23 de octubre de 2011

Dependiente





Sentado aún al lado de Natalie en la sala de Andreas, Tom comenzó a sentirse súbitamente incómodo, como si tuviese algo atravesado en la garganta. De repente, el recuerdo de Annya y sus dulces labios contra los suyos asaltó su mente, dejándole un mal sabor de boca. Inconscientemente, comenzó a pensar cada vez más en ella, al mismo tiempo que fingía seguir en la reunión, de la cual ya no tenía ni pista pues la conversación había cambiado y entre recuerdo y recuerdo de la que fuese su novia, no prestaba demasiada atención. Súbitamente, se levantó en silencio, ante lo cual todos los presentes fijaron sus miradas en él, extrañados.

-¿Tom?-lo llamó Bill, quien, a pesar de su estado letárgico de enamoramiento se dio cuenta perfectamente de la perturbación que habían sufrido los pensamientos de su hermano-¿Estás bien?-

-¿Eh?-murmuró el interpelado, el cual volteó torpemente para mirar a su gemelo, el cual, a su vez, lo observaba perturbado-Sí... yo... estoy bien. Creo que... creo que me voy a ir a casa ya, me siento un poco cansado-

-Si quieres puedes quedarte, viejo-intervino Andreas, el cual se alertó en cuanto notó la manera tan lenta en la que Tom comenzó a hablar-Sabes que mi cuarto de visitas siempre está disponible para ti-

-Muchas gracias, amigo pero creo que paso esta vez-repuso el pelinegro, acomodándose la chamarra negra que traía puesta-No quisiera molestarlos. Macky, te veo allá, ¿Está bien?-

-Sí, claro... como gustes...-contestó Bill, confundido y a la vez angustiado por la estabilidad de su gemelo para manejar a casa.

-Que pasen buena noche, chicos... los veo luego-se despidió Tom, antes de salir por la puerta que llevaba al  pasillo y después al recibidor principal de la casa de su mejor amigo. Ahí, se metió en el ascensor tan pronto éste hubo llegado al piso en el cual vivía Andreas Hoffman desde hacía un par de años.

Dentro, el hombre de tez bronceada y facciones atractivas comenzó a sentir una especie de opresión en el pecho que sentía le cortaba el aliento. Sofocado, comenzó a toser, intentando sacar aquello que tenía en sí, sabiendo de antemano que no podría hacerlo, pues su mal no era algo físico, sino emocional. Desesperado, se soltó a sollozar con voz lastimera, mientras sus dedos se tropezaban por alcanzar la cajetilla de cigarrillos que tenía guardada en la chamarra. De pronto, se dio cuenta de que aún se encontraba en el ascensor y, por lo tanto, no podía fumar. Impaciente, se sintió aún peor cuando se dio cuenta de que aún faltaban varios pisos para llegar a la planta de estacionamiento del lugar.

Una vez que hubo alcanzado el piso en el cual se ubicaban todos los aerodeslizadores del edificio, un desesperado Tom se precipitó hacia su aero, del cual tomó el volante rápidamente entre sus manos y, virando con brusquedad, se las ingenió para llegar a un puente solitario, bajo el cual se refugió, casi saltando del aero para abandonarlo. Una vez fuera, prendió su cigarro con dedos temblorosos, asiéndolo con dificultad mientras se quemaba los dedos con el encendedor. A pesar del relajante efecto de la nicotina, el cual percibió tras la primera calada, la angustia que sentía su corazón no se iba.

Al cabo de cinco cigarrillos, ya mucho más exaltado, Tom recurrió a su última arma: su holocomunicador. Ahí, marcó mentalmente la clave digital única, también conocida como CDU, de Annya, esperando que ésta le contestara. Lo que no sabía, era que la mujer había desactivado su comunicador y, por lo tanto, un holograma previamente grabado de una sonriente Annya lo recibió.

"En este momento no puedo contestar tu llamada, pero por favor déjame un mensaje o contáctame en alguna de mis redes sociales y me comunicaré contigo tan pronto como me sea posible. En caso de emergencia, pulsa el botón rojo en tu pantalla", pidió amablemente la imagen, sonriendo en todo momento. Con urgencia, Tom presionó cientos de veces el botón rojo, el cual, al parecer se encontraba desactivado. Frustrado, el hombre se tiró al suelo, antes de colocarse en posición fetal, lloroso y con el rostro rojizo.

-¡Anny!-comenzó a gritar, completamente solo, aislado de la sociedad-¡Anny!-


1 comentario:

Itzel dijo...

¡Uy, eso es feo!

Pobrecito Tommy!... Anny tiene algo qué ver con los "hijos" del doctor Wa...Wa....Wa no sé qué?...

¡Chispas!


Pobre niño...



Muy triste...


Sube pronto


Besos!





S.K