3 de octubre de 2011

Es un secreto







En una silla, alojado en la obscuridad del pasillo completamente desierto, en el cual únicamente se escuchaba su respiración, aguardaba paciente a la respuesta de los hombres y mujeres dentro de la sala, a un lado de cuya puerta se encontraba sentado.

Era cierto: su contrincante se le había adelantado; mas sabía que, una vez que el grupo de inversionistas analizara las propuestas que él les había mostrado, así como sus ambiciosos objetivos y la sucia información que había logrado encontrar acerca del proyecto rival, tomarían la decisión correcta.

-¿Doctor Watts?-lo llamó una voz dentro de su cabeza, proveniente de su holocomunicador-Puede pasar ahora-



-Encantado de...-respondió él con una radiante sonrisa, más irónica que cualquier otra cosa. En silencio, se levantó del asiento de tapicería negra, antes de traspasar la puerta que lo separaba del grupo de hombres y mujeres que únicamente se dedicaban a observarlo sin pronunciar una sola palabra. Ahí, sentada entre ellos, se encontraba ella, cosa que le removió lo más profundo del alma, justo el centro de su corazón.

-Toma asiento, Anderson-le pidió el accionista mayoritario, indicándole un asiento del otro lado de la mesa de juntas, a cuya cabeza se encontraba él.

-Supongo que durante mi... ausencia ustedes estuvieron deliberando, damas y caballeros-se expresó el científico, obedeciendo las órdenes del que fuese su superior, sin poder quitarle la mirada a la mujer que tenía él sentada a su izquierda. Consciente de ello, ella comenzó a sentirse incómoda y, al notarlo, el hombre de traje y corbata extendió su mano sobre la mesa para tomar la de la mujer pelirroja que tenía sentada al lado, cosa que molestó de sobremanera al hombre que recién acababa de entrar.


Doctor Anderson Watts

-Efectivamente-le respondió Dodman Roberts al hombre que se encontraba en el lado contrario de la mesa-Y... llegamos a una conclusión-

-Me muero por escucharla-repuso con su misma sonrisa sardónica el hombre de bata blanca y ojos azul acero.

"Ojalá te murieras de verdad", le espetó una voz dentro de su cabeza, una voz que no pertenecía a su holocomunicador, ni siquiera a él mismo. Clara y fuerte, sabía que la voz le pertenecía a ella, quien, ahora que su pareja se había distraído, lo observaba atentamente. Adolorido ante el comentario, se sobrepuso rápidamente a la dolencia que le causaron semejantes palabras, evitando darle el gusto a ella de hacerlo sentir mal.

-Vamos a invertir en tu proyecto-enunció el hombre de negocios, para alivio de Anderson Watts quien, por primera vez en largo tiempo, sonreía por genuina alegría-Los... puntos que nos has expuesto resultan interesantes para la junta y... hemos decidido que tus chicos valen la pena-

-Me da gusto saberlo, señor-expresó el anciano científico-¿Cuándo los quiere fuera de los laboratorios?-

-Ah... con que los tuyos sí están listos...-sonrió Roberts, mostrándose sorprendido-Cuando le pedí a Vo que sacara a los suyos... no pareció gustarle mucho la idea-

-Usted me conoce-contestó Watts, reclinándose en el asiento en el que se encontraba-Sabe que me gusta tener las cosas a tiempo-

-Me doy cuenta-repuso el empresario-¿Crees que puedan estar listos para esta noche?-

-Por supuesto-repuso el hombre de cuerpo delgado y larguirucho de inmediato-El equipo de implantación ya recibió órdenes y las está llevando a cabo conforme hablamos-

-Maravilloso...-repuso realmente encantado Roberts: le encantaba la eficacia con la que trabajaba Watts-Entonces... únicamente queda esperar-

-Así es-confirmó el científico, antes de girar su mirada hacia los ojos verdes que no dejaban de observarlo-Doctora Blair, ¿Quisiera usted añadir algo?-

-Creo que no será necesario...-

-Me gustaría echarle un vistazo a las criaturas-interrumpió Blair a Roberts, volviéndose hacia él, mirándolo con sus hipnóticos ojos color bosque, de los cuales siempre sacaba partido. Hechizado por la mirada de la mujer, el director general de Astrella no pensó ni un momento en oponerse a la petición de la doctora Blair desde que aquellas pupilas entraron en contacto con las suyas.

-Como tú desees, querida...-contestó Roberts, casi sin aliento-Doctor Watts... ¿Podría usted escoltar a la doctora Blair al salón donde tiene resguardadas a sus creaciones?-

-Será todo un placer-sonrió burlonamente Watts, antes de ponerse de pié-Doctora Blair, ¿Vamos?-


1 comentario:

Itzel dijo...

O___o

Esto ya no mi busto… ¿Qué se trae ese Walts entre manos?... Ya me dio mieditoooooooo…

¿Qué va a pasar?

Buen capitulo

Besos!



S.K