto de hacer la mesa de juntas pedazos a causa del enfado que contenía en su interior, una alarma mental se disparó dentro de la mente de Alice Project, una que el doctor Vo había programado dentro de todas sus creaturas para indicarles cuando su furia rebasara los límites de la racionalidad. Dándose cuenta de esto mismo, la humanoide retrocedió atemorizada, sorprendida por la facilidad con la que se había dejado llevar por sus emociones y, sin decir una palabra más, salió de la sala, empujando a Bill a su paso, sin dar explicaciones al respecto.

En silencio, se dirigió hacia el ascensor ejecutivo, el cual tomó tan pronto éste hubo llegado a su piso y ya en el nivel de estacionamiento pidió a la máquina que le trajera su hermoso aerodeslizador deportivo azul, en el cual se subió con el rostro anegado en lágrimas. Una vez en el asiento del conductor, programó el vehículo para que viajara solo a su hogar. De pié en el pasillo frente a la sala de juntas, Bill Kaulitz permanecía en un silencio atónito, al igual que el resto de los presentes.


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